Dentistas reabren consultorios con muchas precauciones contra el coronavirus
Incrementan la limpieza y desinfección para proteger a sus pacientes y a ellos mismos de la pandemia
Casi al mismo tiempo que se ordenó el cierre de todos los negocios en California a causa del coronavirus, a mediados de marzo, a Michael López le cayó una infección en la muela que le provocó hinchazón y mucho dolor.
“Me empezó un domingo. El lunes todavía fui al trabajo, pero el martes tuve que faltar porque ya no aguantaba el dolor. Fue el miércoles que pude hablar por teléfono con un dentista que me recetó antibióticos y otros medicamentos”, cuenta.
Michael se recuperó de la dolencia de muelas, pero es hora de que no puede ver al dentista. “Ya me siento bien, y no he insistido en ir al consultorio por temor a contraer el coronavirus”.
Durante la emergencia por el COVID-19, decretada desde mediados de marzo en California, se recomendó posponer el cuidado dental que no fuera urgente, y dejar para más adelante la limpieza de dientes, tratamientos de caries que no duelen, blanqueamientos, revisión de frenos y servicios cosméticos.
La dentista Jessica Lizana quien tiene su consultorio en Northridge, un vecindario en el Valle de San Fernando en Los Ángeles, dijo que cerraron el 17 de marzo para la atención regular, y solo funcionaron para emergencias relacionadas con cuadros de dolor e infecciones.
“Había temor a ser contagiado y caer enfermo debido al poco conocimiento de este virus, pero somos una entidad proveedora de salud y estamos en el mismo barco de salvar vidas. Así que atendimos las emergencias dentales para que no tuvieran que ir a un hospital”, comenta.
Fue hasta la última semana de mayo cuando reabrió su consultorio dental para el servicio regular, dando prioridad a los pacientes con mayores problemas.
“Hemos aumentado el protocolo de seguridad. Cuando un paciente llega, tiene que llenar un cuestionario en el que se le pregunta si ha tenido exposición al coronavirus y si ha salido el país”.
Pero además le toman la temperatura, debe entrar con mascarilla al consultorio y lavarse las manos a la hora de ver al dentista.
“Antes de que comencemos a trabajar en su boca, tiene que hacerse un enjuague con peróxido”.
La odontóloga dice que todo el personal lleva un atuendo muy diferente al que usaban antes de la pandemia. Portan una mascarilla N95 que cumple con los estándares del Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional de los EE.UU. (NIOSH).
Pero encima de esa mascarilla, usan un escudo protector de plástico. “Nos cubrimos la cabeza con un gorro y usamos botas impermeabilizantes, guantes y una bata quirúrgica”.
Con todo ese equipo, dice que se siente bastante segura. Y por si esto no fuera suficiente, explica que todo el consultorio es desinfectado antes y después de cada paciente. “Todo tiene barreras de plástico que se remueven con cada paciente. Estamos haciendo lo humanamente posible para minimizar los riesgos de contraer el coronavirus”.
Además están cuidando mucho que se ejerza la distancia social entre los pacientes y el propio personal. “Tenemos solo dos pacientes en la sala de espera que es muy amplia; y hemos empezado de a poco para controlar todo”.
La dentista dice que entiende que hay susto entre la población para acudir a la oficina dental, pero recuerda que muchos estudios han demostrado que entre menos patologías dentales, menor es su riesgo de contagio y de adquirir otras enfermedades.
Intensifican medidas
Martha Garza, una asistente de dentista, quien además hace limpiezas dentales en el consultorio Los Alamitos del condado de Orange, cuenta que este viernes fue el primer día que recibieron pacientes.
“Durante la cuarentena, yo estuve trabajando medio tiempo y solo atendimos emergencias”, dice.
Platica que la pandemia los ha hecho vestirse prácticamente como astronautas. “Ya desde antes nos protegíamos mucho. Bueno desde los años 80 cuando apareció el VIH – el Virus de la Inmunodeficiencia Humana -. Ahora hay que cuidarnos más porque el coronavirus se puede transmitir por medio de la saliva”.
Martha dice que el lunes 1 de junio, abrirán el servicio dental para las citas de rutina, y volverá a trabajar ocho horas.
“En la oficina estamos tomando muchas precauciones, investigando los antecedentes de los pacientes. Antes de darles una cita, los ponemos a responder un cuestionario con preguntas sobre si han viajado fuera del país y si han estado expuestos”.
Incluso un día antes, les vuelven a llamar por teléfono, y les repiten el interrogatorio.
“Les decimos que si algo cambia con su salud el día de la cita, nos avisen para reprogramarlos”.
En el consultorio, explica que mantienen todo limpio y el personal usa mascarillas.
“Todo tiene que estar esterilizado. Esas medidas ya las teníamos antes, solo la hemos intensificado”.
Martha revela que ella usa lentes y mascarilla, y encima un escudo de plástico que le cubre la cara. “Las chaquetas que ahora empleamos, las echamos a la basura después de cada uso”.
Con todas estas protecciones, no niega que aún así le da un poco de nervios la posibilidad de contagiarse, pero al final dice que la exposición al COVID-19 puede darse en cualquier parte. “Igual cuando vamos a la tienda, estamos expuestos a mucha gente. Por eso lo mejor que podemos a hacer es cuidarnos y tratar de mantenernos saludables”.