Psicólogos sobre ruedas: terapia para migrantes llega en una van
Usan un vehículo y acuden a atender las necesidades y miedos de aquellos que esperan en Tijuana una cita para el asilo
Teo, una mamá soltera que permanece en un albergue de Tijuana, México, mientras espera noticias sobre su solicitud de asilo, explica orgullosa que escribe poemas.
“Este se llama Mi bella Flor del Campo. Es un poema que compuse en honor a todas las mamitas que crecieron sin papá y sin mamá. Tengo también uno en el que comparo a los migrantes con aves que [se vieron obligados a viajar] tras una tormenta de problemas… [Huir] de la inseguridad”, platica la mujer.
“Comparé a los migrantes con aves de mil colores, porque así somos nosotros, de Centroamérica, del sur de México, de todos lados estamos y somos de diferentes colores, y todos nos juntamos”, explica.
Teo y sus tres niños, todavía pequeños, han aguardado en el albergue de Tijuana durante un año a que la corte de migración en San Diego les dé una cita.
“Este septiembre cumplo ya un año que vine aquí [a Tijuana]”, recuerda la oriunda del estado mexicano de Guerrero.
La familia está a la expectativa de que el tribunal reanude las audiencias de asilo y luego retome todos los casos pendientes que deberán reprogramarse cuando eventualmente la pandemia y —más difícil todavía, las autoridades fronterizas lo permitan. Nadie sabe cuándo sucederá.
No obstante, Teo lejos de verse afectada por la espera, se nota sonriente, activa. La Opinión le preguntó si esa confianza que expresa tiene algo que ver con las visitas que dos psicólogos jóvenes hacen al albergue cada semana.
“Ay, a mí me encanta”, dice espontánea. “Nos enseñan cómo resolver diferencias si las tenemos, a organizarnos, a ver qué es lo más importante para una, si el cuerpo, luego los niños, el trabajo…”.
Cuenta que cuando quiere platicar algo que le parece confidencial o muy importante va a un camioncito azul, estacionado fuera del albergue, donde habla con el psicólogo Christian Romero. Y con sus hijos, realiza trabajos en grupo con la psicóloga Estefanía Coronado.
Terapia sobre ruedas
Ambos profesionales colaboran con la organización FamiliesBelongTogether México.
Mientras Romero da terapia individual en un vehículo tipo van azul celeste, llamado el Psicomóvil, Coronado coordina actividades en equipo.
En un grupo es una madre con sus hijas, en otro la mamá comparte con sus niños, otro más tiene una mezcla de varias familias. La doctora les proyecta en una pantalla un video corto sobre animales silvestres y reparte a las familias papel y lápices de colores para que desarrollen temas, mientras todos platican.
“Son actividades divertidas que promueven el estar reunidos”, explica la psicóloga Coronado. “De aquí se van a cocinar juntos como familias o a hacer otras actividades”.
Único en su especie
Cabe realtar que el Psicomóvil es el único proyecto de su tipo en México.
Se trata de un servicio de psicología ambulante exclusivo para los migrantes, por ser una comunidad vulnerable que tras huir de la violencia se encontró con el fenómeno de la pandemia, el encierro, la falta de trabajo por meses, la ansiedad de desconocer cuánto más falta para pedir asilo.
Fue FamiliesBelongTogether la que presentó la propuesta y una organización estadounidense, la que proporcionó el vehículo.
El doctor Romero, insatisfecho por el trabajo en el sector público, fue contratado en noviembre pasado para encargarse del proyecto.
En la parte trasera de la van, colocó un sillón para dos personas, un loveseat, y uno del mismo juego pero individual. Esa es la clínica en que ha atendido a madres solteras que, como Teo, huyen de la violencia con sus hijos, algún migrante joven que sueña con ser cantante de rap, uno más que quisiera estudiar una carrera universitaria, entre otros.
“En esta unidad móvil se ofrece la atención psicológica individual”, explicó Romero. “Estamos muy orgullosos de haber innovado ante la necesidad que había meses atrás”.
Hace semanas, la administración del presidente Donald Trump cambió las reglas del asilo en varias ocasiones, criminalizó y separó familias migrantes e hizo casi imposible otorgar asilo hasta que llegó la pandemia y los casos quedaron suspendidos.
En las primeras semanas del Psicomóvil, Romero llevó a cabo talleres con grupos de migrantes y cuando estableció vínculos de confianza, comenzó a dar terapia en el camioncito.
Recuerda que al principio de la pandemia los planes cambiaron y por el distanciamiento tuvo que llevar sesiones mediante video llamadas y llamadas telefónicas.
La etapa más difícil del proyecto fue “el surgimiento del COVID 19, cuando los que estaban trabajando perdieron sus empleos, todos se resguardaron, nadie podía salir, con ello la pérdida de la seguridad, todo eso generó crisis emocionales, en algunos casos, hay que decirlo, pensamientos de suicidio”, recordó el psicólogo.
Calificó esa etapa como una en la que la depresión se exacerbaba y surgían pensamientos de gran frustración. Romero les enseñaba técnicas de respiración y de relajación para afrontar con lo que tenían que lidiar y desenfocarse del proceso de asilo, sobre el que no tenían ningún control.
Ahora, aunque la pandemia continúa, con la ayuda del Psicomóvil muchos migrantes han vuelto a trabajar y a colocar su empleo entre las prioridades de sus vidas mientras esperan por un asilo.
“La mayoría de los migrantes está esperanzada en conseguirlo. Es [un sentimiento] muy fuerte, muy grande y eso les ayuda a seguir adelante”, explicó el psicólogo.