La migración masiva que reemplazó a todos los hombres ibéricos y cambió el ADN de España
"Los datos sugieren que hubo un gran cambio genético que no era evidente hasta ahora en los registros arqueológicos", señaló un investigador
La historia de la Península Ibérica está escrita en sus genes.
El mayor estudio genético de ADN antiguo de la región reconstruyó la historia de sus poblaciones a lo largo de 8,000 años.
La investigación, publicada en la revista Science, arrojó revelaciones asombrosas. Y el descubrimiento más sorprendente es que una migración masiva desde Europa del Este reemplazó casi al 100% de los varones ibéricos durante la Edad de Bronce, hace unos 4,000 años.
“Es increíble cómo la tecnología del ADN antiguo, cuando se combina con información de la arqueología, antropología, lingüística y registros históricos, puede traer a la vida el pasado”, señaló David Reich, uno de los autores del estudio.
“Los resultados fueron increíbles”
Más de 100 investigadores participaron en el trabajo.
El estudio fue dirigido por Reich e Iñigo Olalde, ambos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard en Estados Unidos, y por Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona.
Los científicos analizaron genomas de 403 habitantes ibéricos que vivieron entre los años 6.000 a.C y 1.600 A.D.
Y también estudiaron restos de 975 personas de fuera de la península y de unos 2.900 habitantes ibéricos actuales.
“Los resultados fueron increíbles”, señaló Lalueza-Fox.
“Los datos sugieren que hubo un gran cambio genético que no era evidente hasta ahora en los registros arqueológicos”.
Cromosoma Y
El ADN antiguo fue obtenido de restos encontrados en cerca de 80 yacimientos diferentes.
Los investigadores estudiaron el cromosoma Y, un material genético que es transmitido prácticamente sin cambios de padre a hijo y es usado para rastrear linajes paternos.
Los científicos hallaron que ya en el 2.500 a.C. los ibéricos comenzaron a vivir junto a migrantes con ancestría de las estepas rusas.
Antes de la llegada de los migrantes, los ibéricos no tenían ancestría detectable de fuera de la península.
Pero luego del año 2.000 a.C., los ancestros del 40% de la población local y de casi el total de los hombres de la península corresponden a los grupos que llegaron de las estepas.
Los linajes paternos del cromosoma Y característicos de la península fueron sustituidos a lo largo de más de cuatro siglos por otro linaje, R 1b-m269, proveniente de los migrantes.
Una pareja reveladora
Uno de los yacimientos estudiados fue la tumba descubierta en 2004 en Castillejo del Bonete, en Ciudad Real, por el arqueólogo Luis Benítez de Lugo, de la Universidad Autónoma de Madrid.
La tumba contiene los restos de un hombre y una mujer enterrados lado a lado, junto a varios de sus objetos cotidianos como vasijas de cerámica.
La mujer tenía ancestría totalmente local ibérica, pero el hombre era descendiente de pobladores que migraron de las estepas rusas hace más de 4.000 años.
¿Pero cómo fue posible que en unos 400 años todos los linajes paternos locales desaparecieran y permaneciera solamente uno?
Cuestión de estatus
“Sería un error saltar a la conclusión de que los hombres ibéricos fueron asesinados o desplazados a la fuerza”, señaló Olalde.
“Los registros arqueológicos no presentan evidencias de violencia generalizada en este período”.
Los científicos consideran otra posibilidad: que las mujeres ibéricas prefirieran a los recién llegados en “un contexto de fuerte estratificación social”.
“Los descendientes masculinos de los migrantes habrían heredado la riqueza y el estatus social, y por ello habrían tenido un mayor éxito reproductivo”, afirmó Olalde a la BBC.
“Una estructura social de patrilinaje (mismo antepasado común por vía paterna) y posiblemente patriarcal habría amplificado esos patrones, ya que el hijo mayor habría heredado todas las propiedades del clan”.
Eso causó a su vez que “los otros hijos varones se trasladaran a nuevos sitios para establecer sus propios clanes, diseminando aún más su linaje del cromosoma Y”.
Pero los investigadores señalan que la genética sola no puede revelar la historia completa.
“Otros campos como la arqueología y la antropología deben ayudar a entender que causó estos patrones genéticos”, afirmó Reich.
Otros estudios revelan que los habitantes ibéricos de la Edad del Hierro clavaban grandes clavos en las cabezas de sus enemigos muertos en combate, que eran exhibidos en lugares públicos como trofeos de guerra. Cerca de 40 de esos cráneos fueron hallado en el yacimiento de Ullastret, en Cataluña, lo que permitió a los científicos analizar ADN de esos huesos.
Influencias del norte de África
Los investigadores también buscaban estudiar los vínculos entre la Península Ibérica y el norte de África.
Y obtuvieron resultados sorprendentes en el yacimiento de Camino de las Yeseras, en Madrid, hallado en 1999 en el municipio de San Fernando de Henares.
El análisis genético reveló que junto a pobladores locales estaban los restos de un hombre del norte de África que falleció cerca del año 2.000 a. C.
El estudio explica el hallazgo de objetos exóticos en yacimientos como el marfil, que no existía en la Península Ibérica.
Los científicos constataron además que la ancestría del norte de África está más diseminada en la península durante el período romano (aproximadamente 20 a.C. a 400 A.D.) de lo que se pensaba, especialmente en el sur de España.
“Las influencias genéticas del norte de África ocurrieron mucho antes de la conquista musulmana en la península en el siglo VIII”, señalaron los investigadores.
Los vascos y sus diferencias ancestrales
El estudio también provee “explicación adicional de por qué los actuales vascos, con una cultura y lenguaje tan distintivos, también son diferentes ancestralmente del resto de los ibéricos”, señaló la Universidad de Harvard en un comunicado.
Los vascos modernos son similares genéticamente a las personas que habitaron la Península Ibérica durante la Edad de Hierro.
Por ese motivo los investigadores manejan la hipótesis de que “la ancestría y el lenguaje vasco permanecieron relativamente intactos en los milenios siguientes, mientras otros grupos se mezclaron y cambiaron más significativamente”.
“Por primera vez”
“Cuando era niño, leía libros viejos de historia sobre Iberia que había en mi casa”, relató Laluela-Fox.
“Esos libros comenzaban con los ibéricos de la Edad de Hierro, luego hablaban de los púnicos, los griegos, la conquista romana, las invasiones bárbaras, la invasión musulmana, la reconquista, etcétera”.
“Siempre me pregunté quiénes eran realmente esas personas y qué marca habían dejando en los habitantes modernos”.
“Ahora, por primera vez, podemos estudiar genéticamente los restos de esas personas y e integrar la genética no solo con la arqueología y la antropología, sino con los registros históricos”.
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