Editorial: Pandillas, un tema complejo
El problema de las pandillas es mucho más complejo que una cuestión policial
“Estamos liberando nuestras ciudades…la gente está gritando desde sus ventanas ‘gracia, gracias.’” Esto parece un relato en la Europa liberada durante la Segunda Guerra Mundial, pero supuestamente es en el Estados Unidos de hoy y el agradecimiento es para la Patrulla Fronteriza y al secretario de Seguridad Nacional, John Kelly.
Así describió hace unos días el presidente Donald Trump a su política contra la pandilla MS-13. No cabe duda de la peligrosidad de muchos integrantes de este grupo, pero la exagerada comparación a un escenario de guerra es una manera de criminalizar a los inmigrantes.
El FBI estima que hay cerca de 33,000 pandillas activas en Estados Unidos, entre las callejeras, las de motociclistas y las presidiarias con alrededor de 1.4 millones de integrantes. La gran mayoría de ellas son estadounidenses.
El área de Investigaciones de Seguridad Nacional de la Oficina para el Control de Aduanas e Inmigración (ICE) en un operativo entre marzo y mayo de este este año realizó 1,378 arrestos. Más de mil fueron estadounidenses, 104 pertenecieron a la MS-13.
Esta pandilla se formó en Los Angeles en la década de los ochentas a raíz de la guerras en Centroamérica. Surgió más tarde en El Salvador por los deportados desde Estados Unidos hasta convertirse en una seria y cruel amenaza a la seguridad pública. Se estima que hay 30,000 miembros en total, 10,000 pueden estar en Estados Unidos.
En los noventas, se reconoció al grupo como una amenaza iniciándose los esfuerzos para deportar a los extranjeros convictos de ser pandilleros, que los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama.
Trump hoy responsabiliza maliciosamente a Obama por la MS-13. La diferencia es que ahora no se espera a que un joven sea convicto de integrar la MS-13 para ser deportado.
Hoy lucir llevar tatuajes, cierta ropa y malas compañías es suficiente para que un joven sea perseguido por pandillero. Reuters reveló un memo de ICE diciendo que el blanco son jóvenes de 16 y 17 con este perfil. Y que parezcan latinos, agregamos.
El problema de las pandillas es mucho más complejo que una cuestión policial. Hay distintos grados de pertenencia, edades y diferentes maneras de neutralizar su influencia. Esto requiere un enfoque integral, que no se toma en cuenta.
La estrategia decidida contra la MS-13 señala es el oportunismo de explotar crímenes aislados para alimentar la fobia anti inmigrante.
Trump imitara el viernes a su ídolo de la Segunda Guerra, el general George Patton, en Long Island, Nueva York, declarará victoria y seguramente repetirá la mentira que él ya deportó a casi la mitad de la MS-13. A esta altura ya no sorprenden los delirios de grandeza del jefe de Estado.
Aunque en realidad, la guerra del Presidente contra los pandilleros adolescentes parece más un Quijote cargado de odio contra los molinos de viento.