Salvadoreña no se da por vencida durante la pandemia
La crisis causa estragos en su negocio del café pero su empeño y la lealtad de sus clientes logran mantienerlo a flote
Lillian Sears tenía apenas 17 años cuando la pobreza y la guerra la obligaron a huir de su natal El Salvador en 1980. Con su bebé en brazos, decidió buscar mejores oportunidades en Estados Unidos.
Cuarenta años después, se siente orgullosa de decir que ha logrado su propio Sueño Americano con estabilidad personal y profesional.
Cuenta que se volvió a casar, tiene tres hijos y es dueña de Coffee Corner, ubicado en Farmers Market (distrito de Fairfax en Los Ángeles).
Tras llegar a Los Ángeles de El Salvador, vivió por un tiempo con familiares pero después se mudó con una amiga. Trabajaba de noche limpiando oficinas y dejaba a su hijo al cuidado de una persona que apenas conocía.
La idea de dejar a su hijo, que era un infante, con personas desconocidas por la noche no le agradaba mucho. En 1984 un amigo le mencionó la oportunidad de trabajar de día en un café.
“Cuando llegué y vi el café no se veía muy bien”, recordó la salvadoreña de 58 años. “Cuando solicité el trabajo, mi jefe me preguntó: ‘¿Por qué quieres trabajar aquí?’ No le dije por qué, pero en mi mente yo ya estaba remodelando el lugar”.
Trabajó arduamente ahí por 14 años y sus esfuerzos no fueron en vano. En 1998, el jefe finalmente estaba listo para jubilarse y decidió venderle su negocio.
El jefe le dijo a Sears haber visto la tenacidad y esfuerzo que ponía en su trabajo, lo que era perfecto para que Coffee Corner, que fue establecido en 1946, continuará sirviendo a la comunidad.
Enfrentando la pandemia
En los más de 20 años que Sears lleva como dueña del negocio lo ha remodelado tres veces. Ha cambiado y mejorado el menú en la parte de los panes y ha incluido más bebidas.
Hasta principios de 2020, contaba con siete empleados de los cuales algunos ya tenían trabajando con ella varios años.
Para principios de marzo, sus empleados comenzaron a escuchar constantemente que la pandemia del coronavirus estaba atacando severamente a la nación.
“Pero yo no tenía ni idea de que iban a cerrar varios negocios”, indicó Sears.
Debido a que el café está instalado en la parte de afuera y fueron considerados “esenciales”, los funcionarios de salud le permitieron seguir abiertos. No obstante, la falta de clientes afectó severamente al negocio.
“Cuando yo llegué uno de los días y vi todas las mesas y sillas removidas afuera me dieron ganas de llorar. [El negocio] ha sido mi vida”, dijo Sears.
Decidieron continuaron trabajando pero al paso de tres semanas, la salvadoreña vio las ventas bajar, hasta quedar en un 20%, y tuvo que comenzar a descansar trabajadores.
“Me rompió el corazón pero no los podía tener. Me quedé con solo dos empleadas”, recordó la propietaria.
Llega un impulso
Sus horarios se hicieron extensos. Dice que empezó a trabar siete días a la semana, 12 horas al día.
Inclusive aseguró que hubo varias ocasiones que apenas si podía pagarle a sus empleadas pero que no lo alcanzaba para pagarse a sí misma.
Poco después logró solicitar la ayuda para pequeños negocios del gobierno federal y eso le ayudó a levantarse un poco más.
Al paso de los meses, la nueva normalidad comenzó a llegar y con ello las ventas también subieron. Indicó que en la actualidad están en un 75% de ventas y ha logrado contratar nuevamente a seis de sus empleados.
Para su buena fortuna, Sears dijo que nadie en su familia se ha contagiado del COVID-19 pero que sí ha tenido amigos que han sido afectados y hasta han perdido familiares.
Tras seis meses de pandemia, confiesa que ha aprendido a valorar muchas cosas y que la experiencia más valiosa que le deja esta crisis, es que hay que ahorrar.
“La gente recibe sus cheques y va a comprar cosas innecesarias. Todos aprendemos a gastarnos el dinero pero no todos sabemos ahorrar”, subraya.
Orgullo hispano
Sears se siente orgullosa de haber podido compartir la dicha del Sueño Americano con su familia. A través de los años, logró reunir a todos en Estados Unidos, a nueve hermanos y a sus padres.
Estos últimos llegaron en 1991. Su padre falleció 16 años después. Su madre se hizo ciudadana estadounidense hace una década.
“Creo que les di una vida mejor, no una vida de riquezas, pero una vida mejor de la que tenían en El Salvador”, indicó Sears.
Hoy recomienda a sus colegas dueños de negocios que no se den por vencidos durante la pandemia y trabajen arduamente como lo hicieron al principio cuando levantaron sus negocios.
“Si tienes que trabajar tú mismo, hazlo por el momento. No va a ser para siempre”.
“Pero sobre todo aprecia a tus clientes, trátalos con respeto, trátalos bien porque estamos en el negocio gracias a nuestros clientes, a las personas que son leales. Las personas que vienen aquí y gastan el poco dinero que tienen en su negocio y la lealtad es muy importante”.