Latínx: ¿con sabor latino, o inglés?
La irrupción de nuevas formas de identificarse con el género y la cultura empuja a innovar. Destaca hoy como fenómeno reciente el uso de la “x” para tomar distancia de lo masculino y lo femenino. Algunos comentarios aparecidos en el NYT en español, hoy en trance de desaparición, y en Al punto de Jorge Ramos sirven de trampolín al comentario.
La “x” como falsa inflexión obedece a la creencia de que la “a” es rosa y la “o”, azul. Otros colores exigen cambios en la lengua. Ya no se quiere ser latino ni latina, sino latinx, segmentado oficialmente como la-tí-neks (por comparación con la-ti-no).
Nos deja confundidos -en una primera impresión- que para reafirmarse en una nueva identidad se sea desleal con la lengua: latínx se funde y confunde con el inglés Latin X. De hecho, en youtube aparece a menudo pronunciado como inglés: la-tin-eks. Y así, compruébenlo, no es como está registrado en el Merriam-Webster o el Oxford. En fin, que el remedio resulta peor que la enfermedad, porque no añade al español nada de lo que se pretende. Y en inglés, lengua sin género, ya tenemos un latino que sirve para hombres, mujeres y latínxs. Otro fiasco, su plural oficial tampoco es español pues tanto latínx como tórax o fórceps son voces acentuadas e invariables en plural.
Venir a concretar lo femenino en una “a” tiene sus riesgos: se puede incurrir en el error de un anuncio de televisión en el que tras señalarse en una clase que la “a” era la marca de los sustantivos femeninos, se pidió dar un ejemplo, a lo que una estudiante dijo: deportista. Todo era, se lo contamos, para ensalzar a la mujer en el deporte. ¿Por qué nadie dijo que Messi también era deportista, o Tiger Woods? Tampoco cabría haber dicho criatura, ni víctima, persona, ni expareja.
Y sobre la “o”, ¿dónde está en los artículos el y un, o en él, el más masculino de los pronombres? En los demostrativos ni aparece: este, ese, aquel. Y más contradictorio, ¿cuál es el sonido dominante cuando no hay ni masculino ni femenino? Apunten: esto, eso, aquello, lo, y algo.
Comprobemos la utilidad real del nuevo latínx fuera del diccionario. Ejemplo ilustrativo: ella y el latínx se quedaron solos. ¿Qué hacemos ahora con el artículo el? ¿Acuñar un artículo lx? ¿Y cómo hacer con solos para no masculinizarse? ¿decimos sólxs? Ocurriría entonces, por desgracia, que ella quedaría abducida gramaticalmente contra su voluntad, que viene a ser una discriminación comparable a la que se intenta corregir con la “x”.
A buen entendedor pocas palabras bastan. Las nuevas sensibilidades merecen que se lo contemos mejor para que la lengua fluya acompasadamente.
Luis Silva-Villar, profesor de Lengua y Lingüística