Editorial: no a la destitución de Josh Newman

Rechazamos contundentemente la destitución del senador estatal Josh Newman, una iniciativa que es el acto desesperado de unos malos perdedores.

La victoria del demócrata Josh Newman en el tradicionalmente conservador condado de Orange pone de manifiesto un cambio ideológico en la población local. Ahora lo quieren destituir.

La victoria del demócrata Josh Newman en el tradicionalmente conservador condado de Orange pone de manifiesto un cambio ideológico en la población local. Ahora lo quieren destituir. Crédito: Campaña Josh Newman for State Senate

El pecado del senador estatal Josh Newman (D-Fullerton) fue haber ganado con justicia, y de acuerdo con la ley, su escaño en Sacramento, California. El actual movimiento lanzado para destituirlo en su distrito es solamente una acción de quien no sabe perder, basada en una mentira.

La victoria de Newman el año pasado fue sorpresiva. Pocos anticiparon que un líder comunitario y veterano de guerra demócrata, sin experiencia política, podía ganar a la exasambleísta Lin Lin Chang en un distrito tan históricamente republicano como lo es el 29.

Pero Newman triunfó, aunque por una diferencia ajustada de menos de 2,500 votos en un total de casi 318,000. Nadie disputó la validez de la victoria en su momento, lo que le dio el derecho al vencedor de representar al distrito en el Senado hasta noviembre de 2020.

Sin embargo, la decisión de los votantes no es importante para los republicanos del distrito. Como perdieron en las urnas, ahora quieren ganar destituyendo al senador legalmente elegido.

Todo comenzó cuando un comentarista radial de la extrema derecha, Carl DeMaio, responsabilizó a Newman de ser el voto decisivo en el Senado para pasar una ley que aumentó el impuesto de la gasolina para pagar la inversión en infraestructura vial y de transporte.

Lo dicho por DeMaio es falso. El voto clave fue el del senador Anthony Cannella, el único republicano que apoyó la medida respaldada por todos los demócratas, incluyendo obviamente a Newman.

Pero la estrategia republicana es señalar a Newman como el eslabón más débil de la cadena que forma la supermayoría demócrata en el Senado. DeMaio llamó a Newman una “gacela débil” y decidió acusarlo de ser el responsable del aumento de impuestos impopular entre los republicanos.

Históricamente, la elección de Newman, en un distrito que abarca porciones de los condados de Los Angeles, San Bernardino y Orange, refleja el cambio demográfico del área. Es que, por ejemplo, Anaheim, la ciudad más grande de Orange que integra el distrito, ya no tiene una mayoría blanca.

La transformación regional de un bastión republicano a una alternativa demócrata se está viendo desde hace tiempo.

Sin embargo, en el distrito 29 del Senado los republicanos se niegan a aceptar esta realidad. Por eso recurren a un instrumento extraordinario, como una elección de destitución, que solo se utiliza en casos de corrupción real o de incumplimiento de funciones.

Es antidemocrático querer destituir a un legislador por votar como quiere la mayoría de los votantes que lo eligieron. Los electores del distrito 29 eligieron a un demócrata. Newman votó como un demócrata. Es clarísimo.

El movimiento para destituirlo surge de un gritón radial que desparrama mentiras y una frustración de los republicanos que se niegan a reconocer que perdieron en un contienda justa. Que su mensaje y su candidato no ganó la mayoría de los votantes.

Así de facil.

La opción en una sociedad democrática es votar por el rival de Newman en 2020 y no promover su caída. Hoy hay que rechazar contundentemente su destitución, una iniciativa que no es sino el acto desesperado de unos malos perdedores.

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