El 2020, un año que no olvidaremos los angelinos
El dolor y muerte causados por el COVID-19 provocaron un sufrimiento sin parangón que no hemos terminado de ver
Parecía un año de logros de la comunidad con la toma de posesión de Nury Martínez como primera presidenta latina del Concejo de Los Ángeles el 14 de enero. Pero 11 días después una tragedia se convirtió en un presagio de lo que sería el 2020.
Todavía algunos californianos no se libraban de la resaca del 2019, cuando el 26 de enero nos despertamos con la noticia de que Kobe Bryant había muerto. El legendario basquetbolista dio alegría a todo el mundo, pero principalmente a los angelinos. Fue aquí, en esta ciudad donde inició y terminó su carrera. La leyenda de 42 años viajaba en su propio helicóptero con su hija Gianna de 13 y otras siete personas. Todos perecieron.
Para ese entonces ya había aparecido el primer caso del coronavirus en California, pero no fue hasta marzo cuando el gobernador giró las primeras restricciones para prevenir que el virus se extendiera. Poco sabíamos de la tragedia de dimensiones bíblicas que nos esperaba. Muchas personas todavía se mostraban escépticas, no lo tomaban muy en serio. Inicialmente se dijo que los más afectados serían las personas de la tercera edad. Había confusión y desacuerdo de la efectividad de las mascarillas.
Las elecciones primarias demócratas del Super Martes (marzo 3) estaban viento en popa, con más de 20 candidatos que prometían tener la fórmula para hacer frente al actual residente de la Casa Blanca; Bernie Sanders ganó en California en aquellos días, pero como se sabe finalmente Joe Biden se levantó con la victoria. Al mismo tiempo, la comunidad latina no dejaba de presionar a la Suprema Corte para que declarara ilegal la pregunta de ciudadanía que el presidente Trump quería agregar al censo de población. Las protestas a favor de la permanencia de DACA y el TPS se hicieron constantes ante los ataques de la actual administración.
Eran días muy inciertos y grises. Desde antes que iniciara la pandemia, las ciudades californianas, principalmente Los Ángeles, no encontraban la puerta de salida para resolver el problema de la indigencia, ya considerada una emergencia estatal. Los desalojos por las altas rentas se intensificaban al mismo tiempo que un ciudadano afroamericano era asesinado en forma despiadada por un policía de Minneapolis. Todo había quedado en un video, mismo que se viralizó y en unos días miles de personas en varias ciudades alrededor del mundo repetían ‘’I can’t breathe’, las últimas palabras que George Floyd expresó con la rodilla de un policía en su cuello.
Cuatro días después de la muerte del afroamericano la ciudad de Los Ángeles se agregó a las marchas a nivel nacional, pidiendo justicia para Floyd, Breonna Taylor. Después agregaron el nombre de Andrés Guardado, entre otras víctimas del abuso policíaco. Las protestas se intensificaron y los disturbios llegaron; hubo heridos, muertos, encarcelados y toques de queda. Ni la pandemia parecía detener las manifestaciones contra la policía, llenas de enojo e impotencia.
Aunque el primer epicentro del coronavirus en Estados Unidos ha sido Nueva York, a mediados del año, el contagio y la muerte se intensificaron en California con hasta 172 víctimas mortales en un día. Al mismo tiempo las historias de las familias que nunca pudieron despedirse de sus familiares se multiplicaban. En el mejor de los casos, el último adiós era a través de una tableta.
Poco a poco el número de víctimas, que inicialmente surgió en ciudades más acaudaladas, se empezó a extender a las más pobres y la muerte y el dolor entre los latinos empezó a repuntar. El desempleo alcanzó inmediatamente curvas históricas, mientras que las filas para recibir beneficios por falta de trabajo nos recordaban la época de la Gran Depresión de 1929.
Poco a poco las restricciones a los restaurantes y negocios en general se fueron intensificando, preocupando no solo a los empresarios, sino también a los mismos trabajadores que dependían de esas industrias.
Los estudios de las universidades identificaban a los latinos como uno de los grupos que más arriesgaba su vida para proteger la salud, los alimentos y la limpieza del resto de los californianos. Los estragos no se hicieron esperar. Actualmente, en California, el latino es el grupo que más dolor y muerte ha vivido en forma desproporcionada.
En la política local, el concejal angelino José Huizar, el hijo pródigo que en un momento fue un ejemplo y el inmigrante más querido de la comunidad latina, era acusado con 34 casos de corrupción política, mientras que Kevin de León ganaba las elecciones para reemplazarlo.
Por si la pandemia, el desempleo y el desalojo no fueran suficientes, en agosto los incendios alcanzaron también momentos históricos. Miles de acres fueron reducidos a cenizas a causa de más de 8,000 siniestros a lo largo del año en California. Hasta la fecha, 1.7 millones de acres se han quemado en todo el estado.
Finalmente, el 2 de noviembre, millones de estadounidenses salieron a votar, republicanos tanto demócratas rompieron récord en participación, aunque un titular de un diario no pudo haber descrito mejor ese acto cívico: Estadounidenses felices porque perdió Trump, pero tristes porque ganó Biden. Muchos otros también estaban felices porque por primera vez las cinco supervisoras del condado de Los Ángeles son mujeres y es una latina la presidenta del grupo.
Una noticia que nos hizo olvidar por un momento de la pandemia, aunque lejos de ayudar, intensificó la pesadez del dolor entre los fanáticos del futbol, fue la muerte el 25 de noviembre del más grande de los futbolistas, el argentino Diego Armando Maradona.
En ese momento, el repunte de los contagios era tal, que las autoridades suplicaban a la gente que no viajaran ni se reunieran fuera de sus hogares en los días festivos que se avecinaban.
Finalmente el 22 de diciembre, el gobernador Newsom nombró a Alex Padilla el primer Senador federal latino que representará a California en Washington; eso provocó alegría, particularmente en la clase política latina. Padilla reemplazará a Kamala Harris, quien a partir del 20 de enero será la nueva vicepresidenta.
Desafortunadamente los contagios y las muertes lejos de cesar se siguen multiplicando. Hasta el día de ayer, en Los Ángeles ya se habían superado las 9,000 muertes, mientras que en California ya sumaban 23,633 decesos con más de dos millones de contagiados. La situación no luce prometedora, aunque la llegada de la vacuna el 14 de diciembre brindó un poco de esperanza para millones de estadounidenses.