Amparados con TPS prefieren las sombras antes que regresar a sus países
Líderes de la Iglesia Metodista de varios estados llegan a Los Ángeles para exigir a las autoridades que dejen a beneficiarios del TPS quedarse
Evelyn Hernández dice que los beneficiarios del Estatus de Protección Temporal (TPS) como ella no tienen contemplado ni planeado regresar a vivir a sus países de origen.
“Yo a El Salvador no regreso. ¿Para qué? Aquí están nuestros trabajos, nuestros hijos, nuestras familias. Mi vida está aquí con ellos. Aunque tengamos que vivir en las sombras pero aquí nos quedamos”, responde con firmeza a la pregunta de si se está preparando para regresar a El Salvador.
En 2001, después de dos fuertes terremotos en El Salvador, el entonces presidente George W. Bush permitió que los salvadoreños que vivían en Estados Unidos antes de febrero de 2001 pudieran solicitar el programa TPS que les concede un permiso de trabajo y evita la deportación. Desde esa fecha, el TPS ha sido renovado cada 18 meses.
Pero el año pasado, el Departamento de Seguridad de la Nación anunció la cancelación del TPS no solo para El Salvador sino para Haití, Nicaragua y Sudán, lo que desencadenó un profundo sentimiento de incertidumbre entre cientos de miles de familias que temen ser separadas de sus seres queridos.
A los Salvadoreños como a Evelyn Hernández, el gobierno de Trump les dio 18 meses de permiso para permanecer en el país, los cuales se vencen el 9 de septiembre de 2019. “18 meses se van rapidito”, dice esta madre de tres hijos de 21, 20 y 18 años que nacieron en Estados Unidos
Ella llegó a Estados Unidos en 1992 y en 2001 se benefició con el TPS.
Hernández fue parte de una marcha que salió de la placita Olvera hasta el edificio federal del centro de Los Ángeles, organizada por 52 pastores que vinieron de diversas iglesias metodistas de los estados del oeste de país.
“Me siento afortunada de gozar y conocer la libertad de los Estados Unidos. Aunque ahora estamos en un cautiverio migratorio, estoy luchando al mismo tiempo por una legalización”, dice Hernández.
Se estima que de El Salvador, hay 205,000 amparados con el TPS, 30,000 de Honduras y menos de 10,000 de Nicaragua.
No se van a ningún lado
Para los hondureños la decisión de si se amplia o no el TPS fue pospuesta en noviembre pasado por seis meses.
Martha Connor, una hondureña amparada con el TPS quien lleva en el país 30 años afirma que ellos no piensan regresar a Honduras.
“No vamos a ningún lado. No es una opción, salir de los Estados Unidos. Aquí está mi familia, mis tres hijos de 25, 23 y 21 años y mis nietos. Eso sí, si nos estamos movilizando, luchando por una residencia permanente para los Tepesianos”, precisa.
El pastor Guillermo Torres de Clérigos y Laicos Unidos por la Justicia Económica (CLUE) explica que decidieron hacer una marcha y manifestarse en el centro de detención de ICE de Los Ángeles para hacer pública la incertidumbre bajo la que viven las familias Tepesianas. “Las vidas de muchas familias inmigrantes han sido interrumpidas y destruidas”, externa
“Es inhumano e inmoral decirles que se regresen a países llenos de violencia e incertidumbre”, enfatiza.
Los líderes de la Iglesia Metodista Unida de los estados del oeste de la nación llegaron a Los Ángeles para solidarizarse con las familias Tepesianas.
El reverendo Jorge Luis Domínguez de la Iglesia Metodista sostiene que vinieron a Los Ángeles con un mensaje de apoyo a los inmigrantes que han estado aquí por mucho tiempo.
“No merecen ese trato que les da la administración actual. El mensaje del evangelio es de hospitalidad, y ellos son parte de la comunidad”, dice.
Y lamenta que sean orillados a vivir con miedo a causa de las deportaciones y la división de familias. “Las iglesias estamos dándoles santuario, enseñándoles sus derechos, preparándolos para ir a las cortes y dándoles un mensaje de esperanza y ayuda a las familias de inmigrantes que está sufriendo tanto”, subraya.
Tepesianos que encuentran alivio
Alicia Zúniga, una hondureña quien vino al país en 1988 y se amparó con el TPS en 2009, dice que por suerte para ella la pesadilla ha terminado. “Comencé a solicitar la residencia poco antes de que se anunciara la cancelación del TPS. Muchos amigos me insistieron en que lo hiciera. Nunca imaginé lo que se venía. Ahora estoy en el proceso de solicitud de la residencia a través de mi único hijo de 25 años nacido en Estados Unidos”, explica.
Zúniga a diferencia de Hernández y Connor tiene una entrada legal al país.
“Si no fuera por eso, me sentiría terrible. De todas maneras, sigo en la lucha por todas las familias Tepesianas porque no hay manera de que regresar a nuestros países. Hemos vivido aquí toda una vida. Como yo, muchos hemos permanecido más años en Estados que en los países donde nacimos”, expone.