Coronavirus: Teje muñecas para eliminar el estrés
La ayuda a mantenerse ocupada y relajada durante el aislamiento ordenado por la pandemia
La maestra Rosa Higuera aprendió a tejer cuando era una niña en México. Al emigrar a California comenzó a hacer muñecas tejidas, pero cuando la cuarentena por el coronavirus fue impuesta, se puso como consigna hacer una muñeca por semana para mantenerse ocupada y no dejarse vencer por la preocupación y la incertidumbre.
Ya lleva ocho muñecas desde que en marzo se emitió la orden ‘Quédate en Casa’.
“Son un hobbie y una terapia. Cuando me pongo a tejer apago la televisión porque necesito concentrarme; y me olvido de lo que ocurre afuera”, dice.
Nació en Mocorito, Sinaloa. Trabajó toda su vida de maestra de primaria en México. Por muchos años, pasó viajando entre la ciudad de Anaheim y Mocorito, porque su esposo y padre de sus tres hijos, trabajaba en California.
Al jubilarse del magisterio en México, vino a vivir a la ciudad de Anaheim en el condado de Orange.
En realidad, su pasión por el tejido comenzó a edad temprana.
“Antes en las escuelas primarias de México, te enseñaban a tejer y a coser en cuarto grado. Hasta teníamos que hacer un muestrario con las diferentes puntadas”, recuerda.
Cuando creció, un hermano y su cuñada abrieron el negocio La Casita del Estambre en Culiacán, México; y fue en los talleres de tejidos que ahí impartían, que aprendió a tejer diferentes prendas de ropa.
Ya establecida en Anaheim, hizo voluntariado en las escuelas de sus hijos, y participó en los clubes de paisanos, pero también retomó el tejido y comenzó a hacer sus primeras muñecas.
“Cuando empiezo, ya tengo una idea del tipo de muñeca que quiero hacer, pero la voy definiendo conforme voy dando puntadas, a pura imaginación”.
Pero cada muñeca es única. “Tienen algo creativo porque las hago sin guía, solo con mi cabeza”.
Las teje con ganchos de crochet con hilo y estambre “El estambre es más fácil de tejer y más económico. El hilo es más fino y más caro”.
Para la maestra Rosa sus muñecas son muy especiales. “La gente se asombra cuando las ve. Son una parte de mi. Las amo. No las hago para vender. He regalado algunas, pero venderlas nunca. No sabría a cuánto darlas, porque además tienen un costo grande en trabajo; y en cada una, se va una parte de mi corazón”.
Por eso cuando comenzó la cuarentena, se propuso hacer una muñeca por semana. “Yo pensé que serían solo dos semanas de encierro, pero ya pasamos las ocho semanas. Y ya llevo ocho muñecas”, dice.
En cada muñeca, la maestra Rosa pone no solo sus manos a trabajar sino también su cerebro. “Por cada punto tengo que mover mi mano cuatro veces. Tejer tiene mucho de matemáticas y de ingeniería. Pero también es como el trabajo de un escultor, estás constantemente reduciendo y agrandando. Plasmas lo que quieres ver y hasta donde tu creatividad alcance”.
Esta inmigrante sinaloense ha hecho todo tipo de muñecas, rubias, de pelo negro; bien peinadas, con el cabello alborotado; muy formales y otras muy casuales.
“Durante la cuarentena quise hacer a una rubia, pero no tenía ningún estambre para darle el tono al color del pelo. Tampoco podía ir a la tienda porque está todo cerrado. Así que agarre los colores más claros que tenía, y me salió como pelirroja”, dice.
La maestra Rosa ha hecho cientos de muñecas, pero también teje todo lo que venga a su mente, ropa, pelotas y diferentes figuras. “Hasta una colección de changos le tejí a mi nieto”. Y además ha tejido muchas muñecas miniatura bajo la técnica japonesa de tejido, amigurumi.
Sin embargo, las muñecas de la cuarentena tienen para ella un valor muy significativo, porque no solo la han ayudado a lidiar con el miedo al COVID-19 sino que le han dado mucha felicidad.
“Juego y platico con ellas. Me da mucho gusto mostrarlas a mi familia cuando las termino; y hacerlas es una pasión, al grado que no siento las horas, y cuando me doy cuenta ya son las 12 de la noche”.
Aunque a la maestra Rosa, las muñecas la han ayudado a relajarse durante la cuarentena, su mayor deseo es que ya termine. “¡Ojalá ya no se alargue!”, exclama.