La deportación de los Sánchez, “un día vergonzoso para los Estados Unidos”

El matrimonio Sánchez, una pareja honrada y trabajadora, fue expulsado del país en un nuevo caso de desintegración de familias causada por la ruda política migratoria del gobierno de Trump

María y Eusebio Sánchez, vecinos de Oakland, con dos de sus hijas, poco antes de que el matrimonio fuese deportado a México. (Fernando A. Torres / La Opinión de la Bahía)

María y Eusebio Sánchez, vecinos de Oakland, con dos de sus hijas, poco antes de que el matrimonio fuese deportado a México. (Fernando A. Torres / La Opinión de la Bahía) Crédito: Fernando A. Torres / La Opinión de la Bahía

En una acción “absolutamente desprovista de humanidad” como comentó la senadora demócrata Dianne Feinstein, el gobierno federal hizo oídos sordos a las numerosas peticiones para evitar la desintegración de la familia Sánchez. “Este es un día vergonzoso para los Estados Unidos”, añadió  la senadora.

Nada pudo evitarlo. Cerca de la medianoche de la brumosa noche del miércoles pasado, María y Eusebio Sánchez fueron deportados. Esta familia de gente honrada y trabajadora no coincide con las características de “hombres malos” que Donald Trump ha clamado que se propone deportar.

“Esto es, simplemente, una farsa, una evidencia de que la política de inmigración de Donald Trump no es más que un programa de odio, de deportación, dirigido a familias respetuosas de la ley. Es vergonzoso y se opone a los ideales fundacionales de este país”, dijo la frustrada senadora Feinstein después de varios intentos para detener la deportación de los Sánchez.

En medio de llantos y prolongados abrazos, la pareja junto a su hijo Jesús, de 12 años, quien es ciudadano estadounidense por nacimiento, partieron con destino al Estado de Hidalgo, México, después de varios días llenos de emociones, gestos de solidaridad y espera de algún respiro humanitario por parte de las autoridades de Inmigración y Aduanas (ICE) de Estados Unidos. En este país se quedaron las tres hijas de los Sánchez: Elizabeth de 16 años, Melin de 21 y Vianney de 23.

Así, culminan más de 15 años de trámites y papeleos legales, después que el matrimonio Sánchez ingreso al país sin documentos hace más de 20 años. El caso de esta familia es un ejemplo que demuestra crudamente una realidad que afecta a miles de latinos a lo largo del país: la separación y desintegración de humildes familias trabajadoras.

El caso logró la atención de la comunidad del área de la Bahía porque esta familia residente en la ciudad de Oakland es todo lo contrario de lo que dice la propaganda gubernamental sobre las personas que son prioridad para las deportaciones.

En una manifestación el pasado lunes, frente al Hospital Highland donde María trabajaba como enfermera en el Departamento de Cardiología, más de 200 personas, entre ellas doctores y trabajadores de la salud, realizaron una manifestación en apoyo a la familia.

Allí María dijo que el dolor mayor es dejar a sus hijas: “Yo veo que ellas están sufriendo mucho y si ellas están sufriendo… ¿cuánto sufren aquellos niños chiquitos que sus papás son arrestados en sus casas o cuando los van a dejar a la escuela? Ese es el peor trauma que un niño puede pasar. Todas las personas que están haciendo bien por este país deben de tener la oportunidad de estar, de mantener a sus familias juntas”.

El matrimonio emigró desde México con su hija mayor Vianney, quien es beneficiaria del programa DACA para jóvenes traídos al país cuando eran menores de edad. Los otros tres hijos son ciudadanos estadounidenses por nacimiento. María estudió ingles y luego enfermería y Eusebio trabajó en la construcción y luego estudió para ser chofer de camiones.

Eusebio dijo que ellos siempre han trabajado duro y nunca han pedido ayuda social ni siquiera becas para sus hijas. “Nunca hemos estado en ningún crimen, nunca hemos dependido del gobierno, ni siquiera para los estudios de nuestros hijos. Siempre mi esposa y yo hemos trabajado duro para soportar los gastos. Pagamos los taxes, respetamos todas las leyes, no nos metemos en ningún problema… porque vinimos a este país a superarnos, no a causar problemas, ni queremos ser una carga”.

La segunda hija, Melin, estudia biología humana en la Universidad de Santa Cruz. Ella dijo que la embargaba una gran tristeza “porque yo no creo que mis papas merezcan que se salgan de país porque no han hecho nada malo. Lo que quieren para nosotros es que tengamos una vida mejor que la que ellos han tenido. Y yo tengo el derecho de que mis papás este aquí conmigo cuando (termine) la universidad”.

Carl Shusterman, el abogado de la familia, dijo que Feinstein propondrá en septiembre un proyecto de ley específico para proporcionarles tarjetas verdes de residencia y mantener a la familia Sánchez unida. Sin embargo expertos han dicho que es muy difícil que este tipo de leyes sea aprobado por el Congreso.

De todas maneras, la decisión quedaría en exclusiva discreción de ICE.

La vocera de ICE, Lori Haley, dijo que en “los últimos 15 años, el caso… ha sido sometido a una exhaustiva revisión a múltiples niveles. Los tribunales han sostenido sistemáticamente que ninguna de estas personas tiene una base legal para permanecer en los Estados Unidos”.
Unas de las doctoras del hospital, Jessica Herrera, dijo que en estos momentos hay una escasez de enfermeras y que no tiene sentido deportar a una. “No se dan cuenta de la consecuencia de eso, de separar a las familias, de sacar a una persona profesional de un hospital que está dando cuidado a pacientes. Esta no es una ‘mala mujer’. Ella es una enfermera que da del amor de su corazón a personas que no tienen mucho”, concluyó Herrera.

Apoyo a la familia Sánchez

Amigos de la familia han abierto una cuenta en línea captar donaciones en el sitio GoFundMe: www.gofundme.com/supportmariarn

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