Caravana hacia Juchitán: “Soy Yoni, de Honduras, ¿Quién ofrece refugio?”

Muchas de estas familias solo están en busca de paz

La caravana migrante camino a Tepanapepec desde Arriaga, Chiapas.

La caravana migrante camino a Tepanapepec desde Arriaga, Chiapas. Crédito: Gardenia Mendoza | La Opinión

TEPANATEPEC.- Los Hernández se lo piensan dos veces antes de dar cada paso: con 14 miembros, tres niños a cuestas y Britani, la más pequeña de ocho meses, tiene síndrome de Down. Pensar en ofertas de asilo que hizo el presidente Enrique es una tentación, pero la desinformación de esta oferta es tal que ellos se imaginan lo peor.

“Es que no sabemos de qué se trata, ¿y si nos llevan con engaños a Migración? ¡Nosotros no queremos regresar a San Pedro Sula!”, dice Orlando Hernández, poco después de que autoridades de Migración y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos salieron al paso en la carretera entre Arriaga y Tepanatepec con apoyo de la Policía Federal para informar lo que ofrece el presidente Enrique Peña Nieto.

Que si no salen de Oaxaca y piden asilo aquí tendrán servicios médicos y empleo temporal, que México quiere ayudar, pero tienen que seguir los pasos de la ley y que el plan se llama “Estas en tu casa”.

Orlando y su familia no escucharon nada: iban varios kilómetros atrás de la vanguardia de los más de 3,500 integrantes de la Caravana Migrante y estaban más preocupados por la fiebre y la inquietud de Britani, quien no deja de llorar en brazos de nadie, ni porque ya le cambiaron el pañal ni porque le dan leche o platanito con una cuchara.

Para colmo, observa la mamá de la niña, ni siquiera pueden aspirar a pedir “jalón” (aventón) porque manipular la carriola y a los tres menores para subirlos a un tráiler y una camioneta sería arriesgarlos a la muerte. Así que tienen que caminar y así pretenden seguir los más de 1,600 kilómetros hasta la frontera con Texas

-¿Qué es Oaxaca?- pregunta Orlando.

Como los Hernández, los diversos grupos de migrantes que integran el éxodo se sienten confundidos. “Yo sí quiero asilo, porque mi papá es policía en Honduras y yo estoy amenazado: a mi hermano lo mataron hace dos años, pero ¿a dónde voy?, ¿quién me puede recibir?”, pregunta Yoni Hernández, un muchacho de 23 años. “Dígame qué hago”.

La noche anterior, Irineo Mújica, dirigente de la organización Pueblos sin Fronteras, que acompaña el éxodo, dijo que la decisión de tomar la propuesta del gobierno federal era decisión de “cada uno de los migrantes”, pero lamentó que la oferta se condicionara a no salir de Oaxaca y Chiapas.

Aquí no hay tanto trabajo como en la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey se crearía una crisis humanitaria… Además deben de incluir en el diálogo al gobierno entrante de Andrés Manuel López Obrador”

“Nosotros no queremos negociar con Peña sino con Trump”, respondió Jonathan Sánchez, un deportado de San Pedro Sula cuyas hijas viven en Houston y para allá va aferrado a un doble remolque a lado de Yony a quien conoció en el momento que saltó.

El tráiler que en situaciones normales carga vidrios y aluminio se sumó al numeroso grupo de transportistas que voluntariamente se detienen para montar a los centroamericanos. Yony se aferra a la barra de metal y recuerda a su padre. Se entristece. Los policías están entre la espada y la pared en Honduras, particularmente en San Pedro Sula, donde se gestó la caravana y arrancó el 13 de octubre.

La caravana migrante camino a Tepanapepec desde Arriaga, Chiapas.

Dentro de poco, Yony se mira en México o Estados Unidos. ¿Tendrá más suerte que otros? Al medio día del sábado Sin Fronteras dijo que un padre guatemalteco denunció la separación de su hijo en Tapachula por parte de agentes de migración que se lo llevaron en bus donde iban 60 adultos. Pasó casi un día para que se lo devolviera.

Mientras tanto, el padre de Yony sigue en Honduras, en medio de “los cárteles”. Es triste, triste. Y a Yoni le brotan las lágrimas.

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