“Las cabronas” de México serán clave contra la inseguridad

El gobierno de México da un reconocimiento a las Cabronas de Tepito

Funcionarias, artistas y activistas que promueven el papel de la mujer para prevención del delito. De chongo, al centro, Lourdes Ruíz, la "Reina del Albur".

Ellas promueven la prevención del delito. De chongo, al centro, Lourdes Ruíz, la "Reina del Albur". Crédito: Gardenia Mendoza/Impremedia

MÉXICO – En medio de un evento protocolario por el Día Internacional de la Mujer para lanzar una colección de 12 playeras del diseñador Ricardo Seco que se inspiró en las mujeres del emblemático barrio de Tepito, una perrita en pleno periodo menstrual se atravesó frente al podio, dio algunas volteretas frente al mural de las Siete Cabronas y se contoneó libre por entre los invitados.

Nadie se dio cuenta, excepto Lourdes Ruíz, la Reina del Albur, una de las mujeres galardonadas con un reconocimiento del gobierno federal. Se reía divertida con el espectáculo tan femenino del animal hasta que tuvo lo suficientemente cerca para reprenderla. “¡Canela, sal de ahí!”.

Hace años que Lourdes, quien llegó al evento con un mandil bordado de abejas y girasoles, está con un ojo al gato y otro al garabato en esta colonia del centro de la capital mexicana que, por décadas, ha sido símbolo de inseguridad, clonación de artículos, venta de droga, de armas, de piratería.

Está en todo: lo mismo en concursos de albures que cocinando o ideando estrategias para quitarle al lugar que la vio nacer el sambenito de la ilegalidad.

Por ello, este 8 de marzo el gobierno federal y el de la Ciudad de México quisieron darle a ella y otras señoras del barrio un “reconocimiento” como símbolo del papel que, en adelante, tendrán las mujeres como ella en la prevención del delito.

Nadie se dio cuenta, excepto Lourdes Ruíz, la Reina del Albur, una de las mujeres galardonadas con un reconocimiento del gobierno federal. Se reía divertida con el espectáculo tan femenino del animal hasta que tuvo lo suficientemente cerca para reprenderla. “¡Canela, sal de ahí!”.

Hace años que Lourdes, quien llegó al evento con un mandil bordado de abejas y girasoles, está con un ojo al gato y otro al garabato en esta colonia del centro de la capital mexicana que, por décadas, ha sido símbolo de inseguridad, clonación de artículos, venta de droga, de armas, de piratería.

Está en todo: lo mismo en concursos de albures que cocinando o ideando estrategias para quitarle al lugar que la vio nacer el sambenito de la ilegalidad.

Por ello, este 8 de marzo el gobierno federal y el de la Ciudad de México quisieron darle a ella y otras señoras del barrio un “reconocimiento” como símbolo del papel que, en adelante, tendrán las mujeres como ella en la prevención del delito.

“Las mujeres son cohesionadoras en un barrio. Las mujeres en Tepito me han ayudado, por ejemplo, a jalar a chavos en conflicto por problemas de delitos. Entonces, ellas pueden ser líderes en la prevención del delito”, observa Eunice Rendón, secretaria general adjunta del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de  Seguridad Pública. “Yo veo a las mujeres como implementadoras de los proyectos de prevención o como policías de proximidad en el país”.

María Elvira Pérez, una gestora social nativa del barrio que acudió al evento, le da la razón. En sus ratos libres, cuando no está vendiendo papas y banderillas, ayuda a muchachos a buscar recursos como becas y otros estímulos en el complicado mundo de la burocracia gubernamental que no podrían lograr sin su apoyo. O simplemente reporta todo lo malo que ve, dice:

“A las mujeres sí nos gusta denunciar cuando vemos las cosas, niños en la calle, basura y otros delitos que ahora no nombro por seguridad”.

Para el diputado federal Pedro Carrizales, “El Mijis”, un ex pandillero que busca espacios de inclusión para los “chavos banda” y otros grupos vulnerables”, el papel de las mujeres para el rescate de la seguridad debe ser una política de Estado. A ellas las ve como policías de barrio, como asesoras y enlace entre el gobierno y los jóvenes delincuentes más rudos.

La música salsa truena desde los puestos de detrás del Mural de Las Cabronas mientras el funcionario intenta explicarse.

“En los peores barrios siempre hay una Doña Chelito, una Doña Juanita a la que todos respetan y podrían ser las interlocutoras o también nuestras propias madres, esposas e hijas que, si no fuera por ellas, muchos estaríamos en la cárcel o en el ataúd”.

––Lo que se dice con la boca se sostiene con el culo–– irrumpe la Reina del Albur, uñas de blanco, ni un gota de maquillaje y provoca las risas de todos––. Lo que están diciendo aquí nos lo cumplen.

Lourdes desconfía. Así que,  por si acaso el gobierno “no hace nada” en los días y años venideros lanza una recomendación antes de dar la media vuelta y volver a lo suyo en Tepito. “Las mujeres tienen que empoderarse y ser cabronas, después llegará todo a su tiempo”.

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