Por qué me uní a una secta y cómo conseguí escapar de ella
¿Qué lleva a que una persona a unirse a una secta y cómo logran escapar?
El 8 de abril la actriz estadounidense Allison Mack se declaró culpable de cargos relacionados con una supuesta operación de tráfico sexual en la secta de Nxivm.
Nxivm, que se pronuncia “nexium”, comenzó como un programa de autoayuda.
Pero su líder Keith Raniere está acusado de dirigir un sistema de “esclavos y maestros”.
Los fiscales también alegan que los miembros tuvieron que pagar miles de dólares por cursos que les permitían ir subiendo de rango.
Pero, ¿qué lleva a la gente a unirse a grupos como este? ¿Cómo pueden reintegrarse en la sociedad una vez que abandonan esa vida?
Estos son los testimonios de tres personas que pertenecieron a sectas y lograron escapar para rehacer sus vidas.
Algunos de los detalles de estos testimonios recogidos por la BBC pueden herir algunas sensibilidades.
Renee Linnell: “Empiezan a hacerte dudar de ti mismo”
Desde fuera mi vida parecía perfecta. Crecí en Florida y en un barco en las Bahamas con mis padres y mi hermano gemelo, pero siempre me sentía vacía y triste.
La mayor parte de mi familia murió antes de que yo cumpliera 15 años y después murió mi padre. Siempre estuve buscando qué hay después de la muerte. ¿Por qué estamos aquí?
Cuando tenía 33 años, fui a un seminario de meditación budista tántrica y me senté en una clase a meditar. Esperaba encontrarme a una mujer mayor con el pelo largo y gris, una túnica blanca y música de spa. En cambio, me encontré con una mujer joven vestida con un traje de Armani y tacones.
Puso música electrónica, dijo “meditemos” y se puso sus lentes de sol. Cerré los ojos y tuve una experiencia increíble. Todo se tornó blanco y sentí mucha paz. Me di cuenta de que esto era lo que había estado buscando durante toda mi vida.
Me llevó un tiempo darme cuenta de que era como cualquier relación tóxica. Si vas a una primera cita y alguien te pega, no vas a una segunda cita. Pero todo empieza con el romance, con la seducción, te atraen, eso es lo que hicieron conmigo.
Comienzan a darte tantas tareas dentro del grupo que no tienes tiempo para nada más y comienzas a distanciarte de los amigos, la familia y las actividades que amabas. Sin darme cuenta, mi red de apoyo comenzó a desaparecer y empezó a instalarse en mí un pensamiento grupal.
Después de dos años así, empiezan a hacerte dudar de ti mismo.
Te dirán que estás evolucionando hacia una versión mejorada de ti mismo. Que lo antiguo ya no vale. Te pondrán como ejemplo a los alcohólicos: una vez que un alcohólico se desintoxica, ya no puede pasar el rato con sus viejos amigos bebedores.
Cuanto más dinero ganas, más dinero pagas. Lo justifican diciendo que todo es energía, incluido el dinero. Cuanto más dinero gastes y cuánto más le des a los maestros, más poder obtendrás.
Todo fue abusivo, toda mi vida les pertenecía a ellos. Después el gurú me sedujo como consorte, que es cuando un maestro espiritual toma a su estudiante como amante. Poco a poco comenzó a criticarme. Nada de lo que hacía era suficientemente bueno.
Con las sectas, como con cualquier otra relación abusiva, las señales de alarma están ahí todo el tiempo y aun así, la negación es poderosa. Los maestros decían: “Tu ego es tan grande que no quieres cambiar” y yo explicaba que quería cambiar e iluminarme, sin siquiera entender realmente lo que significa ser iluminada.
Con el tiempo todo se vino abajo. Toqué fondo y luego estuve cerca de la muerte tras un accidente haciendo snowboard. Eso fue lo que me hizo empezar a ver con claridad, pero no quería admitirlo.
Fue muy difícil al principio. Me mudé de Nueva York a Colorado pensando que un lugar más tranquilo me haría bien. En lugar de eso, me derrumbé por completo y casi no podía ni salir de casa.
Estaba al borde del suicidio, apenas comía. Durante seis meses solo dormía todo el día.
Poco a poco la alegría comenzó a volver a mi vida. Me llevó cinco años. Solo el pasado octubre empecé a sentir que volvía a ser yo.
Jan Rickards: “Intenté suicidarme”
Tuve padres conflictivos, así que era insegura. Me asustaba todo lo que tuviera que ver con fantasmas y cosas así, porque mi hermano y mi hermana mayores habían dicho que habían visto fantasmas.
Más tarde, comencé a ver quién hablaba de “asuntos espirituales” en Londres y así fue como me encontré con la persona que me absorbió en sus horrores. Se anunciaba a sí mismo como un chamán indio americano.
Fui a la primera reunión y quedé fascinada porque imaginaba encontrar a un anciano con barba, lleno de sabiduría. En cambio era un chico joven, estadounidense, de pelo largo, tipo hippie. Su mensaje era paz y amor. Fue increíble.
Pronto mi mente fue controlada por él. Perdí toda conexión con el mundo exterior. Había perdido el contacto con mi familia. Le había dado dinero y rápidamente le dije que era su esposa.
Luego comenzó el sexo, que por supuesto yo no quería, pero tenía que hacerlo porque para entonces yo creía que él era Dios. No había ninguna duda en mi mente de que él era al menos Cristo o Buda.
