Cuando nuestras vidas corren peligro, nuestras voces se deben escuchar

Fabiola Santiago es una madre, activista y directora de campaña de PL+US: Paid Leave for the U.S.

La imagen de las "súper mamás" y "súper papás" persigue a muchos. Shutterstock

La imagen de las "súper mamás" y "súper papás" persigue a muchos. Shutterstock Crédito: Shutterstock

La licencia familiar y médica pagada está en camino de ser la mayor victoria de política pública en décadas. Después de más de 20 años de abrumador apoyo bipartidista, candidatos presidenciales y líderes del congreso están dando prioridad a esta política.

Conseguir que la licencia federal familiar pagada sea accesible a comunidades latinoamericanas, particularmente a los de bajos ingresos, es vital. Aunque tenemos la mayor participación en la fuerza laboral de cualquier grupo racial o étnico, estamos sobrerrepresentados en trabajos de bajos salarios donde no hay ningún tipo de licencia pagada. Esto significa que es muy probable que necesitemos licencia familiar pagada pero no tan probable que la tengamos, incluso en California, el primer estado en implementar esa política. La falta de una licencia familiar pagada crea agudas desigualdades de salud y económicas que afectan a nuestras familias y a nuestra comunidad.

La inaccesibilidad a la licencia familiar pagada significa que las madres hispanas/latinas tenemos que volver al trabajo antes de que nuestros cuerpos y nuestros bebés estén listos porque no podemos perder nuestros ingresos. Hablando con madres latinas de bajos ingresos en los condados de Los Ángeles y Fresno, y con la nueva investigación de Paid Leave for the U.S. (PL+US), veo el profundo impacto que estos factores y, francamente, el racismo tienen en nuestra salud y bienestar.

Diez de las 12 mujeres con las que hablé tuvieron al menos una cesárea. Muchas tuvieron varias. La cesárea es una cirugía grande en la parte baja del abdomen que pone a las mujeres en peligro de sufrir hemorragias, infecciones y por lo tanto mortalidad materna. Sin el tiempo adecuado para curarse, estos factores de riesgo aumentan. Una madre comentó: “Cuando solicité [licencia familiar pagada] me despidieron. También estaba cuidando a mi padrastro en ese momento y tenía que traer a mi hijo recién nacido para cuidarlo. Fue muy difícil porque tuve una cesárea. Los puntos de la herida se podían abrir”.

Por eso cuando nuestras vidas corren peligro, nuestras voces se deben escuchar. Los expertos del Equipo Especial sobre Licencia Familiar Pagada del Gobernador deben escuchar a las más afectadas por la falta de licencias familiares pagadas. La política de California, superada por la de otros estados, tiene la oportunidad de liderar de nuevo a la nación. Incluir las necesidades de casi el 40 por ciento de la población de California apoyaría una robusta expansión del programa estatal e indicaría a los legisladores en Washington cómo crear un programa nacional accesible.

Fabiola Santiago es una madre, activista y directora de campaña de PL+US: Paid Leave for the U.S. Recibió su maestría en Salud Pública de UCLA en 2012 y ha dado apoyo en partos y postparto a amigas y conocidas. La pasión de Fabiola por reducir las desigualdades en la salud en comunidades de color está arraigada en sus experiencias como inmigrante indocumentada indígena.

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