Graduados latinx no se dan por vencidos

Estudiantes hispanos que terminaron la preparatoria durante la pandemia luchan por un futuro mejor

Miles de latinx desafían obstáculos para poder graduarse.

Miles de latinx desafían obstáculos para poder graduarse.  Crédito: Getty Images

Graduación es tanto la culminación de años de estudio y esfuerzo, como el comienzo de una nueva etapa de sueños y esperanza. Para millones de jóvenes latinx, completar la escuela preparatoria y embarcarse en una carrera universitaria es a la vez la única llave para abrir la puerta a una vida mejor.

Este es el caso de Ángel, Lorena y Katherin, tres jóvenes latinx del Este de Los Ángeles, quienes junto a miles de estudiantes hispanos se graduaron recientemente de la escuela preparatoria, en medio de la pandemia del coronavirus y las medidas de cuarentena.

Los desafíos para la generación de jóvenes hispanas e hispanos que terminaron la “prepa” este mes son particularmente difíciles y van desde el aumento del desempleo causado por la pandemia, que impacta financieramente a sus familias; pasando por los obstáculos físicos para tomar clases, resultado de los protocolos de seguridad; hasta la política antiinmigrante de la actual Administración.

“En estos tiempos sin precedentes es difícil para mí ver como estos jóvenes que han trabajado tan duro no hayan podido subir al escenario a recibir su diploma y celebrar su graduación. Son estudiantes brillantes, excelentes personas. Para ellos y para sus familias, que los han apoyado y se han sacrificado tanto para darles una vida mejor, es un hito muy importante y una fuente de orgullo”, indicó Amoreena Castañeda, profesora de la escuela Woodrow Wilson High School, en el Este de Los Ángeles, en entrevista con La Opinión.

“Estas familias que han hecho tanto por sus hijos no tuvieron la oportunidad de celebrar sus logros y en cierto modo, es como si hubiesen sido marginalizadas una vez más. Necesitamos hacer oír sus voces, compartir sus historias y reconocer el capital cultural que estos jóvenes aportan”, agregó la educadora que, al igual que los jóvenes graduados, también creció en el Este de Los Ángeles.

Angel seguirá sus estudios en UCLA.

Ángel, de El Sereno a UCLA

Ángel Valdez-Sosa nació en California y creció bajo el cuidado de sus abuelos en El Sereno, Los Ángeles, California, un área de bajos ingresos y recursos, con oportunidades limitadas.
Cuando este año, Ángel ingrese a la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) para estudiar biología y sociología, se convertirá en el primero en su familia en poder acceder a una educación universitaria.

Como estudiante “salutatorian”, esto es en el segundo lugar de su clase, por sus altas calificaciones, Ángel ofreció su discurso pre-grabado durante la celebración de graduación online. Y si bien se siente agradecido y orgulloso por sus logros, reconoció que no fue igual grabar su discurso, que haber podido subir al escenario y compartir sus sentimientos con sus abuelos, compañeros y educadores.

Lorena dudó dejar a su familia para ir a la universidad.

Lorena, una soñadora

Lorena García Jimenez, del Este de Los Ángeles, también es la primera en su familia en ir a la universidad y fue aceptada en la Universidad de California, Berkeley donde estudiará biología molecular ambiental.

Lorena nació en Puebla, México y llegó a los Estados Unidos en 2005, con sus padres y hermanos. Como resultado de pandemia, los padres de la recipiente de DACA perdieron sus empleos y cuando su familia se mudó a Hesperia, California, Lorena y su hermano permanecieron en Los Ángeles para poder trabajar.

Para Lorena fue difícil tomar la decisión de ir a la universidad y dejar a su familia, en momentos como los que estamos atravesando.

Katherin y su mamá Martha Portillo celebran la graduación.

Katherin, de Honduras a Berkeley

Katherin Dubon Portillo también es una graduada de Woodrow Wilson High School y la primera generación en ir a la universidad. Katherin fue admitida a la Universidad de California, Berkeley, donde tiene planeado estudiar ciencias políticas.

La joven nació en Honduras y creció en Boyle Heights. Durante su infancia, la familia de madre soltera tuvo que mudarse numerosas veces, lo que también llevó a la joven a vivir en el Sur Centro de Los Ángeles, Silverlake y El Sereno.

Al aplicar para su residencia estadounidense, durante el primer año de la escuela preparatoria, Katherin tuvo que regresar a Honduras por dos meses, una experiencia difícil por los riesgos, la violencia y la falta de recursos en su país natal.

Pero a pesar de las interrupciones y obstáculos, la joven logró mantener sus altas calificaciones y este año pudo graduarse junto a Ángel y Lorena.

Obstáculos y desafíos

Así como la pandemia “robó” a millones de jóvenes de la celebración de un hito tan importante como la graduación, también dificultó su transición a la vida universitaria. Mientras que muchos jóvenes de mayores recursos sólo deben preocuparse por sus estudios, los estudiantes latinx de bajos ingresos deben cargar consigo la preocupación por sus familias y por la falta de oportunidades.

Para incontables estudiantes hispanos, esperar un año más hasta que termine la pandemia y así poder comenzar sus estudios universitarios, no es una opción. Eso fue lo que llevó a Lorena a dudar sobre su decisión de mudarse a la universidad.

“Estaba muy confundida, porque no quería dejar a mi familia en momentos como este”, compartió la adolescente. ”Pensé en esperar un año, pero finalmente entendí que no era una buena idea y que no podía dejar pasar esta gran oportunidad”, agregó.

La situación de Katherin es similar a la de Lorena. La preocupación de la joven es no poder seguir ayudando a su mamá mientras esté estudiando lejos de su hogar.

En el caso de Ángel, el joven ni siquiera está seguro si podrá costear vivir en uno de los “dorms” (dormitorios) de la universidad. Como resultado de las medidas de distanciamiento social, las universidades admitirán este año a menos estudiantes en cada “dorm” lo que a su vez aumentará su costo.

A estas dificultades se les suman la reducción de actividades, programas de tutoría, clases y recursos en los campus universitarios, entre otras limitaciones.

Alzar la voz

A pesar de las muchas dificultades y obstáculos, estos jóvenes latinx aún no se han dado por vencidos.

“Hay mucha gente que piensa, ‘OK, se graduaron de la escuela preparatoria, no es gran cosa’. Pero no es así, para nosotros fue muy importante poder hacerlo”, reflexionó Lorena.

Los tres jóvenes coincidieron en que la elección de sus carreras les permitirán algún día volver a las comunidades que los vieron crecer y apoyaron sus sueños y poder hacer una diferencia en la vida de jóvenes latinx en su misma situación.

Durante la entrevista, los estudiantes alentaron a aquellos que se desaniman y ya no quieren seguir luchando porque creen que es demasiado difícil.

No renuncien a sus sueños, no se dejen vencer por los desafíos”, alentó Ángel.

“Las familias del Este de Los Ángeles se enfrentan a incontables obstáculos. Es una comunidad silenciosa, que muchas veces teme alzar su voz. Pero es necesario romper ese silencio. Compartir y oír sus historias y apoyar sus logros. Estos jóvenes y sus familias se merecen todo el apoyo que les podamos dar”, concluyó Castañeda.

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