Editorial: Las mujeres están hartas de abusos
No se puede elegir a un funcionario cuya hoja está manchada por ese tipo de casos
¿Qué se puede hacer con los políticos que son acusados de hostigamiento sexual? Depende de quien lo vea, se les puede exigir su renuncia o elegirlos a un puesto de poder.
Estas son las opciones que se presentan hoy. Esto indica una profunda distorsión de la diferencia entre lo bueno y lo malo, entre lo que se quiere creer y negar, y una flexibilidad en los principios por conveniencia política.
No debe caber duda de qué es lo correcto. Nadie que haya hostigado de acción o de palabra a una persona en el pasado puede estar en una posición de poder político. Lo tolerable de ayer, es lo inaceptable de hoy.
Las mujeres se cansaron de ser las víctimas silenciosas de las palabras, los gestos y los actos ofensivos de parte de muchos hombres, ya sea por malicia o ignorancia. Se está perdiendo el temor para hablar sobre el dolor y el enojo contenido, en algunos casos por mucho tiempo.
Es el momento de escuchar a las mujeres, respetar su experiencia y tomar en serio su denuncia.
La posición del senador demócrata Al Franken se hizo insostenible cuando, primero las mujeres de su bancada y después los hombres, le quitaron su respaldo ante las denuncias de varias mujeres de haber sido tocada o besada sin su consentimiento en el pasado.
La renuncia fue el paso lógico de Franken, como fue la del congresista John Conyers. No obstante, ambos rechazaron algunas de las acusaciones o recuerdan los hechos en cuestión de otra manera.
La otra cara de la moneda es el presidente Donald Trump y el candidato republicano al senado por Alabama Roy Moore. En estos casos las acusaciones y las pruebas en su contra son más contundentes.
A Trump se le escuchó decir con orgullo como les mete la mano y toquetea a las mujeres porque es famoso. A Moore se le acusa de haber acosado a menores de edad. Al primero se lo eligió presidente, el segundo tiene todo el respaldo partidario, y por supuesto el de Trump, para la elección del próximo martes 12.
Lo irónico es que la base fundamentalista cristiana y muchos conservadores que defienden los valores morales son los que respaldan a Trump y Moore. Quienes no dudaron en condenar el carácter del expresidente Bill Clinton son los que eligen a una persona que se enorgullece de manosear mujeres y respaldan a un individuo acusado varias veces de pedofilia.
La hipocresía en este caso es una perversión de la política. Es la falta de valores y de coraje para enfrentar al acusado y escuchar a la denunciante. Es la pérdida de toda credibilidad moral de los republicanos y de su base que respalda este accionar.