Cuándo los elogios a los hijos pueden ser nocivos

Más que solo adular, es importante reconocer cuando han hecho un gran esfuerzo

Adularlo en el exceso en ocasiones suele provocar que el móvil de las acciones del niño sea perseguir la recompensa externa.

Adularlo en el exceso en ocasiones suele provocar que el móvil de las acciones del niño sea perseguir la recompensa externa. Crédito: Pixabay

Decirle a tu hijo que lo bien que hace algunas cosas es una forma positiva de fortalecer su autoestima. Pero estar demasiado pendiente de elogiarlo todo el tiempo y sin moderación podría desarrollar una dependencia de las alabanzas.

Aunque a los adultos se nos dice todo el tiempo que las cualidades positivas deben ser reconocidas, en ocasiones queremos hacer lo mismo con los niños sin considerar que hay cosas que pueden costarle más trabajo que otras y precisamente son esas acusaciones concretas las que podrían ayudarle más en su conciencia.

Los elogios más eficaces son los que se refieren a actuaciones concretas, aquellos que ayudan al niño a desarrollar una mayor conciencia de lo que sí está bien y de lo que no está correcto. Reconocer lo positivo de los niños les ayuda a sentirse bien con ellos mismos y les motiva a aceptar el esfuerzo que supone un aprendizaje, ya que están seguros de sus capacidades.

Por lo contrario, adularlo en el exceso en ocasiones suele provocar que el móvil de las acciones del niño sea perseguir la recompensa externa, con lo que la satisfacción de sentirse capaz de hacer algo bien y de haberlo hecho pasaría a un segundo término.

Los niños “adictos a los elogios” sufren una mínima tolerancia a la frustración, dependen de la aprobación de los demás y no quieren “correr riesgos”, su deseo es moverse en terreno seguro, así seguirán recibiendo alabanzas y continuarán forjándose una imagen positiva de sí mismos un tanto ficticia.

Como padres, es importante reconocer en nuestros hijos el esfuerzo, el interés y la dedicación a determinados asuntos. En lugar de decir: “¡eres un genio tocando el violín! sería interesante decir: “¡qué bien suena!, ¡se nota que has practicado!

Una de las grandes alegrías de la infancia es descubrir algo nuevo y saberse capaz de hacer algo por sí mismo. Los elogios en exceso pueden hacer que el niño pierda el placer y el orgullo de disfrutar de sus propios logros. Resulta imprescindible animarles a tener iniciativas y a hacer cosas por su cuenta comentándoles cuáles son sus fortalezas y debilidades y cómo convertir estas últimas en fortalezas, ellos lo agradecerán en el futuro.

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