Alertan sobre saturación en oficinas migratorias en Nuevo León
Denuncian que se está viviendo un situación de hacinación en las oficinas del Instituto Nacional de Migración
MÉXICO – No hay una línea fronteriza cerca, pero el edificio del Instituto Nacional de Migración (INM) en Nuevo León se asemeja más a una aduana.
Del cuarto piso del edificio, ubicado en la avenida Lázaro Cárdenas, es de donde más voces se escuchan. Allí, en sus aproximadamente 300 metros cuadrados, retienen a los migrantes, así sean adultos, mujeres o niños.
Abogados, comerciantes y vecinos cuentan que la semana pasada vieron dos camiones saturados de familias parados afuera de las oficinas por más de medio día.
“Tenían detenidos centroamericanos aquí, más de 150 y con niños”, cuenta una comerciante que pidió no ser identificada. “Yo decía ¿dónde está ACNUR (Agencia de la ONU para refugiados)? ¿por qué no están documentando esto?”.
Nunca se sabe cuántos están retenidos, ni cuántos salen, pues el INM se niega a dar cifras o cualquier información.
Vecinos comentan que además de autobuses, ven bajar de camionetas cientos de charolas de comida.
“No llegan 100 comidas, llegan arriba de 200 comidas. Y así cómo se van 196 (migrantes), así vuelven a entrar”, dijo un vecino.
Un reportero de EL NORTE entró a las instalaciones de Instituto y observó decenas de mochilas tiradas en la recepción del cuarto piso, presuntamente de los migrantes.
Una guardia de seguridad, sin saber que hablaba con un reportero, dijo que había migrantes retenidos en las oficinas del cuarto nivel, y que los tramites se tenían que hacer en otros pisos.
Este piso es usado como estación migratoria al no contar el Estado con una.
La estación provisional Estatal fue cerrada en abril del 2017 por no cumplir con las medidas para garantizar que se respeten los derechos de los migrantes. La Comisión Nacional de Derechos Humanos reportó que no tenía higiene ni atención médica ni área para niños.
Del INM entran y salen personas de origen coreano y venezolano. Otros esperan dentro y unas más pasan sus días afuera vendiendo arepas. En los últimos 10 meses hay más afluencia, dice la venezolana Elena Rosales, quien vendedora de empanadas y que espera su constancia de refugio.
“Me imagino que como hemos llegado varios se atrasa un poquito porque creo que es algo nuevo para el Estado mexicano. Me imagino que no se esperaban con la sorpresa de que íbamos a llegar tantos de tantas partes”, comenta.
A su manera, cada uno espera la resolución de su estatus migratorio.