Hermanas reciben una sorpresa navideña de las manos del Sheriff

Ambas se han dado a la tarea de críar a 11 pequeños en el área de San Clemente

Patty Gómez y Reyna Vázquez junto a sus hijos, hermanos y sobrinos que tienen a cargo. / fotos: Jorge Luis Macías.

Patty Gómez y Reyna Vázquez junto a sus hijos, hermanos y sobrinos que tienen a cargo. / fotos: Jorge Luis Macías. Crédito: La Opinion

A lo largo de sus vidas, 11 menores —entre hermanos y primos— dijeron haber pasado varias navidades sin un solo regalo.

Eduardo Gómez, de 15 años, anhela tener una linterna y un radio porque es cadete de la policía en San Clemente y su prima Araceli, de 11 años, espera un altavoz porque le encanta la música. Otros se conforman con tener un juguete o, al menos, ropa nueva.

“El año pasado no hubo nada en la casa”, dice en tono triste Patty Gómez. “No había dinero y solo tuvimos una cena chiquita y los niños se la pasaron mirando televisión”.

“Lo bueno fue que a uno de los niños le dieron una canasta con comida en la escuela y ahí venía un pavo”, agrega su hermana Reyna Vázquez .

No obstante, quizás esta Navidad sea diferente.

La razón es que las hermanas, Patty y Reyna, quienes trabajan como dependientes en una tienda Seven-Eleven al norte de El Camino Real en San Clemente recibieron un cheque por 700 dólares, de parte de los alguaciles Jesse Hernández y Jason Van Dusen, miembros del Departamento del Sheriff del Condado de Orange (OCSD).

“A veces venimos a la tienda por un café”, dijo el agente Hernández. “Fue así como conocimos un poco de su historia”.

Gracias a su ejemplo de tenacidad como madres y al hecho de tener que criar, enseñar, formar y dirigir la vida de 11 niños, fue que las hermanas fueron reconocidas e identificadas como las primeras destinatarias de los regalos de Secret Santa (Santa Claus Secreto) —una campaña conjunta de los elementos del OCSD y el Programa de Intervención de Trauma del condado de Orange (TIP).

“Para nosotros es un honor poder ayudar a esta familia”, comentó el agente Van Dusen. “En poco tiempo que conocemos a las hermanas, nos hemos dado cuenta de que son buenas personas”.

Hace unos días, afuera del establecimiento, los niños bajaron de una furgoneta para encontrarse con sus “ángeles” de la Navidad, quienes les obsequiaron una pegatina con el logotipo del OCSD, que todos muy contentos colocaron en su pecho.

“Ellos [los agentes] son unos ángeles caídos del cielo”, dijo Patty. “El dinero va a ser bien usado… Y a ellos, aparte de darle las gracias, le pido a Dios que me los bendiga y me los cuide”.

“Yo les doy las gracias por lo que hicieron por mi familia y mi hija [Araceli]”, dijo Reyna. “Que haya personas que pensaron en nosotros antes que en otras personas que sufren más, es para estar siempre agradecida y le pido a Dios que les multiplique las bendiciones a ellos, a sus familias y a todos sus compañeros de trabajo”.

Los pequeños estuvieron felices de ser una de las familias elegidas para recibir un obsequio de Navidad. / foto: Jorge Luis Macías.

Una familia numerosa

Patty Gómez y Reyna Vázquez provienen de una familia numerosa. En total son nueve hermanos nacidos en Huanímaro, Guanajuato. Algunos viven en Anaheim y Santa Ana, en California, otros en Oregon y en otros estados del país.

“Andamos por todos lados, repartiendo amor”, bromea Reyna.

Ambas hermanas son madres solteras. Patty —la mayor de la familia, de 32 años— es madre de siete hijos: Eduardo, 15; Luis, 13 y David Palacios, 12, y de Brisa, 11, Cortez 4, Rosy, 3, y Pedro Gómez, de 19 meses.

Reyna, de 32 años, es progenitora de Araceli, quien tiene 11 años.

Sin embargo, también están a cargo del cuidado de sus tres hermanos menores: Daisy, 12; Rogelio, 8 y Rafael, 7. Los padres de estos pequeños se separaron y su papá decidió quedarse con la custodia de los tres más pequeños.

