Sobreviviente del coronavirus advierte sobre el peligro de las fiestas
Se vio tan mal que pensó que no la haría y que dejaría a sus hijos huérfanos
A sus 30 años de edad, Claudio Óscar Granados, un joven padre de cuatro menores, pensaba que no se podía contagiar de COVID-19.
Pero todo cambió el 22 de julio cuando comenzó con dolor de garganta y presión en el pecho. “Cuando hablé por teléfono con mi doctor, me dijo que era coronavirus. Le respondí que no creía. Por los síntomas, te puedo asegurar que lo tienes, insistió”.
Días después, cuando ya tenía fiebres de más de 100 grados Fahrenheit, un examen le confirmó que efectivamente había caído presa de la pandemia. “Tuve hasta diarrea, perdí el olfato y el sentido del gusto”, dice.
En el estado de California, el mayor número de casos de coronavirus han ocurrido en el grupo de edades a las que pertenece Claudio Óscar. Hasta el 24 de agosto, de 668,615 casos, 401,960 son personas entre los 18 y 49 años.
Pero en su familia, no solo enfermó él sino también su esposa y su hijo de tres años, y no tardaron en adquirir el virus, dos amigos más que comparten el mismo techo con ellos.
“De los ocho que vivimos en mi casa, a todos nos dio y pensamos que los dos niños que no enfermaron sí lo adquirieron, pero eran asintomáticos”.
Claudio Óscar no sabe si él llevó el virus a su casa porque trabajaba en una compañía que se dedicaba a desinfectar locales comerciales en donde habían tenido trabajadores enfermos de COVID-19; o si uno de sus amigos a quien da posada temporalmente en su casa, fue quien los contagió. Le apuesta a que fue su amigo quien lo propagó a la familia.
“Mi amigo fue a una fiesta. Días después, me puse mal”, recuerda.
Incluso el amigo que se fue de fiesta también contrajo COVID-19. “Me tocó llevarlo a emergencias del hospital, congestionado por la tos, con fiebre y mucho dolor en el pecho. Él tiene 33 años”.
Pero el propio Claudio Óscar se sintió tan enfermo, que pensó que no la iba a hacer y que hasta podía morir.
“A mis hijos se los llevó mi mamá a su casa porque no los podíamos atender”.
Fueron días, recuerda Claudio Óscar, en los que se dio cuenta de quienes eran sus verdaderos amigos. “No faltó quien nos trajera comida, y nos las dejara en la puerta de la casa”.
Sano y salvo de la pandemia tanto él como su familia y sus compañeros de techo, confiesa su preocupación por su suegro quien se encuentra hospitalizado en el área de cuidados intensivos a causa del COVID-19.
“Pensamos que mi esposa pudo llevarle a ellos el virus, ya que ella trabaja con mis suegros en un negocio que tienen juntos”, dice.
Angustiado por la salud de su suegro, quien tiene más de 50 años, comenta que solo un milagro puede salvarlo. “Los niveles de la diabetes se le dispararon por el coronavirus”, dice.
También cree que fueron sus hijos asintomáticos los que llevaron la enfermedad a su madre. En suma, estima que en su hogar se contagiaron ocho, y de alguna manera se lo transmitieron a sus suegros y a su madre.
“En la casa es muy difícil mantener la distancia social. Siempre nos juntamos en la cocina o en la sala”.
Claudio Óscar reconoce que no creía en la pandemia, pero tras enfermarse, recomienda a todos, y especialmente a la gente de su edad, que se cuiden. “Si quieren andar de fiesta, está bien, pero recuerden que tal vez a ustedes no les pase nada, pero sus padres u otros miembros de su familia más vulnerables no van a tener su misma resistencia, y van a terminar entubados en un hospital, en riesgo de morir”.
El Departamento de Salud Pública de California reportó que hasta el 24 de agosto, se tenían 668,615 casos confirmados de COVID-19 en el estado con 12,152 muertes. El 48.1% de los fallecimientos corresponden a latinos, y el 59.5% de los casos confirmados también se presentaron en ese grupo étnico.
En el Condado de Los Ángeles, el Departamento de Salud Pública, reveló que las hospitalizaciones por día han descendido en 45% luego de un pico a mediados de julio.
De los 1,219 casos que están en hospitales, 32% permanecen en cuidados intensivos.
Hasta el momento, desde que comenzó la pandemia, se han confirmado 232,893 casos con 5,558 muertes en el condado de Los Ángeles. Hasta mediados de julio, el promedio de muertes por día era de 44. Para el 16 de agosto bajó a 28 por día.
Para la mitad de julio, se reportaban 3,200 nuevos casos de coronavirus cada 24 horas, y para el 22 de agosto, se redujo a 1,400 por día.
El 92% de de las personas que han fallecido de COVID-19 tenían condiciones preexistentes de salud.
“Afortunadamente el trabajo que hemos hecho como comunidad y los sacrificios están dando resultados. Si mantenemos esta tasa baja de transmisión, eso significa que podríamos pensar en las escuelas, la reapertura de más negocios y regresar las operaciones en los interiores”, dice Bárbara Ferrer, directora del Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles.
Señala que la mejor protección contra COVID-19 sigue siendo lavarse las manos con frecuencia, evitar tocarse los ojos, la nariz, y la boca con manos sin lavar, aislarse si están enfermos, practicar la distancia social, usar una mascarilla y limitar las actividades a lo esencial como el trabajo, comprar medicinas y alimentos y visitas al doctor.