Editorial: “No al Neonazismo”
A la hora de las responsabilidades el mandatario apenas atinó a decir que la violencia es de “ambos lados”
El presidente Donald tuvo este sábado la mejor oportunidad para distanciarse de los sectores racistas de su base política. En cambio, puso a un mismo nivel a admiradores del nazismo con sus opositores y así defendió el mensaje de odio de los blancos supremacistas.
La marcha del viernes a la noche de un centenar de personas con antorchas a través de la Universidad de Virginia con saludos nazis y gritando lemas supremacistas y antisemitas fue premonitoria de lo que iba a ocurrir en la manifestación organizada organizada para el día siguiente bajo el lema de “Unidad de la derecha” en Charlotsville, Virginia.
A no confundirse. Una cuestión son los millones de simpatizantes de la derecha política, otra son los manifestantes que se presentaron con cascos, escudos, gritando ¡Heil Trump!, listos para una batalla campal con quienes se oponen públicamente a esta expresiones de odio.
En este tipo de eventos es normal que haya un ejército de policías que los mantenga separados. Esto no ocurrió en varios momentos de la protesta, lo que permitió las agresiones.
Trump tuvo la oportunidad de poner en claro que los símbolos nazis y el racismo no tienen nada que hacer en una manifestación en tierra estadounidense, aunque sean permitidos por la libertad de expresión.
Ese era el momento para que el Presidente condene a los racistas seguidores del Ku Klux Klan, de Hitler que dicen estar en la manifestación para “cumplir las promesas de Donald Trump”, como lo expresó el ex líder del KKK, David Duke.
Pero no lo hizo. Esta es una presidencia cobarde.
A la hora de las responsabilidades el mandatario apenas atinó a decir que la violencia es de “ambos lados”.
El senador republicano y ultraconservador Ted Cruz no tuvo problemas de calificar como “terrorismo doméstico” el que un automóvil haya atropellado a los opositores de los racistas, matando una persona e hiriendo otras. Esa misma acción tan rápidamente condenada por Trump numerosas veces cuando ocurre en Europa no fue comentada.
El domingo una declaración anónima desde la presidencia dice que la declaración de Trump -aunque no lo haya mencionado- fue una condena a los blancos supremacistas. En la Casa Blanca del estratega presidencial nacionalista, Steve Bannon, parece que nadie se atreve a asociar su nombre a una crítica hacia los neonazis.
Es muy triste que al temor a perder seguidores racistas predomina por sobre la indignación de la grandísima mayoría de estadounidenses. Es inadmisible tolerar el neonazismo como si esta ideología representara un valor nacional.
Las tensiones raciales en nuestro país son largas y profundas. A lo largo de la historia el racismo resurge con virulencia. Ese el momento de mostrar liderazgo y ponerle un parate.
Es muy bueno que haya republicanos que condenen este cáncer que hoy se formó en sus filas. Le toca a Trump mostrar agallas en esta oportunidad histórica en vez de arrodillarse ante los racistas y neonazis.