La carta de Einstein en la que dice que Dios es producto de la “debilidad humana”
La correspondencia será subastada en Nueva York
Es una de las cartas más famosas de Albert Einstein y en la subasta que celebra Christie’s este martes en Nueva York el precio va a estar acorde.
Quien quiera llevarse a casa la misiva firmada que el físico envió desde Princeton, Estados Unidos, al filósofo judío alemán Eric Gutkind tendrá que desembolsar entre 1 y 1,5 millones de dólares.
El lote lo componen además el libro de Gutkind “Escoger la vida: la llamada bíblica a la rebelión”, que el autor envió a Einstein, el sobre original y una foto del filósofo.
Con la célebre “Carta de Dios”, Einstein fusiona sus pensamientos sobre la religión, su identidad judía y su propia búsqueda del sentido de la vida, al tiempo que refuta los argumentos que Gutkind desarrolla en la obra.
La carta, de dos páginas y escrita en alemán, está fechada 3 de enero de 1954. Einstein tenía entonces 75 años y moriría en Estados Unidos un año después.
Dios y la Biblia
Aunque la carta empieza de forma muy diplomática, no deja lugar a dudas sobre la crítica que hace al libro. “La palabra Dios no es para mí más que la expresión y el producto de la debilidad humana“, escribía el físico de su puño y letra.
Con un lenguaje llano y sin florituras, Einstein califica la religión judía de “encarnación supersticiosa” como lo son todas las religiones y la Biblia “una colección de leyendas “venerables pero bastante primitivas”.
“Ninguna interpretación, sin importar cuán sutil sea, cambiará mi punto de vista sobre esto”.
“Y el pueblo judío al que pertenezco gustosamente, y en cuya forma de pensar me siento profundamente anclado, no tiene para mí ningún tipo de dignidad diferente a la del resto pueblos. Según mi experiencia, en realidad no son mejores que otros grupos humanos”, decía el científico.
De acuerdo en lo esencial
“Escoger la vida” fue el tercer libro de Gutkind. En él presentaba la Biblia como un llamado a la lucha, y al judaísmo e Israel como entes incorruptibles. Y aunque Einstein critica abiertamente esto, en su carta señala las cosas que ambos sí tenían en común.
“Ahora que he expresado de forma abierta nuestras diferencias en lo que respecta a las convicciones intelectuales, todavía tengo claro que estamos muy cerca en lo esencial, es decir, en nuestras evaluaciones del comportamiento humano”, escribe Einstein.
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“Creo que nos entenderíamos muy bien si conversáramos sobre cosas concretas”, concluye.
Aunque provenía de una familia judía, el pensamiento de Einstein hacia la religión se moldearía para siempre durante su estadía en Zurich, cuando los libros del filósofo Baruch Spinoza cayeron en sus manos.
El dios de Spinoza era un dios amorfo e impersonal responsable del orden del universo y la impresionante belleza de la naturaleza. Esta línea de pensamiento, que incluye un fuerte sentido del determinismo, resonó profundamente en el científico.
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