Madre en México clama por el cuerpo de su hijo a dos meses de fallecido

Fallece en un accidente laboral en un campo al norte de California

Su familia ha esperado mucho tiempo por sus restos. (Cortesía Guadalupe Martínez Virrey)

Su familia ha esperado mucho tiempo por sus restos. (Cortesía Guadalupe Martínez Virrey) Crédito: Guadalupe Martínez | Cortesía

Desde que María Guadalupe Martínez Virrey se enteró de que Alán, su único hijo varón, había muerto en un accidente laboral en el campo al norte de California, ha vivido un infierno.  Su pena se ha visto agravada porque a casi dos meses de su fallecimiento no ha podido recibir el cuerpo de su hijo.

Estoy muerta en vida desde que me dieron la noticia, pero me siento aún más mal porque no he podido tener sus restos para darle cristiana sepultura”, dice María Guadalupe.

Las cosas se han complicado porque su hijo no tiene familiares en California. “Creo que las personas que al principio quisieron ayudar, no le pusieron interés pues porque no es nada de ellos. A ellos no les apura”, se lamenta.

Alán Eduardo Múñiz de 20 años de edad, se ganaba la vida como regador en el área agrícola de la ciudad de Stockton. Perdió la vida al caer accidentalmente a una fosa alrededor de las 12 de la noche del 3 de septiembre.

No se sabe si murió por el golpe o ahogado en la fosa.

El lugar dónde murió Alán Eduardo Múñiz. (Cortesía Luis Magaña)

Alán nació en el pueblo de El Platanar, en Jalisco, México.

“Él vino a Estados Unidos como trabajador temporal con una visa H2-A a laborar al estado de Washington. Pero tiempo después desertó y se trasladó a Stockton, California para trabajar de manera indocumentada como regador en los sembradíos”, dice Luis Magaña, organizador y líder campesino en la región de Stockton.

El día que perdió la vida, Alán condujo una camioneta por la orilla del río de la región del Delta para ir a cerrar la llave de una pompa que extrae el agua de los ríos para irrigar los cultivos. 

Magaña dice que según investigaciones, al cerrar la salida del agua, Alán se pudo tropezar entre la maleza crecida o con una manguera, y cayó en una fosa que no tenía tapadera. 

“Fue encontrado boca abajo. Creemos que murió ahogado por el agua acumulada dentro de la fosa”, dice.

Fue al amanecer cuando su compañero de trabajo, Moisés encontró a Alán sin vida. 

Amigos y conocidos mandan hacer una cruz para colocar en el lugar donde perdió la vida Alán Eduardo Múñiz. (Cortesía Luis Magaña)

Después de pasar un mes y medio en las instalaciones del médico forense en espera de una reclamación, el cuerpo fue llevado a una funeraria para ser repatriado a México. 

Según platica Magaña, fue contactado por José Luis Rivera Olivares, originario de Jalisco, México, y trabajador del campo en Stockton, quien se mostró preocupado e indignado porque el tiempo estaba pasando y el cuerpo no había sido enviado a México con sus dolientes.

Incluso Rivera Olivares visitó la oficina del médico forense en el Departamento del Sheriff del condado San Joaquín, y les pidió más tiempo de espera. 

“Una empleada le respondió que ya era mucho lo que habían esperado sin que se reclamara el cuerpo y que si no había recursos económicos para sepultarlo, alguien debía firmar autorizando para que ellos lo cremaran y tiraran las cenizas al mar. Al final aceptaron esperar un poco más, y ya se envió a una funeraria”.

A fin de apresurar la repatriación de los restos de Alán a México, amigos y compañeros de trabajo dieron inicio a una colecta de fondos entre ellos mismos. Además construyeron una cruz de cemento que colocaron en el lugar donde falleció.

Alan Eduardo Múñiz al lado de su madre y sus hermanas. (Cortesía Guadalupe Martínez Virrey)

Rivera Olivares juntó como $1,800 entre sus amistades para ayudar a pagar los gastos para el traslado del cuerpo a Jalisco, México.

