Navidad | De Belén a Nazaret: cómo se lograron identificar los primeros sitios fundamentales del cristianismo
Cuando llega la Navidad, Belén se transforma en un foco de atención por ser el sitio donde nació Jesús. ¿A partir de qué momento los cristianos empezaron a considerar ciertos lugares como santos?
Cada Navidad, Belén se convierte en un foco de atención mundial como el escenario de la Natividad (el nacimiento de Cristo).
Casi todos los años, el centro de la ciudad está lleno de peregrinos cristianos. De hecho, muchas personas viajan a Tierra Santa durante todo el año para visitar lugares de importancia religiosa, ya sea en Jerusalén, Nazaret o alrededor del Mar de Galilea.
Pero, ¿cuándo empezaron los cristianos a considerar ciertos lugares como santos y empezaron a viajar a ellos en peregrinación?
Después de mi trabajo arqueológico en Nazaret, decidí investigar utilizando tanto fuentes escritas antiguas como evidencia arqueológica.
Según los evangelios, Cristo enseñó que no existe algo así como un “lugar santo”. Pero para el siglo III, cristianos prominentes como Alejandro, más tarde obispo de Jerusalén, y el renombrado erudito Orígenes de Alejandría estaban buscando lugares mencionados en la Biblia.
Incluso antes, a mediados del siglo II, el escritor cristiano Justino Mártir sabía de una cueva en Belén que se decía que era el lugar de la Natividad.
El evangelio de Santiago, a veces llamado el Protoevangelio de Santiago -que data del siglo II- también menciona una cueva de este tipo en Belén.
Si bien estos escritores podrían estar refiriéndose a diferentes cuevas, atestiguan que Belén tenía al menos un lugar santo cristiano después una generación o dos de la composición del Evangelio de Juan, el último de los evangelios canónicos.
Iglesias con cuevas
Fuentes escritas muestran otros lugares santos cristianos en una fecha igualmente temprana.
A una cueva en el Monte de los Olivos, a las afueras de la antigua Jerusalén, se le asignó un significado cristiano en los “Hechos de Juan”, probablemente escritos a fines del siglo II.
Dentro de la propia Jerusalén, la tumba del siglo I que más tarde fue reverenciada como el lugar del entierro de Cristo y de la Resurrección (el Santo Sepulcro), pudo haber sido identificada como tal en el siglo II.
El historiador del siglo IV Eusebio dice que Adriano construyó un templo sobre la tumba en oposición a su significado cristiano y, como Adriano construyó templos en o cerca tanto del templo judío en Jerusalén como del santuario samaritano más importante del Monte Gerizim, esto puede ser más que una especulación romana tardía.
El relato de Eusebio también es consistente con la evidencia arqueológica de un edificio romano monumental en el sitio del Santo Sepulcro posterior a la tumba del siglo I y antes de la iglesia de peregrinación del siglo IV allí (la Iglesia del Santo Sepulcro).
Otras siete iglesias de peregrinación del siglo IV se encontraban en sitios con cuevas al menos parcialmente excavadas en la roca, en lugar de ser cavernas totalmente naturales.
Además de la Iglesia de la Natividad en Belén, donde nació Jesús, estas incluían: la Capilla del Campo de los Pastores, un lugar a las afueras de Belén donde se creía que los ángeles habían anunciado el nacimiento de Cristo; la iglesia “Eleona” (olivar) en el Monte de los Olivos, un sitio asociado con la Ascensión cuando Cristo regresó al Cielo; Getsemaní, donde Jesús fue traicionado por Judas, y Tabgha junto al mar de Galilea, cerca de lo que se creía que era el lugar del Sermón del Monte.
También hubo dos en Nazaret, asociados con la Anunciación -el anuncio a María hecho por el ángel – y con el hogar de la infancia de Jesús.
Todas estas iglesias del siglo IV estaban ubicadas en referencia a las cuevas o estaban en realidad dentro de ellas.
Por lo tanto, probablemente se entendió que estas cuevas marcaban la ubicación de los eventos asociados con sus sitios en el siglo IV.
Por ejemplo, en Belén, la Iglesia de la Natividad de principios del siglo IV fue diseñada específicamente para mostrar la cueva como el foco físico principal de la iglesia, y el altar estaba ubicado en la cueva misma.
Versiones respaldadas por evidencia
Solo por motivos arqueológicos, la mejor interpretación de este diseño es que la iglesia y su altar se posicionaron así debido a la importancia religiosa preexistente de la cueva.
Esta interpretación de las cuevas en general está respaldada por evidencia escrita.
Eusebio escribió en su “Vida de Constantino” que tres grandes iglesias imperiales se construyeron a principios del siglo IV en sitio donde tuvieron lugar momentos cruciales de los evangelios: la Iglesia del Santo Sepulcro, la Iglesia de la Natividad y la “Eleona”.
Todos estos edificios, dice Eusebio en su famosa “Historia Eclesiástica”, fueron construidos sobre “cuevas” preexistentes -una en realidad era una tumba excavada en la roca- asociadas con los eventos conmemorados por sus iglesias del siglo IV.
Peregrinación
Si al menos algunas de las cuevas en estos siete sitios fueron construidas o modificadas para indicar lugares de importancia cristiana antes del siglo IV, estas se encuentran entre las primeras estructuras específicamente cristianas conocidas hasta ahora.
Pero nada en ellas indica que hubo más de unas pocas personas locales involucradas en su construcción, y los variados detalles de su tamaño y estructura muestran que son producto de iniciativas separadas.
Esta forma de usar las cuevas también puede implicar que fueron visitadas por razones religiosas antes que sus iglesias del siglo IV, quizás la forma más temprana de peregrinación cristiana.
Si los eventos conmemorados por ellos fueran los mismos que las dedicaciones de sus iglesias posteriores, entonces formarían una secuencia narrativa desde la Anunciación hasta la Resurrección, con cada cueva (y la tumba en el sitio del Santo Sepulcro) asociada con un solo evento.
Por ello es posible que, incluso antes de que estos sitios fueran usados para las iglesias del siglo IV, los cristianos viajaran entre ellas en una secuencia siguiendo el orden de esos eventos en los evangelios.
Esto significa que la evidencia escrita y arqueológica indica que los orígenes de la topografía cristiana y la peregrinación fueron anteriores a lo que generalmente se supone.
De ser así, los constructores de iglesias imperiales del siglo IV heredaron -en lugar de crear- una red de lugares sagrados que probablemente había ido surgiendo gradualmente a lo largo de los siglos como consecuencia de iniciativas locales a pequeña escala, y quizás de bajo estatus.
* Esta nota fue publicada en The Conversation y reproducida aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original en inglés. Ken Dark es profesor de arqueología e historia de la Universidad de Reading, Reino Unido.
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