Editorial: Hay que defender la democracia
No se puede permitir que un gobierno extranjero cambie datos de las elecciones
La intervención rusa es un gran problema de la pasada elección presidencial, su intención fue socavar la credibilidad de proceso que es un pilar de nuestra democracia.
No es cierto que esto haya sido determinante en la victoria del candidato Donald Trump, como tampoco es que la investigación quiera desmerecer su victoria.
Es cierto que un país rival quiso ejercer una influencia importante en la elección para avanzar sus intereses, ya sea perjudicar el proceso electoral para plantar duda en el resultado y crear confusión, u obtener beneficios como el levantamiento de las sanciones que pesan sobre el Kremlin.
Se sabe que selectivamente se penetraron comunicaciones internas para perjudicar al candidato considerado como el más desfavorable para Rusia. Esto también pasó en Francia con la intención de ayudar a la extrema derecha nacionalista.
Ya son conocidos los numerosos contactos y reuniones de gente asociada a la campaña de Trump con representantes y allegados a Vladimir Putin. Como los esfuerzos de varios de ellos para no revelar esos encuentros cuando lo deberían haber hecho.
En los últimos días también se ha reportado que hackers rusos trataron de penetrar los sistemas electorales en 39 estados durante la elección. Según la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), en Illinois se intentó eliminar o alterar información sobre los votantes.
Los hackers intentaron penetrar los aparatos directamente ligados al conteo de votos, pero no pudieron por la estructura descentralizada del sistema electoral estadounidense. Cada uno de los más de 7,000 condados tienen métodos distintos de votación.
Es irónico que ahora sea Estados Unidos el perjudicado por la intrusión de extranjeros en su elección, cuando en numerosas ocasiones estuvo del otro lado del problema. Eso no quita que haya tomarlo en serio y prevenirlo, para que la próxima vez no tengan éxito.
Una de las maneras, según los conocedores del tema, es eliminar la vulnerabilidad de las máquinas, con una verificación del voto en papel, otra es descartar la idea de una votación por internet.
Es lamentable que la administración Trump no sea parte de la solución. Un ejemplo es el desinterés mostrado desde el primer momento por este tema, según el testimonio del secretario de Justicia, Jeff Sessions, ante el comité legislativo que investiga la interferencia rusa.
Es grave que el presidente reste importancia a este problema, asegurando que es una fantasía para perjudicar su victoria y que el mismo Trump sea parte del descrédito al proceso electoral. Primero como candidato diciendo que iba a haber un fraude si él no ganaba, luego en la Casa Blanca protestando que lo hubo, porque perdió en el voto popular.
Sin una elección con un resultado claro no hay democracia. Para eso es necesario una sistema electoral confiable. La investigación sobre la interferencia rusa debe llegar al fondo en lo tecnológico y lo humano.