En el Día Mundial del Matrimonio, decenas de parejas renuevan sus votos matrimoniales

Matrimonios duraderos destacan los secretos de relaciones duraderas

Medio siglo de casados: Jesús y Rafaela Hermosillo. (Jorge Luis Macías/Especial para La Opinión)

Medio siglo de casados: Jesús y Rafaela Hermosillo. (Jorge Luis Macías/Especial para La Opinión) Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia/ La Opinion

Un total de 37 parejas que han cumplido varias décadas como pareja renovaron su compromiso de vida en el Día Mundial del Matrimonio, durante solemnes misas en inglés y español en la Catedral Nuestra Señora de Los Angeles.

Entre ellos estaban Jesús Hermosillo y su esposa Rafaela, oriundos de Mexticacan, Jalisco, que cumplían 52 años de haber honrado la belleza de su lealtad, sacrificio y la alegría de haber procreado siete hijos: Álvaro, María de Jesús, Gustavo, Adán Jesús, Claudia, José y Eva Delia.

“Nos casamos en la parroquia de El Señor del Encino, un 6 de febrero de 1966”, dijo Jesús, quien emigró a Estados Unidos junto con su esposa, apenas hace 15 años, gracias a que su hijo Álvaro, residente de Bay Point (San Francisco, California) arregló sus papeles.

Jesús y Rafaela Hermosillo siguen igual de enamorados que hace más de 50 años cuando se conocieron en Jalisco, México . (Jorge Luis Macías/Especial para La Opinión)
Jesús y Rafaela Hermosillo siguen igual de enamorados que hace más de 50 años cuando se conocieron en Jalisco, México . (Jorge Luis Macías/Especial para La Opinión)

“Aquí están todos nuestros hijos y como dicen en mi pueblo, donde anda la funda anda el violín”, añadió el hombre de 76 años de edad. “Eso quiere decir que donde este mi esposa, ahí debo estar yo, los dos, siempre juntos y con nuestros hijos”.

Jesús bromeó a La Opinión que en aquel pueblito chico y muy alegre, él andaba “buscando petróleo, pero no huachicol” [buscaba novia] y conquistó el corazón de Rafaela “porque siempre hubo mucho respeto, y si acaso platicábamos una hora, en tres años y medio de novios, ni siquiera le podía tocar la mano”.

Rafaela había perdido a su madre, María Tránsito, a los 17 años y su padre Abundio la vigilaba siempre porque ella trabajaba en una tienda de abarrotes.

“Fue el señor cura del pueblo quien pidió la mano de María para mi”, recordó Jesús. “Cuando nos casamos a mi me temblaba todo el cuerpo, pero yo sí dije que me casaría para serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad y amarla hasta que Dios quiera darnos vida”.

Por su parte, Rafaela mencionó que la clave del secreto de su felicidad matrimonial radica en que él es un hombre atento, amoroso con ella y con sus siete hijos.

“Siempre está pendiente de que no nos falte nada en el hogar, además de que es muy trabajador, le gusta ir a misa los domingos y rezamos el rosario todos los días, hasta dos o tres veces al día”, dijo ella.

“Lo que a mi no me gusta es que ahora los matrimonios son desechables”, consideró Jesús. “No le tenemos respeto ni a la vida ni a Dios y por eso fracasan; a veces creo que los muchachos se juntan o se casan nada más para salirse de sus casas y calarle [experimentar], pero no hay amor, y sin amor no hay nada”.

Tras la ceremonia religiosa, la familia tenía planeado disfrutar los famosos “tacos de matanza” típicos de los Altos de Jalisco y festejar con música de acordeón del grupo “Los Trovadores del Campo”, en la ciudad de Bellflower.

Misa especial

“Abramos nuestros corazones a la gracia de Dios, confiando en su misericordia”, dijo el Arzobispo José H. Gómez, al dar la bienvenida a los matrimonios hispanos, quienes recibieron un certificado de reconocimiento en ocasión del evento.

El Día Mundial del Matrimonio, que recibió la bendición apostólica del Papa san Juan pablo II en 1993, se conmemora cada año en el segundo domingo del mes de febrero.

“Como bien sabemos, Dios es el autor de todo matrimonio; de ese hermoso plan para la creación”, dijo Gómez en su homilía a los matrimonios presentes. “Que el amor de estas parejas dure hasta que la muerte los separe y renueven la faz de la tierra con su amor”.

El prelado invitó al pueblo a orar para que los matrimonios crezcan en santidad, y que, como esposos, también aprovecharan el momento para fortalecer la institución del matrimonio en las familias y la sociedad.

A la luz de las lecturas dominicales de la misa, Gómez destacó que las parejas reunidas en la Catedral reflejaban el matrimonio “como un acto de fe” cuyo objetivo es responder y seguir el llamado de Cristo.

La misa dominical coincidió con la Semana Nacional del Matrimonio en Estados Unidos, que se celebra del 7 al 14 de febrero, a la que el obispo en la que el Arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput, presidente del Comité de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos consideró como “una oportunidad para centrarse en la construcción de una cultura de vida y amor que comienza con la promoción y defensa del matrimonio y la familia”.

Estella Ruiz, de Los Ángeles, y su esposo Pedro Ramírez, de Guadalajara. Tienen cuatro décadas de feliz matrimonio. . (Jorge Luis Macías/Especial para La Opinión)
Estella Ruiz, de Los Ángeles, y su esposo Pedro Ramírez, de Guadalajara. Tienen cuatro décadas de feliz matrimonio. . (Jorge Luis Macías/Especial para La Opinión)

Comunicación y amor, el secreto

Para Estella Ruiz, de Los Angeles, y su esposo Pedro Ramírez, de Guadalajara, el secreto de cuatro décadas de un buen matrimonio se fundamenta en la comunicación y el amor.

“Nuestro matrimonio es una bendición especial de Dios”, dijo él. “El sacramento y Dios son los motivos de nuestra alegría”.

Estella y Pedro contaron a La Opinión que antes de contraer matrimonio ya se habían visto dos años antes de entablar una charla. Sucedió en1973, durante la boda del mejor amigo de él con la mejor amiga de ella.

“Hemos vivido 40 años de dicha y bendiciones porque nuestros cuatro hijos estuvieron en una escuela católica y son excelentes personas”, dijo Estella. “Los valores morales y religiosos han permitido que tengan vidas sanas física, emocional y espiritual”.

En esta pareja, ella alaba los detalles de su esposo, quien la sorprende cada día.

“En casa es él quien cocina; ¡por eso nunca lo he dejado!”, bromeó. “Cuando llego a casa me puede sorprender con un pozole, comida china o comida italiana; pero no solamente lo quiero por eso, sino porque es un hombre entregado a Dios, y como esposos Dios nos encuentra de manera ordinaria y por medio de eventos ordinarios en nuestras vidas”.

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