Joven madre no se rinde y sigue luchando como vendedora ambulante

María González, beneficiaria de DACA, honra el legado de su madre Nana Rosa mediante la venta en las calles.

Mariposa González vende frutas en el este de Los Ángeles.

Mariposa González vende frutas en el este de Los Ángeles.  Crédito: Alex Sánchez/Local Hearts Foundation | Cortesía

María “Mariposa” González se sintió abrumada tras la muerte de su madre Rosa Cheves, porque pese al dolor de perder a su único familiar en este país también tenía que hacerse cargo de los gastos fúnebres.

González y su madre emigraron a Estados Unidos en 1982. Cheves dejó su natal El Salvador embarazada y González nació en México. Después de quedarse un tiempo para recuperarse del parto y reunir un poco de dinero, madre e hija siguieron su camino hacia el norte cuando González tenía apenas un año. Al llegar a California se establecieron en el este de Los Ángeles.

Nana Rosa, como muchos clientes conocían a Cheves, vendió frutas por muchos años en la esquina de Medford y Bonnie Beach, en el este de Los Ángeles, hasta que hace dos años ya no pudo más. Sus piernas contrajeron gangrena, padecía de diabetes y tenía que asistir a sus citas de diálisis tres veces a la semana.

González, quien es beneficiaria de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), trabajaba como asistente de maestro en la escuela Garfield antes de que su madre se enfermara. Ahí se encargaba de asistir a niños con necesidades especiales.

Nana Rosa y sus dos nietas Amy, de 12 años, y Zoe de 4. (Suministrada)

Sin embargo, tuvo que dejar su empleo ya que nana Rosa necesitaba una cuidadora de tiempo completo.

Nana Rosa decayó de salud severamente para el 26 mayo después que le amputaron sus piernas. Poco antes de la operación los doctores le daban de seis a once meses de vida a Cheves, sin embargo, tras la operación sólo duró viva cinco días.

Nana Rosa falleció hace unos meses, el 31 de mayo a la edad de 63 años.

El corto tiempo de vida que le quedaba a su madre no fue suficiente para que González reuniera dinero para pagar un servicio funeral. Así que hizo una recaudación de fondos en internet y el balance lo está liquidando en pagos.

Abrumada por todo lo que estaba pasando con la pandemia del COVID-19, pero con la necesidad de obtener dinero para pagar sus gastos y el funeral de su madre, González regresó a vender frutas a la calle para el mes de julio.

María vende en la misma esquina donde vendió su madre por muchos años. (Suministrada)

Sin embargo, entre la pandemia y la falta de clientes su negocio estaba decayendo.

Después de ver en los medios sociales que la organización Local Hearts Foundation estaba ayudando a otros vendedores ambulantes, González decidió contactarlos.

Ella solo quería que le brindaran artículos de primera necesidad como desinfectantes, artículos de limpieza y rociador de pimienta, el cual es vital para los trabajadores ambulantes y que le ayudaran a promover su negocio.

Como la mayoría de los vendedores ambulantes, González trabaja bajo todo tipo de clima y en horarios difíciles. En el pasado ya le han robado a punto de cuchillo y con pistola.

“En parte, esta es la razón por la que Mariposa se acercó a Local Hearts hace unos meses”, dijo Karina Monique, portavoz de Local Hearts Foundation. “Ella vio nuestros esfuerzos para ayudar a los vendedores ambulantes locales proporcionando gas pimienta y mascarillas, y expresó que también se sentía insegura”.

Para González lo primordial era trabajar lo más que pudiera; el objetivo era recuperar algunos de los clientes que llegaron por mucho tiempo cuando su madre estaba viva.

“Revisamos su caso y después de comprobar por lo que había pasado le hicimos un evento para conseguirle clientes”, indicó Monique.

El evento “Buy Out Mariposa”, que consideraron exitoso, se llevó a cabo el sábado 10 de octubre para promover el negocio de González.

Los clientes comenzaron a llegar y González logró obtener lo que tanto deseaba, más ventas en su negocio. Sus hijas de 12 y 4 años le ayudaron vendiendo pequeñas piezas de arte como moños para el cabello y aretes. Todo hecho por ellas.

González dijo que ella usualmente vende entre semana de las 9 de la mañana a las 2:30 de la tarde. Mientras ella está vendiendo frutas, las niñas pasan el tiempo dentro de una furgoneta donde se dedican a tomar sus clases virtuales y hacer sus tareas.

González dijo que aunque su madre ya no está aquí, le gusta recordar y seguir todas sus enseñanzas. Ella recuerda que su madre nunca se quedó sentada y de alguna forma buscaba cómo conseguir trabajo para poder sostenerse.

“No hay nada malo con trabajar en las calles, siempre y cuando el trabajo sea digno”, dijo González.

Cómo ayudar

Las personas interesadas en apoyar el negocio de frutas de González pueden visitarla de lunes a viernes de 9am a 2:30 p.m., en el 3833 Medford Street Los Ángeles 90065. Y los domingos de 10 a.m., a 2 p.m., en la intersección de las avenidas Cesar Chávez y McDonnell. También pueden seguirla por Instagram @mariposasfruit

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