Los abuelitos en los asilos han sido olvidados y se están muriendo
Las instituciones de cuidado de la tercera edad se han convertido en centros de infeccón y en el epicentro de la pandemia en EE.UU.
Después de estar tres meses en una institución para personas de la tercera edad, Martha Lara Polanco, de 70 años, y su familia celebran su regreso al hogar. Su hijo Edgar Polanco dijo que es un alivio saber que su madre ya no está aislada.
El regresar a casa posiblemente también evita que Martha se convirtiera en una estadística más de quienes han fallecido en los asilos durante la pandemia del coronavirus.
Martha tuvo una caída a principios del año lo que la llevó a tener una cirugía de urgencia. Tras la operación Martha quedo con la mitad de su cuerpo paralizado. Debido a que ella era considerada una persona vulnerable al contagio del coronavirus y con altas necesidades de ayuda física, no se le permitió regresar a su hogar. El hospital la transfirió a un hogar de convalecencia para personas de la tercera edad en el oeste de Los Ángeles.
“La dejaron salir el 29 de mayo y todavía necesita ayuda porque tiene paralizado el brazo, pero viene su terapeuta físico, su terapeuta del habla y enfermeras a ayudarla”, dijo Edgar.
Aseguró que el personal llega bien preparado con su equipo de protección personal (PPE), cubiertos de pies a cabeza. Pese a que la recuperación puede tomar un tiempo, Edgar aseguró que su madre está mucho más contenta ahora que puede dormir en su propia cama.
“Ella está muy feliz y cuando no hay ayuda nosotros le ayudamos porque le cuesta todavía mover su brazo derecho”, indicó Edgar. “Yo también estoy muy contento y me quita un peso de los hombros ahora que ya la puedo tener cerca”.
El que Martha haya salido de la casa de convalecencia fue una buena decisión ya que, según expertos, desde que comenzó la pandemia COVID-19, las personas de la tercera edad son los más propensos a contagiarse y/o morir.
El doctor Tung Nguyen, profesor de la división de salud de medicina interna general de la Universidad de California, San Francisco (UCSF), dijo que los hogares de cuidado y asilos de ancianos se han convertido en el epicentro de la pandemia con más de 210,000 casos y 43,000 muertes.
“Creo que todos sabemos que los adultos mayores tienen un mayor riesgo de infección y muerte. Recordemos que tanto la edad avanzada como otros problemas de salud crónicos son más frecuentes a medida que las personas envejecen”, dijo Nguyen en una reunión virtual informativa organizada el lunes por Ethnic Media Services.
El doctor indicó que hasta el 28 de mayo, en 26 estados, al menos el 50% de las muertes por COVID-19 ocurrieron en asilos de ancianos.
Se estima que ocho de cada 10 muertes por COVID-19 en Estados Unidos son personas mayores de 65 años y el 70% de hospitalizaciones son personas mayores de 85 años, indican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Adultos olvidados
Nancy Garduño, quien trabaja en un hogar de cuidados para personas de la tercera edad en el condado de Orange, dijo que otro aspecto que afecta a las personas mayores es que sus propios familiares los desatienden. Esto los lleva a la depresión.
“No los vienen a ver, desde antes del coronavirus solo los venían a dejar y se van”, dijo Garduño.
Ella indicó que usualmente las personas que cuidan —de 50 a 90 años— tienen condiciones médicas que requieren más atención cercana por condiciones como diálisis o diabetes. Algunos más tienen prótesis en sus extremidades. Ella estimó que aproximadamente el 40% de los pacientes son de origen hispano.
“Si alguien sale positivo [del coronavirus] y les llamamos a sus familiares para avisarles, solo nos dicen que nosotros somos responsables de cuidarlos”, añadió Garduño. “Creo que los filipinos están más al pendiente de sus familiares, participan en video llamadas más seguido con ellos. En español solo tenemos dos pacientes que hacen la video llamada”.
Nguyen dijo que los enfoques de salud pública, como el aislamiento y distanciamiento social son más tóxicos para los ancianos que pueden necesitar ayuda con la comida y la actividad de la vida diaria. Al faltarles este elemento social, los problemas de salud mental y cognitivos asociados con la soledad se incrementan.
“Un estudio hace un par de meses mostró que la tasa de mortalidad en Estados Unidos era inferior al 1% para los menores de 54 años, pero para los de 65 a 84 años aumentaba del 3% al 11% y para los mayores de 85 años del 10% al 27%”, dijo el doctor.
Los expertos sugieren que si el paciente debe permanecer aislado, los miembros de la familia deben interactuar con ellos a través de plataformas como las video llamadas.
“Si puede llevar a los miembros de su familia [de la tercera edad] a casa en este momento, eso sería lo mejor que podría hacer”, dijo la doctora Charlene Harrington, gerontóloga y profesora de enfermería en la UCSF, durante la reunión virtual de Ethnic Media Services.