Descubren un busto de Hitler que escondido durante 75 años en el Senado en Francia
La existencia del controversial objeto la reveló esta semana una investigación realizada por el periódico Le Monde
Durante 75 años, el Senado francés guardó un secreto bastante incómodo.
Escondido en el sótano del Palacio de Luxemburgo -donde tiene su sede la Cámara alta del Parlamento- se encuentra un busto de Adolf Hitler.
La existencia del controversial objeto la reveló esta semana una investigación realizada por el periódico Le Monde, que también encontró una bandera nazi de 3×2 metros, documentos y artículos del período de la ocupación (1940-1944) por parte de la Alemania nazi.
El periodista Olivier Faye contó que escuchó que una estatua de Hitler se había mantenido en el Senado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el palacio era la sede de la fuerza aérea alemana (Luftwaffe).
Después de muchos intentos para corroborarlo con diferentes funcionarios, finalmente recibió la confirmación del arquitecto jefe del Senado, Damien Déchelette, quien le preguntó: “¿Cómo se enteró?”.
¿Cómo llegó hasta allí?
La historia exacta de cómo el busto y la bandera llegaron a permanecer durante tanto tiempo en las entrañas de un edificio público tan importante sigue siendo un misterio.
Pero una vuelta al pasado puede revelar algunas claves.
En agosto de 1944, París vivía momentos agónicos cuando el ejército nazi y la Resistencia combatían por los últimos reductos de la ciudad.
Le Sénat dissimule dans ses caves un buste d’Hitler et un drapeau nazi depuis soixante-quinze ans https://t.co/qPXUzNWlKA
— Le Monde (@lemondefr) September 3, 2019
En el Palacio de Luxemburgo, el personal de la Luftwaffe que huía dejó una escena de caos, con paredes destrozadas y muebles amontonados en las esquinas.
Pasó lo mismo en el edificio contiguo conocido como Petit Luxembourg, entonces residencia del comandante de la fuerza aérea alemana Hugo Sperrle (que ahora pertenece al presidente del Senado francés, Gérard Larcher).
Según la historiadora Cécile Desprairies, fue un momento de éxtasis para la Resistencia.
“Las banderas fueron tomadas como trofeos. Los edificios fueron saqueados. Los libertadores tomaron todo lo que pudieron del ocupante. El mercado negro de productos nazis floreció, y de hecho todavía está allí”, dice.
En medio del desorden, alguien en el Palacio de Luxemburgo debió haber dejado a un lado el busto de Hitler y la bandera, y luego haberlos ocultado en el sótano.
¿Quiénes sabían que estaba allí?
De acuerdo con Le Monde, el conocimiento sobre la existencia del busto se trasmitió a lo largo de los años entre un pequeño grupo de miembros del personal del Senado, luego de que el edificio reanudó sus funciones.
Todos los trabajadores o exsenadores con que consultó la publicación aseguraron no tener idea de la existencia del “minitesoro” nazi.
Pero como un funcionario anónimo del Senado le dijo a Olivier Faye, “los senadores van y vienen”: no son los verdaderos conocedores de la tradición del edificio.
¿Quedan en el Senado otros vestigios de la guerra?
Menos secreto, pero aún poco conocido y ciertamente prohibido para los visitantes, es un búnker subterráneo de hormigón en los jardines del Petit Luxembourg.
Fue construido antes de la guerra como un refugio antiaéreo para parlamentarios y fue utilizado posiblemente por los alemanes como una oficina o para almacenamiento.
El búnker es en sí mismo una fascinante cápsula del tiempo que contiene curiosidades como un “ciclomotor” para cargar baterías con potencia de pedal en caso de apagón, trajes protectores de goma para ataques de gas y un equipo de radio de guerra.
También hay dos reliquias militares alemanas: una caja que contiene un aparato de respiración y otra con una lámpara de gas.
En respuesta a las solicitudes de Le Monde, el Senado finalmente realizó un inventario de lo que asegura que son todos los artículos alemanes en su poder.
Estos también incluyen una gran cantidad de documentos y varios muebles estampados con el águila del Tercer Reich.
¿Qué pasará con esos objetos?
El presidente del Senado, Gérard Larcher, ordenó una investigación, pero decidir qué hacer ahora con esta engorrosa herencia nazi se ha convertido en un tema delicado.
Un destino probable es el nuevo Museo de la Liberación de París en Place Denfert-Rochereau, cuya pieza central es el búnker de comando subterráneo utilizado por el jefe de la Resistencia Henri Rol-Tanguy.