Padre e hija agradecen favor de la Virgen de Guadalupe

Manuel Ramírez, su esposa Josefina y su hija Guadalupe

Manuel Ramírez, su esposa Josefina y su hija Guadalupe agradecieron a la “Morenita del Tepeyac” el favor recibido de la madre de Dios, quien intercedió para que la joven sanara de cáncer en la tiroides. (Jorge Luis Macias, Especial para La Opinion) Crédito: Jorge Luis Macias | Impremedia/ La Opinion

Manuel Ramírez, su esposa Josefina y su hija Guadalupe agradecieron a la “Morenita del Tepeyac” el favor recibido de la madre de Dios, quien intercedió para que la joven sanara de cancer en la tiroides.

“Hace cinco años que mi hija fue sometida a su última radiación”, contó Manuel, de 60 años y originario de Puebla, México. “Yo fui personalmente a la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México para rogarle que intercediera por ella ante Dios”.

El parroquiano de la iglesia de La Soledad, en el Este de Los Ángeles, dijo que se hincó de rodillas ante la virgen y así avanzó hasta presentarse ante el retablo que contiene la imagen. “Yo, durante algún tiempo me alejé de la iglesia, a causa del alcohol y por la soberbia”, dijo. “Pero cuando mi hija fue diagnosticada con cáncer supe que tenía que regresar a mi fe y se lo dije a la Virgen”.

En 2008, Guadalupe fue sometida a una primera intervención quirúrgica que duro nueve horas, antes de recibir radiación.

“Yo pensé que si Dios y nuestro señor Jesucristo decían que no, aunque la virgencita dijera que sí, mi hija no se curaría”, record Manuel. “Pero luego pensé también, ¿Qué hay que Dios le pueda negar a su madre? ¡Nada!”.

Fue así como Manuel recuperó la fe y acudió con el padre John Carlos Greeley, un sacerdote de la orden de los Misioneros Servidores de la Palabra (MSP), quien le impuso la unción de los enfermos a Guadalupe, quien a causa del cáncer en la garganta se terminaba 6.5 litros de oxígeno por minuto.

Guadalupe fue diagnosticada de cáncer en 2007; un año más tarde fue sometida a cirugía y tratamiento de radiación, una vez por cada año hasta 2013.

“Tenía que estar aislada por cuatro días después de cada radiación, y no estar cerca de mujeres embarazadas ni de niños”, recordó la joven. “La pastilla de radiación que me daban era muy potente”.

Aunque en un momento el cáncer se le regó al pulmón, ya han pasado cinco años en que ella solamente está en estado de remisión, es decir, bajo revisión para asegurarse que el cáncer no retorne.

“Agradezco la intervención divina”, dice ella, mientras que su padre está feliz por verla sonreír y añade: “Gracias a la
intervención de la virgencita mi hija ha sobrevivido porque Dios también escuchó mis ruegos”.

Hace tres meses, Guadalupe, de 26 años de edad, se graduó con una licenciatura en Español en la Universidad Estatal de California Los Ángeles, a donde planea retornar para obtener una licencia de maestra, que combinaría con su labor de catequista de niños en la parroquia de La Soledad.

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