Editorial: Otra baja en la era de Trump

El retiro de Paul Ryan inquieta a los republicanos

Paul Davis Ryan se desempeñó como presidente de la Cámara de Representantes.

Paul Davis Ryan se desempeñó como presidente de la Cámara de Representantes. Crédito: Chip Somodevilla/Getty Images

Cuando el capitán de un barco en problemas huye, es señal de que la nave se va a pique.

El retiro del presidente de la Cámara Baja, y tercero en línea a la presidencia, Paul Ryan, no sorprende. De todas maneras es inquietante por lo que dice del presente del Partido Republicano y su futuro legislativo. No hay nada bueno para ninguno de los dos.

La salida de Ryan reafirma el control del populismo trumpista en la agenda legislativa. Esta baja en el tope del liderazgo crea más dificultades para mantener el control republicano del Congreso en medio de un éxodo de más de 40 congresistas.

Ryan llegó a presidir la Cámara Baja en octubre de 2015 como el único congresista con el suficiente respeto como para unir una bancada dividida por la inflexibilidad del ultraconservador Freedom Caucus, que hizo la vida imposible a su predecesor. El legislador ganó su reputación como el conservador económico especialista en impuestos y presupuesto, además de haber acompañado la candidatura presidencial de Mitt Romney.

El período de Ryan al frente de la Cámara es corto, considerando que se retira por su propia decisión para estar con su familia. En este tiempo mantuvo un delicado equilibrio entre la incertidumbre de la Casa Blanca y las divisiones en la bancada.

El congresista simboliza una vergonzosa realidad política. Es un líder republicano al que nunca le gustó el candidato ni el presidente Trump, pero su sueño de una reforma impositiva lo llevó al maquiavelismo de ser facilitador de los excesos del mandatario.

Su legado serán los próximos déficits de presupuesto a ser pagados con aumentos en los gravámenes del estadounidense medio. Su frustración, por suerte, es una reforma del presupuesto basada en las reducciones de Medicare, Medicaid y el Seguro Social.

Nuestra frustración es que Ryan no haya podido ejercer una influencia positiva en el área de inmigración. El congresista es una voz moderada en la cuestión de DACA que, llegada la hora, le cedió el espacio a los antiinmigrantes.

La decisión de Ryan de no presentarse a la reelección el próximo noviembre es un pérdida importante para los Republicanos. El congresista es un importante recaudador de fondos cuya efectividad puede verse afectada al buscar respaldo para un Congreso del cual no será integrante.

Hay una crisis partidaria. Es inusual que nueve presidentes de comités camerales renuncien a seguir en puestos de jerarquía y poder. En especial cuando su partido controla las dos cámaras legislativas y la Casa Blanca.

Estos son tiempos inusuales. Es la era Trump. La radicalización ultraconservadora de la bancada republicana comenzó en 2010 cuando la influencia del Tea Party llegó al Congreso. La elección de Trump es un síntoma de este fenómeno. El mismo del que huyen legisladores republicanos y que acaba de devorarse a su segundo líder.

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