Pregorexia o anorexia durante el embarazo: ¿cómo afecta a la mujer y al feto durante el embarazo?
Se trata de un desorden alimenticio que se desarrolla durante el embarazo
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La pregorexia, conocida también como anorexia en el embarazo, es un problema alimenticio que desarrolla la mujer al ver como su imagen corporal cambia.
Sin embargo, al tratarse de un periodo tan delicado en la vida de la mujer, esta enfermedad puede representar graves inconvenientes, como lo menciona un artículo del portal Ser padres.
Peligros de la pregorexia
Al preocuparse más por la imagen que por su propio bienestar, las mujeres que tienen pregorexia, o anorexia durante el embarazo, ponen en riesgo no solo su propia vida, sino también la de su hijo.
Tanto la madre como el feto necesitan una buena alimentación para desarrollarse perfectamente, y al no alimentarse bien, o reducir la cantidad de calorías y de alimentos que debería consumir, la madre puede padecer de desnutrición, falta de calcio en los huesos y poca producción de leche materna.
Por otro lado, la piel se torna seca, se altera la producción hormonal, puede sufrir pérdida de cabello y pueden incluso tener problemas para desarrollar lazos afectivos con su bebé y mostrar cariño.
En el caso del bebé, este puede sufrir defectos en su formación, como problemas en el sistema nervioso, e incluso malformaciones. Otros problemas que podría desarrollar están relacionados con el sistema cardíaco y digestivo, y deficiencia en el desarrollo del sistema óseo, afectando de esta forma su crecimiento.
Cómo reconocer la pregorexia y qué se debe hacer
Las mujeres que sufren de pregorexia no suelen identificar sus propios síntomas. Por eso, su familia y seres queridos juegan un papel importante, ya que existen ciertas señales que pueden alertar esta condición.
La reducción de alimentos, el rechazo de la transformación de su propio cuerpo, así como el rechazo o negación de su embarazo y una rutina de ejercicios demasiado dura son evidencias de que alguien sufre de este peligroso trastorno.
La visita al médico y el acompañamiento es importante. Hay que tomar en cuenta todas las recomendaciones del ginecólogo, y si es necesario, también hay que buscar ayuda psicológica para evitar daños permanentes tanto en la madre como en el bebé.
