¿Fue este el James Bond que inspiró a Vladimir Putin a unirse a la KGB?
Mientras que Occidente tenía a James Bond y sus historias, la Unión Soviética tenía su espía favorito: Stierlitz, Max Otto von Stierlitz. La cuestión es si fue el hombre que llevó a Vladimir Putin a unirse a la famosa agencia de inteligencia KGB
Mientras en Occidente los espectadores crecían con las películas de James Bond, durante la Guerra Fría el bando soviético tenía también su espía favorito que operaba bajo el nombre de Max Otto von Stierlitz.
Y de acuerdo a la escritora Dina Newman, ese fue el personaje que inspiró al actual presidente ruso, Vladimir Putin, a sumarse a las filas de la extinta agencia de inteligencia rusa KGB.
Eso sí, la respuesta del lado ruso a James Bond fue bastante austera: Stierlitz no tenía tiempo ni dinero ni aparatos sofisticados.
Su vida estaba entregada a su trabajo en Berlín durante la II Guerra Mundial, donde se infiltró sin ser descubierto en el alto comando de la Alemania Nazi.
Stierlitz fue el héroe de una serie de 12 entregas (James Bond va por la secuela 26) que se llamó “17 instantes de la primavera” y era retransmitida cada año alrededor del 9 de mayo, fecha que para los soviéticos marca el final de la II Guerra Mundial.
El estreno de la serie tuvo lugar en 1973 y fue vista por entre 50 y 80 millones de personas.
“Las calles estaban desiertas porque la gente corría de la casa al trabajo para no perderse el nuevo episodio y preguntarse qué pasaría después”, explicó Eleonora Shashkova, una de las estrellas de la serie.
El verdadero objetivo
Más allá de ser un drama atrapante, tenía la trama perfecta de la llamada Guerra Fría, con Stierlitz interrumpiendo de manera secreta las negociaciones de paz entre los nazis y los estadounidenses en 1945.
Pero la trama también tenía un propósito oculto.
“La película mostraba la importancia de los agentes secretos, quienes eran altamente respetados en su propio país. E instaló el patriotismo en la generación de posguerra”, dijo Shashkova.
De hecho, la serie fue comisionada por Yuri Andropov, el director de la KGB -y posteriormente líder del país-, como parte de una campaña de relaciones públicas diseñada para atraer reclutas jóvenes y educados.
Andropov aprobó personalmente el material antes de que fuera emitido, la filmación fue supervisada por su segundo al mando y dos empleados de la KGB aparecieron en los créditos como asesores. Eso sí, con sus alias.
Putin nunca ha dicho -ni ha negado- quién lo inspiró a convertirse en espía. Pero tenía 21 años cuando la película fue estrenada y él se unió a la KGB dos años después.
Modelo a seguir
Poco después, como Stierlitz, Putin fue enviado a Alemania. Y si Bond fue un bebedor patológico, Stierlitz, como Putin, era todo lo contrario.
En la película, el espía soviético se pasaba la mayor parte del tiempo en soledad, fumando, tomando café y mirando pensativo por la ventana.
Aunque, para hacer honor a la verdad, Kim Philby, el espía británico que desertó de la Unión Soviética, comentó que un agente secreto que se quedara mirando así por la ventana no duraría mucho en su trabajo.
En 1991, cuando Putin dejó la KGB y empezó en un trabajó para el alcalde de San Petersburgo, el actual mandatario admitió por primera vez que había sido espía. Fue en un documental de TV que incluyó escenas reeditadas de “17 instantes de la primavera”.
Pero en vez de Stierlitz al mando de su vehículo de regreso a Berlín, se ve a Putin en un vehículo ruso, mientras se escucha la música de la serie en el fondo.
En el documental, el futuro presidente de Rusia advirtió que había un riesgo de que “por un periodo de tiempo, el país se volcara al totalitarismo”.
“Pero el peligro no radica en los organismo del Estado, ni en los servicios de seguridad o la policía. Ni siquiera el ejército. El peligro radica en nuestra propia mentalidad”, expresó.
“Todos pensamos -yo lo hago algunas veces- que si traemos el orden con un puño de acero, la vida será más fácil, más confortable y segura. Pero realmente no estaremos cómodos por mucho rato. El puño de acero no demorará en estrangularnos a todos”, agregó.
Algunos años después, durante el caos que fue Rusia a finales de los 90, muchos rusos pidieron más orden y justicia. Y algunos, el puño de acero.
Y las encuestas de opinión indicaron que los votantes estaban buscando que el nuevo líder fuera joven, étnicamente ruso, exmiembro de las fuerzas de seguridad y que no bebiera.
“Perdiendo la fe en los liberales, el país estaba buscando a su Stierlitz”, escribió Arkady Ostrovsky , el editor de la revista The Economist para Rusia y Europa del Este.
En 1999, el diario The Kommersant comisionó una encuesta sobre cuál personaje de ficción o no ficción del cine o la TV debería ser el próximo presidente de Rusia.
Stierlitz quedó en segundo lugar, después del comandante del ejército Marshal Zhukov. El suplemento semanal del diario puso en su portada la foto de Stierlitz con el siguiente mensaje: “Presidente-2000”.
En marzo de 2000, después de ejercer como presidente encargado, Putin fue elegido para el puesto.
La esposa
Eleonora Shashkova interpretó a la mujer de Stierlitz en la serie, pero, extrañamente, ambos personajes nunca se reunieron en pantalla excepto en una famosa escena, cuando ella es llevada desde Rusia hasta Berlín y visita un café con otro hombre.
Stierlitz está sentado en otra mesa del café y, cada tanto, él y su esposa logran intercambiar furtivas pero intensas miradas.
El público ve sus ojos, los de ella y los de él otra vez. Después de un par de minutos, ella se levanta y lentamente se va del salón.
En su cumpleaños 70, en diciembre de 2007 -siete años después de que Putin llegara al poder-, Shashkova recibió un regalo especial, sin precedentes en la historia del cine soviético: fue un agradecimiento del servicio secreto ruso por la interpretación de la esposa de un agente extranjero.