Niña alimenta cuervos durante cuatro años y sucede algo que no podrás creer

La pequeña lleva alimentando a los pájaros de la zona de su casa desde hace cuatro años

Gabi Mann y su especial relación con los cuervos.

Gabi Mann y su especial relación con los cuervos. Crédito: BBC on YouTube

Gabi Mann, una niña de ocho años, de Seattle, Washington, comenzó a alimentar a los cuervos en el jardín de su familia, y ahora esta pequeña y afortunada niña recibe regalos de esos pájaros.

Gabie guarda sus regalos en bolsas especialmente etiquetadas, metidas de forma segura dentro de una caja de almacenamiento de cuentas. Después de todo, estas son sus posesiones más preciadas.

Gabie ha recibido todo tipo de regalos de los cuervos, incluyendo piezas de Lego, cuentas, botones, clips de papel y piezas de espuma. Su regalo favorito de todos es un corazón de color perla.

“Me está mostrando cuánto me aman”, la niña interpreta así los regalos de las aves.

Gabi comenzó a alimentar a los cuervos de su barrio por accidente, ya que era propensa a dejar caer comida. Se bajaba del auto y trozo de pollo se caía de su bocadillo, lo que provocaba que cada cuervo de la cuadra tomara un pedazo como aperitivo. Gabi se dio cuenta y comenzó a recompensar el comportamiento rápido y hambriento de los pájaros, dándoles restos de comida en su camino hacia la parada de autobús.

Los cuervos no tardaron mucho en saber quién era Gabi y esperar a que ella se bajara del autobús escolar todos los días. Los cuervos estaban consumiendo buena parte de los almuerzos de Gabi y su hermano, pero a Lisa, la madre de Gabi, no le importó en absoluto.

“Me gusta que aman a los animales y están dispuestos a compartir”, declaró a la BBC.

Fue una transformación lenta, pero pronto toda la familia se interesó más en los cuervos. Para 2013, Gabi y su madre hicieron que alimentar a a los cuervos fuera un hábito diario. Ahora pasan todas las mañanas llenando el bebedero para pájaros del patio trasero con agua nueva y esparciendo un montón de maní y comida para perros. Mientras se preparan, los cuervos se reúnen y los llaman.

Fue esta rutina la que comenzó a dar sus frutos y los cuervos comenzaron a traer regalos. Las aves consumen todos los cacahuetes que quedan en los comederos y, a cambio, esporádicamente dejan atrás una valiosa baratija, como un arete, una roca pulida o una bisagra.

Algunos de los regalos son realmente increíbles, como una pieza de metal con la palabra “mejor” estampada. A Gabi le resulta divertido pensar que algún cuervo lleva la otra mitad a juego que dice “amigo”.

John Marzluff, profesor de ciencias de la vida silvestre en la Universidad de Washington, ha realizado numerosos estudios sobre cuervos, y ha descubierto que los humanos y los cuervos pueden formar vínculos afectivos.

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