Video: La historia de Gaspar Marcos, el joven migrante con jornadas de 19 horas

El 25% de los alumnos de Belmont High, en Los Ángeles, llegó de Centroamérica sin sus padres, y Marcos es uno de ellos

Gaspar Marcos, de 18 años, va a la escuela y después al trabajo – un día de 19 horas.

Gaspar Marcos, de 18 años, va a la escuela y después al trabajo – un día de 19 horas. Crédito: Captura/Los Angeles Times

Uno de cuatro estudiantes del instituto Belmont High, en el barrio de Westlake de Los Ángeles, compuesto por unos 1,000 alumnos, llegó al país provenientes de Centroamérica, la mayoría sin estar acompañados por sus padres.

Esa es la realidad que plasma un artículo publicado hoy por el diario Los Angeles Times sobre las más de 100,000 personas que llegaron siendo niños al país en los últimos cinco años, a menudo tras completar durísimos y peligrosos viajes.

Es el caso de Gaspar Marcos, de 18 años, uno de esos jóvenes con un sueño por cumplir y que, como tantos otros, encontró en Belmont High la ayuda necesaria para lograrlo.

“Muchos de nuestros estudiantes tienen que trabajar”, explicó la directora del centro, Kristen McGregor.

Muchos tienen que enviar dinero a casa o pagar el alquiler. Esto va a obligar a repensar la educación en general. Claro, acuden a la escuela, ¿pero qué es lo siguiente para ellos? ¿Cómo podemos apoyarlos?”, se preguntó la directora.

McGregor apreció un claro aumento de estudiantes de Centroamérica en la primavera de 2013. Algunos de sus alumnos guatemaltecos únicamente hablaban lenguas indígenas, como el quiché o el mam.

La rectora compró un diccionario de quiché y, para los más hambrientos, convirtió una estantería en una despensa repleta de comida enlatada.

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Incluso cuando sus estudiantes se quedaban sin un lugar donde vivir, les encontraba albergues.

Vienen aquí para conseguir una vida mejor, pero no siempre es el caso“, afirmó McGregor, quien reconoce que muchos alumnos acuden a esa escuela directamente porque tiene la reputación de ser un centro de acogida.

El artículo describe el día a día del guatemalteco Gaspar Marcos, criado en Huehuetenango, donde la mayoría de la población habla en Chuj.

Cuando tenía 5 años, sus padres cayeron enfermos y murieron. Siendo huérfano, fue acogido por una vecina, pero lo expulsó a los 12 años. Comenzó a trabajar en la aldea limpiando zapatos y logró costearse los estudios para aprender a leer y escribir en español.

Un año después, cuando el empleo escaseaba, llamó a un familiar que vivía en Los Ángeles y tomó la decisión de cruzar la frontera con la ayuda de un “coyote”, que lo abandonó poco después. Pasó tres días perdido y sin agua en pleno desierto de Sonora, pero llegó a Falfurrias (Texas).

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Allí, fue secuestrado por dos hombres que le exigían el pago de $3,000 dólares para dejarlo libre. Logró negociar con ellos y bajar la cantidad hasta $1,000 dólares, abonada por su familiar en Los Ángeles, que también le compró un billete para viajar a la ciudad californiana.

Sin embargo, las autoridades lo detuvieron en Arizona. Tenía 13 años. Tras comparecer frente a la corte de inmigración, lo pusieron en libertad bajo el cuidado de su familiar en Los Ángeles, pero ambos discutieron y Marcos decidió buscarse la vida por su cuenta.

En Los Ángeles encontró trabajo cosiendo ropa en una fábrica del centro de la ciudad, donde le pagaban $5 dólares por hora. Más tarde, consiguió un puesto en un restaurante donde cobraba $10.50 dólares por hora. De los $600 dólares que logra reunir al mes, envía la mitad para pagar al traficante que logró introducirlo en el país.

“¿Qué puedo hacer? Es la vida que me ha tocado”, declaró al diario.

Lo que Marcos no descuida es su educación, consciente de que es lo más importante que puede conseguir para sí mismo en estos momentos, incluso aunque le obligue a disfrutar de muy pocas horas de sueño, ya que termina de trabajar a altas horas de la madrugada.

“Si no tienes educación, nadie te respetará. Si no te educas, no tienes trabajo. Quiero ser una buena persona, tener educación y un trabajo estable. Quiero tener una casa, el tipo de hogar que nunca he tenido”, manifestó.

Marcos cuenta con la ventaja de que recibió un visado especial para inmigrantes juveniles, habitualmente otorgado a jóvenes que fueron objeto de abusos o abandonados por sus padres. Eso le convierte en candidato a obtener la residencia legal en EEUU, un proceso que ya ha emprendido.

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