Coronavirus: Trabajadores esenciales entre el miedo y la necesidad
Recomiendan lavar con jabón, frutas de cáscara gruesa para prevenir la transmisión de la pandemia
Guillermo García, es un inmigrante de El Salvador, que como muchos trabajadores esenciales viven entre el miedo a ser contagiados por el coronavirus, y la necesidad de no faltar a sus labores para poder cumplir y hacer frente a todos los gastos en sus casas.
“No es fácil salir a buscar el sustento. Uno sale y se va con temor a trabajar. Vivimos preocupados por las consecuencias”, dice.
Es tanta la intranquilidad que hasta desconfían de sus compañeros de labores. No saben si alguno de ellos pudiera traer el virus y transmitírselos, ocasionándose que se enfermen.
Desde hace siete años, Guillermo trabaja en una planta de empaque en la ciudad de Oxnard en el condado de Ventura, que da ocupación a aproximadamente 40 empleados.
‘Embolsamos y empaquetamos vegetales como rábanos, betabeles, perejil y poros (leeks en inglés) para mandarlos a las tiendas”.
Su jornada habitual comienza a las cuatro de la tarde, y termina a las dos o tres de la madrugada.
“Cuando entramos a trabajar, ayudamos a empacar. Luego limpiamos y desinfectamos la maquinaria para que a la mañana siguiente cuando entra el otro turno, todo esté esterilizado”.
Cuando estalló la crisis del coronavirus, platica que se incrementaron las labores de limpieza de las instalaciones de esta planta de empaque.
“Hay más revisiones para asegurarse que la gente se lave las manos y las desinfecte con frecuencia; se cambien los guantes cada rato; anden con su mandil y mangas; y se limpien las botas antes de entrar a la planta”. La compañía proporciona a los trabajadores: botas, mandiles y mangas. Estas últimas, hechas de plástico, son una especie de protección que van desde la muñeca de la mano hasta el antebrazo. El Sindicato de Campesinos Unidos (UFW) les ha dado mascarillas.
Al principio de la pandemia, este trabajador cuenta que se redujo la producción, y les recortaron las horas de trabajo; pero en las dos últimas semanas, los horarios se normalizaron.
“Como que un inicio, la gente de abasteció de mucha comida, y luego no volvieron a comprar por un rato. Eso hizo que bajara el trabajo”.
De 47 años de edad, Guillermo emigró de El Salvador hace 18 años. Su esposa trabaja en el campo. Tienen tres hijos, uno de ellos es un menor de diez años.
“Estamos bastante angustiados. No queremos enfermarnos. Si uno de nosotros dos, deja de trabajar, no vamos a poder sostener el hogar y pagar la comida, el gas, la gasolina; y la renta de la vivienda de más de 2,000 dólares”.
Además confía que le angustia que algunos de sus compañeros, por no cuidarse y no usar mascarillas y guantes cuando salen del trabajo en su vida diaria, se vayan a enfermar del COVID-19.
Esto – considera – no es solo una amenaza para la salud de todos los trabajadores. “También pone en riesgo nuestra fuente de empleo porque hasta pueden cerrar la planta”.
Guillermo regresa de madrugada a su hogar. “Me quito la ropa en el baño, y me aseo antes de irme a dormir”.
Como un trabajador esencial en un empaque de verduras, aconseja a todos a no bajar la guardia ante la pandemia. “Hay que lavarse las manos con frecuencia y desinfectarnos continuamente”.
A la hora de comprar vegetales, recomienda a las amas de casa, lavarlos muy bien.
“No sabemos quién los toque al salir del empaque y en el supermercado. Con esta enfermedad, es mejor que cuando las frutas y verduras entren a nuestro hogar, las lavemos de nuevo antes de consumirlas”.
En especial, sugiere lavar con jabón todas aquellas frutas de cáscara gruesa como mangos, sandías, naranjas y otras.
La Opinión se ha unido a la Coalición por los Derechos de los Inmigrantes (CHIRLA) para invitarte a que este viernes Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, a las seis de la tarde, abras las puertas de tu casa y brindes un aplauso a los trabajadores esenciales como Guillermo; o bien, publica una porra en tus redes sociales con el hashtag #PorraDeTrabajadores.