“Yo no conocí a Alán, pero me puse a recolectar el dinero porque quiero ayudar a que su familia lo pueda despedir y sepultar como Dios manda”, dice.

Agrega que recién recibió una carta poder de la madre para ir al Consulado de México en Sacramento para ver con cuánto les pueden cooperar.

“La funeraria cobra por el traslado del cuerpo a México como $4,700”, dice.

También, conmovida por la inesperada muerte de Alán, Araceli Padilla, originaria de Jalisco, abrió una cuenta en el sitio GoFundme bajo el título: “Ayúdame a regresar a mi pueblo” para recaudar donativos para los gastos funerarios y de traslado. De una meta de $7,000, recolectó $2,800 dólares.

Magaña dice que debido a la pandemia la gente ayuda, pero ya no como antes. “Es entendible porque están batallando para sobrevivir”.

Gabriel Zapata, propietario de la funeraria Zapata donde se encuentra el cuerpo de Alán, dice que el costo por trasladar un cadáver a México cuesta entre $4,500 y $5,000.

“Con la pandemia se toma un mes el envío porque se han reducido los vuelos. Antes de COVID-19, se llevaba 10 días. Los cuerpos de los fallecidos se trasladan en vuelos comerciales”, precisa.

Alán Eduardo Múñiz, de niño. (Cortesía Guadalupe Martínez Virrey)

Pesar por la muerte

En el pueblo de El Platanar, una madre desconsolada espera con ansiedad los restos de su hijo. “Hasta perdí el trabajo. Me despidieron porque estaba cometiendo muchos errores. No me puedo concentrar desde que mi hijo falleció”.

Alán era el mayor de los tres hijos de María Guadalupe. Le quedan sus dos hijas menores de 16 y 14 años.

“Mi hijo era muy noble y atento. Su padrastro lo hizo un hombre de bien. No le gustaba pedir. Era muy orgulloso. Él luchaba por todo lo que quería”, platica su madre.

La tarde previa a su muerte, dice que platicaron por teléfono por más de una hora.

“Su sueño era ahorrar para regresar y hacer su casa. Le gustaba mucho el campo, y quería hacerse de un tractor y una yunta para cultivar la tierra”.

Confía que esa última conversación telefónica con Alán fue como una despedida. “He sido un buen hijo, me dijo como si se estuviera despidiendo; y sí fue un gran hijo”.

Alán falleció horas más tarde, después de esa larga conversación con su madre.

Alán Eduardo Múñiz encuentra la muerte a los 20 años. (Cortesía Guadalupe Martínez Virrey)

Alma Jazmín Hernández Flores, compañera sentimental de Alán y madre de su hija, dice que su compañero viajaba cada año con visa de trabajo a laborar en los campos agrícolas de EE.UU. desde que tenía 18 años. “Era un hombre muy amable y trabajador desde niño”.

Este año era su tercer viaje de trabajo a EE.UU. “Cuando tuvo problemas en el campo donde había llegado a trabajar en Washington, decidió salirse del programa de visas para trabajadores; e irse por su cuenta a Stockton, California. Llevaba dos meses en Stockton. Estaba muy contento. Había aprendido demasiado, y le gustaba mucho trabajar horas extras para ganar más dinero. Por eso dormía poco, cinco horas por noche”.

Alma Jazmín cree que fue el cansancio lo que provocó la muerte de Alán.

“Esa noche que falleció hablamos por teléfono. Me dijo que se iba a bañar y saldría a cerrar una llave de un pozo. Yo no pude dormir. Era como si tuviera un mal presentimiento”.

Al día siguiente dice que le comenzó a mandar mensajes por el teléfono desde temprano; pero al no contestarle, le llamó. “No contestó, y me empecé a inquietar. Horas más tarde me avisaron que tuvo un accidente y que murió”.

Mario Pérez Tello, vocero del consulado de México en Sacramento informó que se autorizó apoyar a la familia con $1,000 para el traslado del cuerpo de Alán a México.

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