Muertas que revelaron vínculos entre un cártel y el tráfico de sudamericanas para prostitución

Al menos cinco escort han sido asesinadas en los últimos meses

Ola de violencia en México.

Ola de violencia en México. Crédito: EFE/Archivo

MEXICO.- Kenny Fynol era una joven venezolana de pelo teñido al rubio extremo y grandes ojos verdes cuya belleza no fue suficiente para frenar la furia de su asesino, un hombre de mal carácter con vínculos a la Unión Tepito, el cartel de la droga y la extorsión señalado por las autoridades como uno de los más poderosos en la Ciudad de México.

Brayan Miranda González, sobrino de José Manuel González Hernández alias “El Pozoles”, quien a su vez es un lugarteniente de Roberto Mollado Esparzan, “El Betito”, un líder importante de La Unión afamado por regalar pistolas de oro a sus subordinados, era también el novio de la muchacha, según las indagaciones en proceso de la Procuraduría de Justicia de la CDMX.

La información la dio la institución poco a poco tras la muerte de seis mujeres a lo largo de 2017. Todas ellas tenían como común denominador que ofrecían en el portal Zona Divas servicios sexuales disfrazados de acompañamiento: las venezolanas Wendy Vaneska, Génesis, Adreina y Karen Ailen, así como la argentina Kenny y la mexicana Katya.

Sobre Kenny rodó en las redes sociales un video en la cual ella pedía a su pareja que le diera oportunidad de salir del país. “Ni siquiera puedo llegar al aeropuerto’’, dijo tras la tunda que éste le había dado hasta dejarle un ojo amoratado y la cara medio desfigurada. Poco después apareció muerta.

Kenny Finol al denunciar la paliza que le dio su novio.
Kenny Finol al denunciar la paliza que le dio su novio.

El escándalo por el perfil de los casos que apuntaba a trata de personas vulnerables por la situación económica y política de sus países obligó a las autoridades a seguir el rastro al portal. En abril pasado realizó una redada a una colonia donde vivían 18 mujeres (10 venezolanas, siete colombianas y una paraguaya), hacinadas en cuatro inmuebles que fueron asegurados para su extensión de dominio.

Paralelamente detuvo y sometió a proceso judicial a Antonio Santoyo Cervantes, dueño del portal que se promovía como “empresa socialmente responsable’’, quien junto con la operadora, Evelyn Fabiola  Romero Abreu y algunos presuntos miembros de la Unión Tepito son acusados de tráfico de personas.

Romero Abreu presuntamente fue la encargada de llevar a alrededor de 3,000 mujeres ante un notario en el Estado de México para firmar un contrato y subir de manera legal sus imágenes desnudas a la página de internet. El portal de sexoservicio fue cerrado el viernes 20 de abril.

Según testimonios recopilados por la Procuraduría de Justicia de la CDMX a algunas de las víctimas las traían de sus países con engaños de jugosos contratos en el espectáculo o, si eran sexoservidoras independientes, les ofrecían una cartera de clientes y una cartera de promoción de imágenes a cambio del 15% de las ganancias. Si no querían ser parte de Zona Divas, las amanazaban con delatarlas con sus familias.

Algunos de los tratantes de la Unión de Tepito seducían o intimidaban a víctimas que les gustaban. Karen Ailén Grodzinki, asesinada en México el pasado 27 de diciembre, se había casado con un comerciante dedicado a la venta de artículos deportivos y ropa en el Barrio de Tepito (donde opera el cartel) quien declaró que el matrimonio celebrado en julio del año pasado fue para que Karen tuviera la nacionalidad mexicana.

Pero otras versiones afirman que sí tenían una relación y que él la habría matado por celos.

“Lo que hay que rescatar del tema de Zona Divas es que se termina criminalizando y señalando como ”prostitutas”  a  mujeres que están realizando trabajo sexual; su cuerpo es visto desde una cultura machista, que abusa y discrimina este tipo de prácticas’’ , observó la analista Amneris Chaparro, Investigadora del Centro de Investigación en Estudios de Género, Universidad Nacional Autónoma de México.
“Esto hace más complicado entender las condiciones por las que llegan a dichos trabajos y que hacen falta regulaciones legales para quitar cargas culturales y que otras mujeres no pasen por lo mismo’’.

EL DATO

Según INEGI hay alrededor de 800,000 trabajadoras sexuales en todo el país, aunque la cifra ni puede ser exacta porque muchas de ellas se mueven en lo clandestino.

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