Advierten de la necesidad de liberar a detenidos en las cárceles de California
En tiempos de pandemia, el encarcelamiento puede ser una sentencia de muerte, dicen activistas
Mientras la pandemia de COVID 19 se extiende dentro de las cárceles en el país, presos en la prisión de Santa Rita, al norte de California, dicen que enfrentan malos tratos y malas condiciones sanitarias, de acuerdo a una recopilación de testimonios de una coalición de solidaridad de dicha institución.
Un preso dice que empezó a sentir síntomas del virus en abril, tenía fiebre, dolores de cabeza, diarrea y escalofríos, pero temía avisar a las autoridades por miedo que lo metieran a “el hoyo,” o a una celda de confinamiento solitario. Después de nueve días, le tomaron la temperatura y tenía fiebre, entonces sus temores de que lo aislaran y encerraran se hicieron realidad.
“En confinamiento solitario no me dieron nada. Sin pastillas para la tos, sin cobija, sin Tylenol, sin bebida caliente, nada. Me quedé en esa habitación y sufrí”, expresó el detenido.
Hasta la fecha 19 personas encarceladas han muerto después de contraer el coronavirus en el estado de California. Un total de 3.709 reclusos en las prisiones estatales han contraído el coronavirus desde que comenzó la pandemia, según el departamento de correcciones.
La organización Centro Ella Baker en Oakland, junto a una coalición de organizaciones, exigen la liberación de reclusos ante el brote de coronavirus. Es parte de un movimiento para reducir la sobrepoblación carcelaria que tiene precedentes antes de la pandemia y que está vinculado a la violencia policial en la comunidad latina y afroamericana.
“Sabemos el impacto que tiene el encarcelamiento en las personas, en las familias y en la comunidad en general”, dice José Bernal, un organizador y defensor del Centro Ella Baker. “La comunidad latinx se ve desproporcionadamente afectada por el sistema carcelario” también como la comunidad afroamericana.
Actualmente en el condado de Alameda, dónde se encuentra la cárcel de Santa Rita, el 48 por ciento de la población es afroamericana y el 23 por ciento es latina.
Santa Rita, la tercera cárcel más grande en California, ha sido objeto de quejas y denuncias de abusos de derechos humanos, trabajo forzado y condiciones insalubres, dicen los activistas.
Bernal describe el caso de Candace Steel, una mujer que se vio obligada a dar a luz en una celda de aislamiento; mientras que Christian Madrigal, un joven de 20 años, murió en 2019 después de ser encadenado a una celda de aislamiento.
“Durante COVID 19, realmente intensificamos nuestra llamada para minimizar el encarcelamiento, porque sabemos que las cárceles y las prisiones nunca han sido seguras para nadie, pero aún más ahora con este virus altamente contagioso”, dice Bernal.
En marzo, junto a otras organización, el Centro de Ella Baker le exigió a autoridades del condado de Alameda liberar de inmediato a los encarcelados de todas las correccionales, priorizando la liberación inmediata de los que se encuentran en prisión preventiva, además de las personas más vulnerables al COVID-19; inclusive, se solicitó cumplir con las necesidades inmediatas de salud y saneamiento de las personas encarceladas. El condado de Alameda liberó a casi mil presos entre los meses de marzo y mayo.
Amber Akemi Piatt, directora del Programa de Salud Sin Castigo de la organización Human Impact Partners, quien trabaja junto con Centro Ella Baker y la coalición de solidaridad de la cárcel de Santa Rita, dice que “los testimonios de personas adentro del inmueble, incluyen muchas demandas colectivas, realmente cuentan la historia diferente de la cárcel de Santa Rita como esencialmente un lugar de tortura”.
“Hay un patrón de abuso dentro de la cárcel”, dice Piatt. La pandemia sólo exacerba las malas condiciones en la cárcel, y “estar dentro de una instalación carcelaria en este momento, ya sea una cárcel, una prisión o un centro de detención de ICE, es realmente una posible sentencia de muerte”, dice.
Recientemente La Unión Americana de Libertades Civiles, ACLU, publicó un estudio que muestra que si no se libran personas de las cárceles, se proyecta que la cifra nacional de muertes de COVID 19, tanto dentro como fuera de las cárceles, se puede duplicar.
“Para mí, la evidencia de salud pública es bastante clara de que podemos y debemos liberar a las personas de estas instalaciones y conectarlas con recursos de salud en la comunidad para promover la salud pública, la seguridad comunitaria y la justicia racial”.
Esta nota es trabajada en colaboración a la fundación Marguerite Casey Foundation.