Editorial: Una decisión cruel y cobarde

Trump comprendió que los llamados “soñadores” son un grupo con características muy distintas a la mayoría de los indocumentados

Activistas detenidos durante las protestas por eliminar DACA en NYC.

Activistas detenidos durante las protestas por eliminar DACA en NYC. Crédito: Drew Angerer/Getty Images

Cruel y cobarde es la decisión del presidente Donald Trump de dar fin al programa de DACA. Ese que protege temporalmente de la deportación a más de 800,000 personas que fueron traídos como menores de edad antes de junio del 2007 por sus padres indocumentados.

Esta es la culminación de una farsa diseñada por el sector antiinmigrante Republicano para forzar la mano de un Presidente que estaba reticente a cumplir la promesa electoral de deportar a estos beneficiarios.

Trump comprendió que los llamados “soñadores” son un grupo con características muy distintas a la mayoría de los indocumentados.

Continuó con el programa, pero no tuvo el valor de defenderlo ante los enemigos de DACA dentro de su gobierno y la necesidad de congraciarse con lo más extremo de su base política.

La presión de una demanda judicial de 11 Estados, con el guiño del secretario de Justicia, Jeff Sessions, en contra de DACA permitió que el mismo Sessions decida que no la defenderá en los tribunales por considerarla inconstitucional.

Es una broma de mal gusto que Trump esconda su responsabilidad detrás del Congreso más inoperante en décadas. Que le pida que resuelva en seis meses una acción de inmigración que se negó a hacerlo por años.

Es más, el antecedente legislativo de votos en la Cámara Baja en contra de los “soñadores”, los beneficiarios de DACA, hace que la decisión equivalga a enviar las ovejas a los lobos para que las ayuden.

Esto expondrá gradualmente a la deportación a cientos de miles de personas que confiaron en un gobierno, le dieron sus huellas digitales, direcciones y pasaron por una averiguación de antecedentes delictivos.

La mayoría de los estadounidenses respalda a los soñadores que son estadounidenses en todo, menos en haber nacido en esta tierra. El gobierno de Trump desafía el sentido común con esta acción.

Los extremistas que dominan el poder Republicano son los que hablan de delincuentes y de amenaza a la seguridad pública. Son los que dicen que la expulsión creará vacantes para los desocupados.

Sessions es un ejemplo de esa hipocresía. Repite una y otra vez de la necesidad de respetar la ley, de no dejar que dominen “los caprichos políticos y las tendencias personales”. Eso no lo dijo cuando Trump indultó irregularmente al ex Sheriff Arpaio.

La lectura de la ley de la administración Trump castiga a los hijos de quienes cometieron el acto ilegal y perdona al que deliberadamente desobedece las órdenes de los tribunales. Es un mundo al revés.

Es un universo en que se justifica la crueldad hacia los inocentes, diciendo que soluciona los problemas de la mayoría. Es un sitio en donde la cobardía permite que los demagogos antiinmigrantes tengan más influencia que el mismo presidente.

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