Editorial: “La gran mentira del Plan de Reforma Fiscal”

La meta del recorte de impuestos no es el beneficio de la economía de todos sino especialmente de aquellos con altos ingreso

Ciudadanos se manifestaron esta semana en Florida contra la reforma fiscal aprobada hoy en el Senado. D

Ciudadanos se manifestaron esta semana en Florida contra la reforma fiscal aprobada hoy en el Senado. D Crédito: Joe Raedle | Getty Images

La reforma de impuestos es la primera parte de una transferencia de riqueza que aumenta la disparidad económica, la que ya alcanza una cifra récord. La deshonestidad del proceso en el Senado fue digno del impacto perverso que tendrá la ley en la mayoría de los estadounidenses.

La mentira que el gigantesco recorte impositivo al sector privado iba a generar una bonanza económica que cubrirá el costo quedó al descubierto con el último análisis legislativo que, en la mejor de las condiciones, estimó que la medida crea un déficit de un billón de dólares.

La meta del recorte de impuestos no es el beneficio de la economía de todos sino especialmente de aquellos con altos ingresos. En realidad  a la larga es un aumento de impuestos a los que ganan por debajo de los 75,000 dólares anuales. Más de la mitad de la población en un país en que el ingreso medio es de 58,000 dólares anuales.

Esta es una dádiva al sector empresarial que la paga el contribuyente individual. Por ejemplo, el recorte de impuestos es ilimitado para los negocios, pero tiene fecha de vencimiento para la gente; las empresas podrán deducir impuestos estatales y locales, los individuos no.

La explicación de la diferencia entre uno y otro es que la misma deducción al contribuyente fue considerada como demasiado cara para el déficit.

El colmo de la hipocresía se avecina con la nueva prioridad ya anunciada por el presidente Trump, el presidente de la Cámara Baja Paul Ryan y el senador Marco Rubio. Los tres de una manera u otra hablan de reducir el gasto social del gobierno.

O sea que,  para pagar el déficit gigantesco que deja el recorte de impuestos a las empresas y Wall Street, hay que reducir la asistencia social a los más necesitados, hay que posponer las jubilaciones y congelar los pagos del Seguro Social y los jubilados tiene que pagar más de su bolsillo las medicinas.

Nada importó, menos el déficit, cuando se puso a votación una ley de 500 páginas que se terminó de redactar momento al voto. Muchos senadores no sabían los detalles de lo que votaban. De los beneficios que los cabilderos lograron poner a último momento para ayudar a sus industrias. Sí conocían que la meta de dar dinero a sus donantes corporativos ya estaba en el proyecto de ley.

Ahora ya se habla que los pobres y los jubilados cuestan mucha a las arcas del gobierno, recién vaciadas con el recorte. Esperamos que  en esta segunda parte haya republicanos que piensen más en la gente que con los impuestos.

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