Samaritano dona camioneta para transportar a niña en silla de ruedas
Aun en medio de la crisis de salud, latinos ayudan a otros latinos
En plena pandemia del coronavirus existen los actos de generosidad entre latinos en el sur de California.
Julio Peralta, un padre soltero quien fue desalojado del cuarto que rentaba junto con sus dos menores hijos, uno de ellos con discapacidad, recibió esta semana un golpe de suerte cuando un buen samaritano decidió donarle una camioneta.
“El señor que escuchó su historia en un programa de radio, se aproximó a Mujeres de Hoy – una organización para apoyar a quienes son víctimas de violencia doméstica -, y le donó 1,000 dólares”, dice Mayra Todd, fundadora y directora de Mujeres de Hoy.
Pero no conforme con eso, al darse cuenta de la situación por la que pasa Julio con su hija de 12 años quien nació con espina bífida, decidió apoyarlos con entre 12,000 y 13,000 dólares para comprarles un vehículo Van acondicionado para la silla de ruedas de la menor.
“Julio no tiene carro, y le hace mucha falta para transportar a su hija a la escuela y a sus terapias”, precisa Mayra.
El buen samaritano es Luis Ríos originario de Guanajuato, México, propietario de una compañía de plomería en Los Ángeles. “Junto con él estamos buscando la mejor opción de auto para Julio y su familia. Luis ha dicho que si la camioneta Van cuesta más de 13,000 dólares, está dispuesto a poner el resto”, dice Mayra.
Mientras que Julio comenta que se siente muy agradecido porque el vehículo ‘le caerá como anillo al dedo’ para atender las necesidades de su hija.
Julio Peralta de 45 años, emigró de Guatemala a Estados Unidos hace tres años y medio, junto con su hija Olga Margarita que hoy tiene 12 años, y su hijo David de 16 años.
“La verdadera razón por la que venimos a este país fue para buscar tratamiento médico para mi hija”, dice.
La espína bífida es un defecto congénito con el que nació Olga Margarita que se presenta cuando la columna vertebral y la médula espinal no se forman adecuadamente. Provoca parálisis y no poder caminar.
A Julio se le ha complicado obtener asilo político para él y sus hijos. “Yo no vine a este país por violencia, acoso o persecución. Entonces los abogados que he consultado me dicen que no tengo un caso. Que debí haber pedido asilo humanitario en Guatemala, pero no lo hice. No sabía”, dice.
Su situación migratoria ha hecho muy difícil que le quieran alquilar una vivienda a él y sus dos hijos.
“Solo he podido rentar una recamara. Pero debido a los cuidados que requiere mi hija se me complica mucho acoplar la función de papá y trabajador”.
Eso hace que Julio con frecuencia no pueda mantenerse en los trabajos, y quede mal en pagar la renta.
“Hemos tenido que aceptar muchos insultos, ofensas y humillaciones por parte de los caseros. Pero por mis hijos no tiro la toalla. A los dueños de la vivienda de renta no les importa si te comes un pedazo de su fruta o les agarras comida en su casa, siempre y cuando les pagues la renta”, dice.
Desalojado de la recámara que le alquilaron en el Valle de San Fernando, después de vivir en un albergue y un motel para personas sin hogar, este padre de familia terminó rentando un cuarto por 800 dólares en Riverside.
“Por el coronavirus, me quedé sin trabajo desde el 15 de Marzo, pero por fortuna mañana voy a comenzar en una bodega de las 2 de la tarde a las 12 de la noche”, comenta. Su hijo de 16 años se quedará a cargo de la menor de 12 años.
La única ventaja que hemos tenido en este país – dice – es que su hija tiene acceso al MediCal, el seguro de salud de California para las personas de bajos ingresos. “Ya le han hecho cuatro operaciones”, comenta.
En medio de su precarias condiciones y de los muchos desafíos que enfrenta , dice que no pierde la esperanza de encontrar un alivio migratorio que le permita a él y a su familia mantenerse en el país para que su hija pueda seguir recibiendo atención médica.