Mexicanos mantienen vive la tradición de las posadas en el Este de Los Ángeles
Más de 200 personas participan de los villancicos navideños previos al nacimiento del niño Jesús
“En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar, mi esposa amada”, es la primera estrofa del villancico que entonan los “peregrinos” pidiendo posada para la Virgen María y su esposo, San José, pues el niño Jesús está a punto de nacer.
Como ha sido una tradición desde hace 12 años, en el hogar de Jorge Galván, Carlos Torres y Juan Carlos Gaeta al sur de la Calle Ford en el Este de Los Ángeles, casi 200 convidados y vecinos vivieron la alegría decembrina con una gran posada.
En esta ocasión, los personajes de la Sagrada Familia fueron los niños Amy Crisanto, de 6 años quien interpret a “María” y Jacob Gallardo “San José”, mientras que los Reyes Magos venidos de oriente a traerle regalos de oro, incienso y mirra al Niño Dios estuvieron a cargo de los pequeños Luis Montes, 8 (Melchor); Jason Marcos, 6 (Gaspar)
y Jason Marcos, 6 Baltazar).
La posada del fin de semana atrajo no solamente a mexicanos o centroamericanos, sino a invitados que nunca
antes habían sido participes de dicho festejo
“Me encantó la posada”, dijo Jessica Bunge, de origen alemán. “Es la primera vez que participo y es muy bonito”.
Las Posadas
Dado que las posadas son nueve fiestas de carácter religioso, del 16 al 24 de diciembre – es decir, previas a la Navidad – estas aluden al peregrinaje que María y José realizaron cuando ella estaba punto de dar a luz a Jesús. Por un decreto del emperador romano César Augusto, se dirigían a Belén para cumplir con in censo provincial; el emperador quería determinar la riqueza de los territorios bajo su mando y la Sagrada Familia pedía aposento para pasar la noche, puesto que el niño estaba a punto de nacer.
“Me gusta ver y experimentar otras culturas”, valoró Steve Rank, un estadounidense que participó de la celebración. “Me encanta que mantengan vivas sus tradiciones en camino hacia la asimilación de otra gran cultura [en Estados Unidos]”.
Una tradición de amor
Así, el amor y la generosidad enseñadas por sus padres, Bertha Camarena y Francisco Torres, pero sobre todo su abuelita María Castaneda fueron la inspiración que llevó a Carlos Torres, un hombre soltero de 52 años, a mantener viva la costumbre de celebrar la posada navideña.
“Mi abuelita siempre nos inculcó que arregláramos muy bonito el pesebre para celebrar el nacimiento de Cristo”, dijo Carlos, oriundo de Guadalajara, Jalisco. “Ese es el verdadero significado de la Navidad”.
En efecto, su casa muestra por todos los rincones el espíritu navideño con sendas decoraciones de renos,
figuras de Santa Claus, esferas, series de luces multicolores, y el nacimiento de Belén.
La tradición de las Posadas dicta que se hacen visitas a una o dos casas en busca de albergue – que se les niega – hasta que reciben aposento en la morada que organiza la fiesta, en este caso el hogar de Carlos Torres, Jorge Galván y Juan Carlos Gaeta.
“¡Canten fuerte!, ¡Canten todos!”, gritó emocionado Galván y la multitud entonó la última estrofa del villancico: “Entren santos peregrinos, peregrinos reciban este rincón. Y aunque es pobre la morada, la morada os la doy de corazón. Cantemos con alegría, alegría todos al considerar que José y María y María os vinieron a honrar”.
Los recuerdos de México
En la parte trasera de la casa, amplias lonas adornadas con motivos navideños y calefacción artificial esperaba a todos los “peregrinos” a una cena especial con pozole, carne asada en salsa roja y verde, cueritos, birria estilo Guadalajara, arroz, frijoles, pan dulce, champurrado, canela caliente y el ponche de frutas, que es lo tradicional en México.
Así, Carlos, sus hermanos y primos honraron su pasado y su cultura, y evocaron recuerdos de su propia infancia en el sector Libertad de Guadalajara, donde sus padres organizaban la posada en la calle donde vivían.
“Allá las posadas eran muy “padres” [bonitas]”, rememoró. “Teníamos a la virgen montada en un burrito y a San José caminando junto con ella; íbamos cantando villancicos y rezando el rosario y llegábamos a diferentes casas a pedir posada, y al final era en mi casa donde a todas las personas se les daba champurrado, tamales, tacos dorados, sopes y pan dulce”.
Tanto allá como en el Este de Los Ángeles, lo que no podía faltar en la posada fueron las piñatas y los tradicionales bolos o bolsas con colaciones, -un dulce típico de las fiestas navideñas-, mandarinas, caña de azúcar, cacahuates.
“En México, los niños no son tan exigentes; lo curioso es que aquí los niños te exigen chocolates Snicker, M&;M o Kit-Kat, puro dulce americano”, indicó. “Pero poco a poco tratamos de meterle dulces mexicanos a los bolos, porque no queremos que se pierda esa tradición; la gente lo entiende y le está empezando a gustar”.
No obstante, el mensaje de los organizadores de la posada fue que “nadie es más que nadie”, que todos son iguales y que no hay preferencia por ninguna persona. Se trató de convivir y al momento de servir la cena se bendijeron os alimentos y se oró por amigos y enemigos y, por quienes ya murieron.
“Yo no tengo familia aquí más que a mis hijos y me siento honrada de participar con esta familia maravillosa”, dijo María Karina Vázquez, exvecina de la familia Galván que ahora vive en Cudahy. “Ser parte de esta familia es algo especial”.
En esta posada de la generosidad de Carlos y Silvia Torres, Jorge Galván y Juan Carlos Gaeta alcanzó para que los niños fueran parte de una rifa de juguetes, además de obsequios como cobijas, toallas, chocolates y utensilios de cocina para las señoras.
“Seguiremos haciendo la posada cada año porque nos gusta compartir con la comunidad”, expresó Jorge Galván, de 54 años. “En esta casa donde vivía mi abuelita, Tomasita Villalobos, hemos crecido muchos de la familia”.
Las raíces aztecas
Los nueve días de las posadas representan cada uno de los nueve meses de gestación del Niño Dios que habría de nacer en el día de la Natividad o Navidad.
Históricamente en el mes del panquetzaliztili (diciembre) el pueblo azteca celebraba la llegada de su dios de la guerra, Huitzilopochtli, y durante la celebración de 20 días le colocaban banderas en los árboles y estandartes en el templo principal.
Sin embargo, con el sincretismo de las tradiciones indígenas y la religión católica traída por los conquistadores españoles el sentido religioso comenzó a representar el recorrido de María y José que pedían posada de noche
para el nacimiento de Jesús.
Así, la tradición azteca se cambió por las llamadas “misas de aguinaldo” en las que se leían pasajes bíblicos relacionados con la Navidad y se hacían representaciones. De ahí provienen los famosos “bolos” o “aguinaldos” que se dan en México.
“He disfrutado mucho esta posada y he aprendido bastante”, comentó Catherine Graham, una mujer afroamericana que acudió por primera vez participaba de la posada de los Torres y Galván. “Lo importante es que todos mantienen intacto el espíritu navideño”.