¿Cuáles son los problemas más comunes al amamantar y cómo podemos solucionarlos?

Amamantar es un momento muy especial de la maternidad, seas madre primeriza o no. Es una situación que afianza los lazos entre la madre y su hijo, pero eso no implica que esté libre de complicaciones.

En las siguientes líneas encontrarás detalles sobre algunos de los problemas recurrentes al amamantar y soluciones para cada uno de ellos. No pierdas detalle.

Mal agarre del pezón

Bebés y Más señala que el mal agarre del pezón es la causa principal de casi todos los inconvenientes de la lactancia materna.

Si el bebé no agarra el pezón adecuadamente, hay posibilidad de presentar agrietamiento del pezón e inflamación de la mama, así como escasez en el flujo de leche materna.

Puedes solventar este problema haciendo “pinza” con tu dedo índice y corazón para sujetar el pezón e introducirlo delicadamente en la boca del bebé, asegurándote de que tome tanto el pezón como parte de la aureola.

Rechazo del pecho

El bebé puede rechazar el pecho poco después de empezar la lactancia, frecuentemente como consecuencia de una mala postura o experiencia. En otros casos, el rechazo se debe a que el bebé prefiere el biberón por resultarle más cómodo.

No apliques lociones ni perfumes sobre tu pecho, y aleja el biberón y los chupetes de la vista de tu hijo. Acércalo a tus senos y espera a que decida alimentarse de ellos. Esto puede tardar un tiempo, por lo que debes tener mucha paciencia.

Obstrucción de la leche materna

Entre los problemas frecuentes de lactancia está la obstrucción de leche materna, que puede ocurrir si usas un sujetador muy apretado o si el bebé no vacía del todo una mama. La acumulación de leche materna puede ocasionar inflamación y ganglios.

Puedes estimular el flujo de leche materna en el seno afectado con masaje suaves, compresas o agua caliente. Intenta también colocar al bebé por más tiempo en el seno afectado de manera que lo vacíe por completo.

Los problemas de lactancia no suelen ser signo de un inconveniente de salud. Son circunstancias que acontecen con cierta normalidad, pero que ameritan una pronta atención de tu parte para que no afecten la relación con tu hijo.