Sobrevivientes de los incendios de California enfrentan ahora la contaminación del agua
Más del 60 % de los acuíferos públicos en el oeste de California provienen de áreas que han sido afectadas por los incendios
Apenas superada la devastación de los graves incendios forestales que California sufrió en 2018, los residentes de las áreas afectadas enfrentan ahora los peligros de la contaminación del agua.
En concreto, más del 60 % de los acuíferos públicos en el oeste de California provienen de áreas que han sido afectadas por los incendios, lo que representa un grave riesgo de contaminación de las aguas, indicó Clint Snyder, asistente ejecutivo de la Junta del Agua del Valle Central de California.
Según Snyder, los incendios que quemaron las viviendas consumieron tuberías, techos y ventanas elaboradas con PVC (policloruro de polivinilo) que, al incinerarse, genera toxinas y ofrece riesgo de contaminación para los acuíferos.
Andrés Lozada, químico especialista en control de calidad, explicó que el PVC, es un “gran recurso” para la construcción por su “resistencia, maleabilidad y estabilidad química”, pero al ser quemado genera no sólo monóxido de carbono sino cloruro de hidrógeno y dioxinas, sustancias “tóxicas y contaminantes”.
Al contrario de lo que sucede en la combustión industrial de desechos de PVC, donde estas emisiones son controladas y procesadas para reducir su impacto negativo, los incendios generaron “enormes cantidades de material tóxico que fueron al aire y posiblemente al agua”.
Incendios como el de Camp, que en noviembre pasado se convirtió en el más destructivo de California, al consumir 153.336 acres (62.053 hectáreas), 18.804 estructuras y se cobró la vida de 86 personas, representan por lo menos una doble fuente contaminación.
“El incendio forestal en sí mismo genera grandes cantidades de dioxinas al quemar los árboles y malezas, y adicionalmente agrega más contaminantes por la combustión de los polímeros utilizados en la construcción”, anotó Lozada.
Asimismo, otras sustancias causadas por el fuego como el benceno aumentan la contaminación ambiental y ponen en peligro la salud de los residentes, no solo en áreas devastadas sino en sectores aledaños.
El Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos (DHHS) ha catalogado el benceno como un agente carcinógeno e indica que la exposición de larga duración a la sustancia puede producir leucemia y cáncer de colon.
Otro riesgo de contaminación de los acuíferos es el de desechos y sedimentos causados por las llamas, explicó en una comunicación enviada por la Junta de Control de los Recursos Acuíferos de California.
El fuego, al quemar las raíces de los árboles, genera una contaminación en el suelo “principalmente con bacterias y parásitos” que puede afectar los lagos, ríos y reservas de agua, señaló la entidad.
En la localidad de Paradise, una de las más afectadas por el fuego de Camp, una alerta enviada por las autoridades de salud a los residentes en diciembre del año pasado ya recomendaba hervir el agua para consumo humano hasta nueva orden.
Las autoridades han informado que 22 de los 24 sistemas de acueducto están libres de contaminación, pero la alerta sigue vigente hasta que no se confirme que los dos restantes sistemas se declaren libres de contaminantes.
En Santa Rosa, ciudad del norte de California arrasada parcialmente en octubre de 2017 por el incendio Tubbs, que devoró con sus llamas cerca de 3.000 hogares, las escuelas se mantienen vigilantes para proteger a sus alumnos.
Jenni Klose, presidente de la Junta de Educación de las Escuelas de Santa Rosa, explicó que se ha hecho un seguimiento continuo de las instalaciones escolares para verificar que cumplen con las condiciones de salubridad y seguridad necesarias.
“Hemos sufrido esta grave devastación y queremos que los estudiantes y sus padres se sientan estables y seguros en las escuelas”, señaló Klose.
En la ciudad se han gastado más de ocho millones de dólares en el reemplazo de hidrantes, válvulas y otros componentes del sistema del acueducto en más de 350 propiedades, incluyendo cerca de 1.300 pies (396 metros) de tubería principal de agua, según un informe local.