Reyna trabaja el turno matutino y su hermana mayor el turno vespertino.

“Lo hacemos así para que los niños siempre tengan supervisión”, dijo Reyna. “Ellos nunca se quedan solos”.

Con orgullo, las hermanas indican de que a pesar que la situación económica es difícil, “nunca han pedido ayuda al gobierno para mantener a los niños.

“Mientras yo tenga manos y pies voy a trabajar”, expresó Patty. “El día en que de verdad lo necesite, quizás sí lo haga, pero mientras tanto, nosotras y con la ayuda de mi papá saldremos adelante”.

Contó que se casó pero su esposo se fue, después de poco más de 10 años de matrimonio. “Por ahí anda el muchacho”, dijo. “Me casé, pero cuando no se hace vida nos dejamos y volví a pedirle trabajo a mi patrón”.

Ella comenzó a trabajar de nuevo, apenas en agosto.

Los agentes Jesse Hernández (c) y Jason Van Dusen (d) conversan con uno de los menores. / foto: Jorge Luis Macías.

Viven el peligro y soportan insultos raciales

Pero no todo es miel sobre hojuelas en la vida de las hermanas. Contaron que a diario confrontan situaciones de riesgo que pone en peligro sus vidas.

Narran que en la tienda en la que trabajan, hay personas sin hogar que cometen hasta un promedio de 10 robos mensuales.

Debido a la cercanía de la tienda de la playa, es común la entrada y salida de clientes, como también de vagabundos que piden dinero a los turistas.

“Yo me quitaría un taco de la boca para dárselo a ellos, pero lo que quieren es para el puro vicio de la cerveza y el cigarro”, dijo Patty. “Les digo que el día que tengan hambre, yo les compro un sándwich y eso ni me hace ni rica ni pobre, pero se molestan”.

Contó que hace un mes, un desamparado que mostraba señales de que había sido golpeado la insultó con epítetos raciales porque fue sorprendido cuando aparentemente intentaba robar.

“Me dijo ‘pin.. mexicana, vete para México” , indicó. “Yo le respondí que no le estaba quitando el trabajo a nadie y que si quería trabajar, que yo misma le daba una aplicación de trabajo… [El hombre] hasta me quería golpear”.

Las llamadas de las hermanas a la policía son constantes.

“Si los cachamos [sorprendemos] robando, antes de que salgan de la tienda les decimos que si van a comprar lo que se metieron en las bolsas”, indicó Reyna.

“A mí, hace dos meses una vez una vagabunda afroamericana me tiró el café caliente a la cara, pero solamente me quemó a un costado del estómago; no fue nada grave y por eso no quise ir al doctor”.

Dijo que la desamparada aparentó que iba a comprar cigarros y quiso arrebatárselos. Molesta, la vagabunda le arrojó el café.

Reyna no presentó cargos en contra de la agresora, pero -igual que otros desamparados- han recibido una orden de restricción para que no se aparezcan por la tienda.

“En esta área hay vagabundos por la cercanía de la playa y una parada del tren que viene de San Diego”, dijo Patty Gómez. “Ellos vienen porque saben que los turistas les dan dinero”.

Sin conocer el peligro en que se desenvuelven sus madres, el pequeño David expresó sus sentimientos: “Yo quisiera tener unos pantalones jogger”.

“Y yo, quisiera ropa nueva”, añadió su prima Daisy. ¡Ah, también una tarjeta de Starbucks porque dicen que el café de ahí sabe muy rico!”

Reyna abraza a uno de los clientes del 7 Eleven donde trabaja que la conoce a ella y a su hermana por años. / foto: Jorge Luis Macías.

Secret Santa/Santa Secreto

Este año se entregaran alrededor de $7,500 a las familias seleccionadas por los agentes del Departamento del Sheriff del Condado de Orange -incluyendo a las hermanas Patty y Reyna Gómez-. Se trata de una campaña conjunta entre el OCSD y el Programa de Intervención de Trauma del Condado de Orange (TIP), que recientemente han enfrentado adversidades.

En esta nota

condado-de-orange Navidad san clemente Sheriff
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain