Coronavirus golpea ingresos de trabajadoras domésticas
Las mayorías son mujeres de las minorías, latinas, afroamericanas y asiáticas
Rosario Solorzano, una trabajadora doméstica, se enteró de que había un pandemia cuando uno de sus clientes en Los Ángeles, le llamó por teléfono para decirle que no se presentara a trabajar porque no querían enfermarse y que pusiera a sus hijos en riesgo.
“Fue impactante. Hasta ese momento yo no sabía que existía el coronavirus. Luego empecé a enterarme más en los ‘buses’ en los que viajo al trabajo y al ver las noticias”, dice.
Cuando se declaró la emergencia por el COVID-19 a mediados de marzo, a muchas trabajadores domésticas, sus patrones les cancelaron de último minuto sus días de trabajo debido al miedo de que al desplazarse en transporte público les fueran a llevar el virus a sus casas.
Así que de la noche a la mañana, las trabajadores del hogar se encontraron sin ocupación e ingresos, lo que resultó una verdadera crisis, ya que por lo general, trabajan sin prestaciones laborales, no tienen ahorros ni vacaciones pagadas.
El Economic Policy Institute reportó que la pandemia del coronavirus puso a 2.2 millones de trabajadoras domésticas, 91.5% mujeres, en una posición precaria.
Rosario dejó de trabajar a mediados de marzo. “Algunos de mis clientes fueron muy cortantes. Solo dos de ellos me siguieron apoyando económicamente. Pero a mi se me fue el sueño. Más cuando en esos días uno iba al súper y había largas filas para entrar. No había comida en los anaqueles”.
Ante la falta de ingresos, Rosario tuvo que dejar el cuarto que rentaba para irse a vivir al departamento de su hija que es maestra. “Al principio a ella le suspendieron las clases, pero luego pudo enseñar en línea”, dice
Poco a poco, madre e hija han recobrado la calma y se han concientizado de que si se cuidan, estarán protegidos.
Hace unas tres semanas, algunos de sus clientes la comenzaron a llamar para que regresara a trabajar.
“He vuelto porque tengo mucha necesidad. Pero estoy con mucho temor de llevarles el virus, o que alguno de mis clientes me lo peguen a mi”, narra.
De 64 años de edad, Rosario dice que ella se cuida mucho, usa mascarillas y guantes, y lleva en su bolsa unos zapatos extras que solo utiliza al entrar a las casas donde trabaja.
“Me preocupa contagiarme en los camiones porque se suben muchas personas sin hogar, muy sucios que no llevan mascarillas”, comenta.
Rosario cuenta que está ganando una cuarta parte de los ingresos que devengaba antes de la pandemia. “Ojalá que todo se normalice pronto mientras tanto mi hija y yo estamos cuidando hasta el último centavo que nos entra”.
Un sondeo de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas arrojó que durante la última semana de marzo, más de la mitad, el 52% perdieron el empleo; y para la siguiente semana en abril, el porcentaje había subido al 68%.
El 66% indicó que no estaban seguras de que sus clientes las volverían a llamar para darles empleo después de la pandemia.
A María Núñez la dejaron de llamar para que fuera a limpiar casas casi desde el 15 de marzo. Desde hace 10 años que se gana la vida en tareas de limpieza.
Vive con dos hijos solteros a quienes les redujeron sus horarios de trabajo por el COVID-19.
“Hemos salido adelante pidiendo préstamos, y nos hemos retrasado un poco con la renta, pero no hemos dejado de pagar”, dice.
También su familia se ha ayudado con las despensas que han donado a los desempleados por el coronavirus, y revela que una sola clienta le siguió pagando su salario como si estuviera trabajando.
Tras la reapertura de negocios en junio, solo tres de sus clientes la han vuelto a llamar para trabajar.
El descenso del trabajo condujo a una devastadora pérdida de ingresos para las trabajadoras domésticas, en tanto quienes lograron mantener el empleo están en un constante riesgo de salud.
Por más inexplicable que parezca, a Doris Robles, quien desde hace 10 años trabaja en la limpieza de hogares, el coronavirus la ha favorecido.
“Estoy súper ocupada. Muchos de mis clientes han seguido trabajando, y me han pedido continuar porque quieren mantener sus casas limpias y desinfectadas”, dice.
Si le da miedo enfermarse, reconoce, pero asegura que se va muy bien protegida con guantes, cubrebocas y desinfectantes. “Estoy muy agradecida con mis clientes porque no me ha faltado el trabajo aún en medio de esta pandemia”, dice Doris con una actitud muy positiva.
Cuando se aprobó en mayo el Acta de Soluciones de Emergencia para la Recuperación Económica y de la Salud (HEROES ACT), la directora de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas, Ai-jen Poo dijo que las trabajadoras domésticas y otros trabajadores de bajos ingresos están entre las más golpeadas por esta crisis, y aún así continúan proporcionando servicios esenciales, manteniendo a las familias seguras.