México habría comprado y consumido leche contaminada de Chernóbil

El gobierno mexicano habría comprado este producto proveniente de Irlanda y distribuido por la Conasupo. Extraoficialmente, varios menores sufrieron los daños colaterales la padecer cáncer

México, leche contaminada y Chernóbil

En México también se vivieron los estragos de la tragedia ocurrida hace 31 años en Chernóbil. Crédito: Flickr

Aunque México se encuentra a miles de kilómetros de distancia de Rusia, hoy, 31 años después de la tragedia ocurrida en la planta nuclear de Chernóbil, se empieza a hablar de que en este país, hay personas que viven sufriendo los daños colaterales de dicha tragedia.

La nube radiactiva que se produjo tras el accidente en la planta de Chernóbil viajó varios kilómetros y se pudo sentir, incluso, en Irlanda, país en la que esa época, México le compraba leche en polvo.

Luego de ocurrida la explosión, la Organización Mundial de la Salud (OMS), emitió una alerta para que los países suspendieran las compras de alimentos a los países que resultaron afectados por los desechos tóxicos. Pero al parecer, el gobierno mexicano pasó por alto dicha advertencia y adquirió a Irlanda 40 toneladas de dicho lácteo, así como de mantequilla, las cuales fueron distribuidas a lo largo y ancho de la República Mexicana dos años más tarde de la tragedia.

Fue la Comisión Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) la que se encargó de repartir dichos insumos entre las personas de escasos recursos, que adquirían alimentos a bajos precios a través de este organismo.

Esta leche fue comprada a la empresa Irish Dairy Board, la cual ingresó a México por el puerto de Veracruz, al viajar en tres barcos chipriotas.

Una de las afectadas fue una joven llamada Maribel Torres Delgado, a quien a los 10 años le fue detectado osteosarcoma (cáncer en los huesos), enfermedad que le arrebataría la vida un par de años después.

Su padre, Teodoro Torres, quien es ingeniero, recordó que él conoció personalmente la planta en Cuatitlán Izcalli, Estado de México, en donde se llevaba a cabo la distribución de este producto, y jamás le pareció peligroso que su familia consumiera los alimentos de Conasupo. Error del que caería en cuenta muchos años después.

Teodoro recuerda que su hija se atendía en el Hospital Infantil y había muchos niños de la edad de Maribel que padecían distintos tipos de cáncer. Cuando murió, el ingeniero platicó con los familiares de los pequeños enfermos y descubrió que todos habían nacido el mismo año o uno después al de su hija y que habían consumido leche de la Conasupo.

Sobre este tema, existe prácticamente nada de información, pues los documentos fueron escondidos o destruidos y el terremoto de 1985 también provocó que varios expedientes se perdieran e incluso, hay instituciones que aseguran que se trata únicamente de un “mito urbano”.

En 2017, se desconoce cuánta gente resultó afectada, en dónde está o qué fue de ellos. El único documento que narra lo sucedido es el libro de Guillermo Zamora titulado “La leche radioactiva, el crimen más atroz contra el pueblo mexicano”, que fue publicado en 1997.

Según el texto de Zamora, entre 1987 y 1997, el cáncer infantil tuvo un incremento del 300 por ciento, que por esta leche, 900 niños al año sufrieron repercusiones por este producto y que el 30 por ciento de este total tuvo un final trágico.

En el libro, el autor destaca cómo las autoridades mexicanas se lavaron las manos en este caso y trataron solo de inculpar al hermano del entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, Raúl Salinas de Gortari. También se describe cómo otras personas que descubrieron este hecho, entre ellos marinos y científicos, fueron enjuiciados, enviados a prisiones militares y muchos más no pudieron seguir desempeñando sus funciones.

Uno de los afectados fue el físico Miguel Ángel Valdovinos, quien en 1986 era jefe del laboratorio de la planta Nucleoeléctrica de Laguna Verde, Veracruz.

Valdovinos mandó a analizar una prueba de la leche en polvo comprada en Irlanda y descubrió que contenía altas cantidades de estroncio 90 y cesio 137, ambas sustancias son radioactivas y que podrían desencadenar cáncer, sobre todo en niños y mujeres embarazadas.

Valdovinos envió los resultados de su investigación a las autoridades; sin embargo, en algún punto, los papeles se perdieron. Semanas después, fue enviado a un centro de tortura clandestino.

En 1988, las autoridades aseguraron que regresaron la leche a Irlanda; sin embargo, se supo que este producto jamás salió del país, lo cual se considera como una de las grandes mentiras históricas de México.

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