Viajábamos mucho y rápidamente comencé a tener ataques de pánico y empecé a enfermarme. En aproximadamente un año perdí la noción de lo que ocurría.
Intenté suicidarme, pero él nos había advertido que no lo hiciéramos, porque él estaría esperando al otro lado y sería aún peor. Eso fue lo único que me detuvo. Luego supe que previamente algunos miembros del grupo se habían suicidado.
Todo se reducía a él haciéndonos atravesar el infierno para curar a los demonios y así poder convertirnos en seres humanos que podrían ayudarlo a salvar el planeta.
La mayor parte del tiempo estaba drogado. Yo también tomé drogas, una vez tomé LSD.
Me echaron del grupo porque les representaba muchos gastos médicos. Me fui al campo y estuve allí durante el invierno para mejorarme.
En la primavera estaba desesperada por volver porque todavía pensaba que él era Dios y que yo no era lo suficientemente buena. Volví, pero luego me di cuenta de que había tenido suficiente exposición en el mundo exterior y quería irme.
Los primeros tres días después de irme sentía bienestar porque pensaba que era libre. A eso le llaman el periodo de luna de miel. Después de eso me deterioré mentalmente hasta el punto de tener una crisis mental. Estaba en un estado terrible.
Todavía estaba tratando de entender a qué se debía ese miedo y todavía pensaba que no era lo suficientemente fuerte para vencerlo.
Era tan susceptible a su manipulación: por una parte, decía que era fuerte y, por otra, decía que necesitaba ayuda y no era lo suficientemente buena.
Recibí ayuda psicología que fue muy útil para desacreditar este mito de control del poder.
Daniel Durston: “Nací en una secta”
Para nosotros, creo que era el abuso emocional, psicológico y mental el que hizo el mayor daño. Yo creo que mi familia, en particular -esto lo dijo incluso un ministro de la secta- era muy extrema.
Simplemente, era algo aun más amenazante que los padres pudieran justificar sus acciones eligiendo los versos para ello, y entiendo por qué la mitad de mis hermanos han salido y no quieren saber nada de Dios.
Mi hermano Alex era como yo, muy cuestionador. Pero este culto te mantiene conforme.
Conformarse es una palabra que siempre me ha preocupado.
Tener que conformarnos es un problema. Alex no lograba conformarse con ir a las reuniones tres veces a la semana, lucir lo mejor posible, o crecer sin un televisor.
Alex tenía 23 años cuando se quitó la vida.
En el funeral, recuerdo que [un líder de una secta] dijo algo como ‘¡Él está salvado! Ahora va al cielo“. ¿Con base en qué? ¿Porque ha dejado de respirar? ¿Porque su corazón se ha detenido? Eso es basura religiosa.
En la secta tienen esta extraña creencia de que cuando mueres es cuando te salvas. El problema con eso es: qué tipo de Dios psicótico cuando estás vivo te dice: “Lo siento, todavía no estás salvado”.
Es raro y no tiene sentido. Muchos cultos hacen esto y así es como ejercen el control sobre las personas.
He recibido ayuda, pero me di cuenta de que había una brecha.
Tenía una consejera muy entrenada en trauma, abuso sexual, abuso de alcohol, incluso pagué un poco más, pero me di cuenta de que esto era algo que estaba fuera de su alcance.
Ella simplemente no lograba comprenderlo. Una secta no es solo un conjunto de doctrinas religiosas o interpretaciones, es una forma de condicionar socialmente a las personas. Te entrenan para ser socialmente retrasado.
Algo en común entre todos nuestros hermanos era que no teníamos objetivos. No nos motivaron a estudiar, no nos cultivaron ningún talento.
Me fui cuando tenía 26 años. Mis padres residen en Arizona y tenemos muy poco contacto. No muestran ningún interés en mí, ni en mi esposa ni en mis hijos.
Los casos de abuso infantil, por ejemplo, están muy mal, pero se pueden etiquetar, se pueden condenar y se puede buscar la sanación y un camino hacia la reparación.
Pero con una secta, cada aspecto de lo que somos es violado. ¿Por dónde empiezas con semejante desastre? ¿Cómo empiezas a desglosar eso sin derrumbarte en el proceso?
¿Cómo ayudar a alguien que está en una secta?
El Cult Information Center, una organización benéfica con sede en Reino Unido, ofrece consejos para las personas que quieren ayudar a un ser querido que esté involucrado en una secta.
Alguno de estos consejos son:
- Acoge siempre al familiar que decide regresar al hogar tras abandonar la secta, sin importar lo que se diga
- Registra todos los nombres, direcciones y números de teléfono de las personas vinculadas con la secta
- No digas: “Estás en una secta, te lavan el cerebro”.
- No subestimes el control que la secta ejerce sobre sobre sus miembros.
- Busca ayuda e información de las organizaciones que trabajan en contra de las sectas.
ATENCIÓN: si estás atravesando una crisis emocional o de cualquier índole, te encuentras en una situación a la que no le ves salida o tienes pensamientos suicidas, llama por favor a la línea telefónica de prevención del suicidio de tu país. He aquí algunos números:
Estados Unidos (en español): 1-888-628-9454
México: (55) 52 59 81 21 (servicio llamado Saptel que es apoyado por la UNAM y la Secretaría de Salud)
Argentina: 135 (línea gratuita desde Capital y Gran Buenos Aires) o bien (011) 5275-1135
Colombia: Ministerio de Salud
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https://www.youtube.com/watch?v=gYz4XUuO_rk&t=58s