Editorial: Un plan de salud macabro

La versión del Senado de la nueva Ley de Salud dejaría a 22 millones sin seguro médico

Un gasto médico inesperado puede llevar a algunos a grandes dificultades financieras. Foto: Getty

Un gasto médico inesperado puede llevar a algunos a grandes dificultades financieras. Foto: Getty Crédito: David McNew | Getty Images

El reemplazo de la Ley de Cuidado Accesible (ACA) de salud que está en el Senado será devastador para los latinos. Ellos fueron los más beneficiados con la legislación del expresidente Obama, y serán los más perjudicados si desaparece.

El estimado de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) del impacto del proyecto de la Cámara Alta calculó que 22 millones perderán la cobertura en los próximo 10 años. De ellos, unos 15 millones quedarán desprotegidos por el impacto que la propuesta tiene en el programa de Medicaid (MediCare en California).

La implementación del ACA permitió que millones de estadounidenses pobres y de clase media tuvieran acceso a una atención médica adecuada. La expansión de Medicaid ayudó a quienes no eran tan pobres como para recibir la asistencia pública ni son tan pudientes como para comprar su propio seguro médico.

El Obamacare, como es conocido el ACA, redujo de un 43.2% en 2010 a un 24.8% en 2016 el porcentaje de latinos en edad laboral sin seguro médico. Los bajos ingresos los ubican en esa posición. Se estima que en 2014 cerca de 17 millones de hispanos recibía cobertura de Medicaid, más de la mitad menores de edad.

La propuesta del Senado es una amenaza para nuestra comunidad porque conduce a la eliminación de Medicare. Al principio mantiene los subsidios para las personas de ingresos menores, luego hace realidad el sueño conservador de matar un programa federal de ayuda pública.

Las propuestas para reemplazar el Obamacare reducirán el déficit de presupuesto por los recortes a Medicare. Ese dinero para la salud de los pobres y la clase media irá en recortes de impuestos a los más pudientes.

La decisión del Senado de posponer la votación sobre su plan, por falta de respaldo, es una buena noticia que se recibe con cautela. La amenaza no pasó.

La Cámara Baja enfrentó el mismo escollo, pero logró superarlo. El Senado parece seguir el mismo camino. Primero lo posterga ante la diferencia entre moderados y ultraconservadores y luego vuelve con una medida más conservadora que la original para ser aprobada.

El liderazgo republicano de la Cámara Alta tiene dinero para negociar el respaldo a cambio de fondos para las demandas de los senadores republicanos opuestos.

El programa de Obamacare pasa por momentos difíciles. Una ley de esa magnitud debió ser reajustada, pero el Congreso de mayoría republicana votó más de 60 veces en favor de derogarla -aunque no tuviera contrapropuesta- en vez de mejorarla.

Los problemas de la ley de salud empeoran en la medida que las divisiones internas republicanas crean incertidumbre sobre el futuro para las aseguradoras que suban las primas y abandonan los Estados.

Esperamos que no se repita lo de la Cámara Baja. Los senadores que entiende que su compromiso es con el bienestar de sus representados, no deben ceder a las presiones.

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