“Inminente desastre en cárceles de ICE por coronavirus”: Amnistía Internacional
Denuncian que mantener detenidas a personas por motivos de inmigración es un acto cruel, irresponsable y letal
El gobierno del presidente Donald Trump no está protegiendo adecuadamente a las personas que están detenidas por motivos de inmigración durante la emergencia de salud pública por el coronavirus, denunció este martes Amnistía Internacional al publicar un nuevo informe titulado: “Estamos a la deriva, a punto de naufragar”, el inminente desastre del COVID-19 en los centros de detención de inmigración de Estados Unidos.
Estados Unidos tiene el mayor sistema de detención por motivos de inmigración del mundo: la Oficina para el Control de Inmigración y Aduanas (ICE) mantiene recluidas a casi 40,000 personas en más de 200 cárceles en todo el país. Personas detenidas en varios centros de detención del ICE han iniciado huelgas de hambre para exigir su libertad y protestar por las condiciones peligrosas e inadecuadas de higiene y saneamiento.
“Hoy en día, la salud y la seguridad de cada persona está ligada a la de las demás. Estados Unidos ha confirmado más casos de COVID-19 que ningún país del mundo, pero ICE sigue sin adoptar medidas eficaces para evitar la pandemia en los centros de detención de inmigración de todo el país, poniendo así en peligro la seguridad de todos y todas”, declaró Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
“El hecho de que ICE mantenga detenidas innecesariamente a decenas de miles de personas supone una enorme amenaza para la salud pública. Mantener detenida a una persona durante una pandemia mundial únicamente por motivos relacionados con la inmigración es un acto cruel, irresponsable y letal”, agregó Guevara. “ICE debe ofrecer urgentemente alternativas a la detención y conceder la libertad condicional por razones humanitarias a las personas detenidas por motivos de inmigración, excepto en aquellos casos realmente excepcionales en que sea necesario que la detención continúe”.
ICE y sus centros de detención no han proporcionado de forma adecuada jabón ni desinfectante a las personas recluidas en ellos, ni han introducido prácticas de distancia social, tampoco ha interrumpido los traslados innecesarios de personas entre sus centros en interés de la salud pública, y ha seguido con el transporte habitual de miles de personas en sus instalaciones. La detención innecesaria y punitiva de personas por parte de ICE, que únicamente se basa en su condición de migrantes y solicitantes de asilo, constituye maltrato y negación discriminatoria del derecho a la salud, refiere el informe.
Para Amnistía Internacional, ICE tiene la obligación de conceder la libertad condicional por razones humanitarias a las personas detenidas por motivos de inmigración antes de que más personas bajo su custodia contraigan la COVID-19, ya que hasta ahora, este organismo no ha adoptado ni siquiera las medidas mínimas necesarias para proteger la salud pública dentro y alrededor de su extensa red de cárceles.
Mientras resta importancia al peligro de brotes de COVID-19 en sus centros de detención, ICE ha ocultado e infravalorado el número de personas detenidas que pueden haber estado expuestas al coronavirus o contraído la COVID-19, ocultando información vital sobre posibles brotes a las personas detenidas, sus abogados y abogadas y la opinión pública.
Amnistía Internacional ha recibido informes coincidentes de presuntos casos de COVID-19 y confinamientos en varios centros del ICE, de cuya situación sanitaria los responsables de este organismo se han negado a hablar, según afirmaron abogados y abogadas, que denuncian también que carecen de información sobre el peligro existente en los centros del ICE, y que a las personas que están siendo monitoreadas por COVID-19 a menudo no se les practica la prueba de detección de la enfermedad. El personal y los empleados/as del ICE que participan en las actividades de este organismo corren considerable peligro de contraer la COVID-19, que después pueden transmitir a las personas detenidas, así como a sus comunidades locales.
Las personas que padecen patologías previas —incluidas las inmunodeprimidas debido al VIH— han brindado a través de sus abogados y abogadas preocupantes testimonios sobre atención sanitaria deficiente y condiciones inadecuadas. Estas peligrosas condiciones —por ejemplo, que el personal médico no les proporcione los medicamentos antirretrovirales para el VIH, o que no se atiendan sus peticiones de desinfectante de manos y mascarillas— aumentan su riesgo de contraer la COVID-19 y enfermar gravemente o morir.
Mientras la pandemia iba extendiéndose por todo Estados Unidos desde enero, el ICE continuaba recibiendo y deteniendo familias en sus centros residenciales familiares, algunas de ellas ya con síntomas de la enfermedad, según abogados y abogadas. En el centro Dilley el personal del ICE y de GEO Group no proporcionó a las personas detenidas formación sobre la COVID-19, desinfectante de manos ni artículos de protección o limpieza, a pesar de que algunas padecían patologías previas. El personal del centro no realizó las pruebas de la COVID-19 a las personas detenidas ni tenía previsto hacerlo.
Una mujer de Honduras, embarazada y solicitante de asilo con su hija de 4 años, describió su temor de contraer la COVID-19 y morir debido a las condiciones y la atención inadecuadas del centro Dilly: […] No puedo guardar una distancia suficiente con otras personas para evitar contraer el virus si lo tienen.” Debo estar cerca de la gente todo el tiempo. Comparto el cuarto, el baño y el comedor. En esta cárcel todos los espacios son comunes.”
El personal del centro Karnes del ICE tampoco ha tenido acceso a pruebas de COVID-19 ni ha seguido las normas de salud pública de Estados Unidos para evitar la propagación de la enfermedad. Casi todas las familias denunciaron que lo habitual era que la atención médica fuera deficiente, no adecuada ni siquiera para solventar un dolor de cabeza o un resfriado común. En el centro había muchos padres, madres y menores enfermos con síntomas parecidos a los de un resfriado: tos, congestión y fiebre, y muchos miembros del personal mostraban síntomas similares. El personal no siempre se ponía mascarilla ni practicaba la distancia social.