¿Es un solo Estado la solución al conflicto palestino-israelí?

En 2020 ha renacido la idea de un estado binacional con igualdad de ciudadanía para judíos y palestinos (y otras minorías). Mariano Aguirre te lo explica

Analistas estiman que la solución de "los dos Estados" está muerta.

Analistas estiman que la solución de "los dos Estados" está muerta. Crédito: Getty Images

Medio Oriente está cambiando.

Israel ha establecido relaciones diplomáticas con una serie de países árabes que desde su creación como Estado en 1948 nunca le habían reconocido.

Las alianzas de países suníes contra Irán, con Israel en el centro de éstas, se han fortalecido y tras la “primavera árabe” de hace una década la democracia tunecina sobrevive con problemas.

Las protestas sociales han sido muy fuertes este año en Irak, Argelia y Líbano, mientras se libran guerras civiles en Libia y Yemen.

Por otra parte, la intervención rusa en el complejo conflicto sirio ha permitido la supervivencia del presidente Bashar al-Assad y puesto en evidencia que Estados Unidos se va retirando de la región.

En ese contexto, la cuestión palestina, que durante décadas estuvo en el centro de la política de Medio Oriente, se encuentra desplazada, y de acuerdo a un gran número de analistas la solución de “los dos Estados” está muerta y enterrada, y la idea de que la única opción es promover un Estado con dos nacionalidades ha sido relanzada por algunos expertos.

¿Los mismos derechos?

Arabia Saudita, otras monarquías del Golfo y Egipto han indicado que apoyar la creación de un Estado palestino, que conviva junto al de Israel, no es una prioridad y que, además, no lo ven posible.

Los palestinos -ha dicho el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman- deben aceptar las ofertas de paz de Israel y Estados Unidos “o callarse la boca”.

Y en enero de 2020, la administración Trump presentó su plan de “paz con prosperidad”, que fue rechazado por las autoridades palestinas por su sesgo proisraelí.

Tanque con la bandera de Israel (foto de archivo)

Reuters
En el curso de 2020 Benjamín Netanyahu anunció que anexaría un tercio de Cisjordania.

En el curso de 2020 Benjamín Netanyahu anunció que anexaría un tercio de Cisjordania, medida que ha retrasado, con motivo, aparentemente, de la cadena de reconocimientos del Estado de Israel por parte de países árabes.

“Ha llegado el momento de abandonar la tradicional solución de los dos Estados y centrarse en el objetivo de iguales derechos para judíos y palestinos”, escribió en julio en The New York Times el prestigioso ensayista judío estadounidense Peter Beinart.

“Es el momento de imaginar un hogar judío que no es un Estado judío”.

Podría ser, dice, un solo Estado que integre a Israel, Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, o una confederación de dos estados.

Por su parte, Gideon Levy, comentarista del periódico israelí Haaretz, también considera “hay que pensar y empezar a creer en lo impensable”, debido a que “en todo caso no hay otra alternativa”.

Referentes históricos

La idea de la binacionalidad no es nueva.

En 1948 la filósofa Hannah Arendt propuso un estado binacional que contase con una confederación judía, árabe y de otras minorías como alternativa a la partición de Palestina.

Mapa 2: Plan de la ONU para la partición de Palestina

BBC

Entre otros analistas, el fallecido político y escritor israelí Uri Avnery planteó una idea similar en 2013, así como los también fallecidos Edward Said (palestino) y Tony Judt (británico de origen judío).

La profesora Virginia Tilley del Human Science Research Concil (Sudáfrica) dedicó su libro Palestina/Israel: un país, un Estado a plantear esa tesis.

En círculos políticos israelíes, especialmente de derechas, se ha especulado en la última década con diversos modelos de integración de la población palestina, pero todos limitarían sus derechos o contemplan planes de muy largo plazo en los que gradualmente, y tras varias generaciones, tengan los mismos derechos.

“Estado de apartheid”

La propuesta de Peter Beinart generó duras críticas, entre otros, del israelí Yossi Alpher.

Para este experto en seguridad y negociaciones, la propuesta binacional está desconectada de la dura realidad conflictiva de Medio Oriente, del clima extremista que se vive en Israel, y de la debilidad de las autoridades palestinas.

A su parecer, muestra además, la inmensa distancia existente entre los círculos sionistas liberales en Estados Unidos y lo que realmente ocurre en Israel.

Mapa 6: fronteras actuales de Israel

BBC

Para Alpher un Estado binacional no solucionaría la contradicción fundamental, que se arrastra desde hace un siglo, entre dos pueblos con aspiraciones nacionales incompatibles.

Por el contrario, considera que se agudizarían las confrontaciones violentas entre los grupos más extremistas de las dos partes.

Lo que se precisa ahora, indica, es oponerse a que Israel continúe con “su camino hacia el desastre” con el plan de anexión de Cisjordania, un paso gigante que llevará “hacia un único Estado de Apartheid”.

Otras críticas señalan que en un Estado binacional los dos pueblos lucharían por tener la hegemonía demográfica y que muy pocos israelíes y casi ningún palestino de los que viven en Israel y los territorios palestinos son favorables a la propuesta.

La causa de los derechos

El experto palestino en análisis de opinión pública Khalil Shikaki explicó en junio pasado que la mayoría de los palestinos prefiere la solución de dos estados en vez de uno.

Sin embargo, es cada vez mayor el número de personas que no cree en la posibilidad de que se logre.

A la vez más palestinos jóvenes “están dispuestos a aceptar un Estado en el marco de un sistema democrático e igualitario“, pero la mayor parte de la población judía se opone a una solución en la que los palestinos tengan igualdad de derechos.

En 2014 fue presentado el Proyecto de Estados Paralelos, apoyado por el gobierno sueco, que explora la posibilidad de contar con dos entidades estatales, una palestina y otra israelí, que compartan el mismo territorio y cuenten con similares políticas económicas, seguridad y bienestar de sus ciudadanos.

Con las posiciones tan fuertemente encontradas, y las narrativas de cada una de las comunidades tan diferentes acerca de sí mismos y de los otros, la perspectiva de derechos es la que parece prevalecer.

Yoav Peled, de la Universidad de Tel Aviv, propone que los palestinos tengan los mismos derechos civiles y políticos “como individuos, al tiempo que autonomía cultural nacional, o derechos colectivos” para ellos como “minoría nacional”.

El laureado periodista israelí Haggai Matar indica que es errado preguntarse si la solución es uno o dos Estados, porque la cuestión esencial es cómo acabar con la ocupación colonial por parte de Israel de los territorios ocupados y que se respeten los derechos de los palestinos.

El profesor palestino Rashid Khalidi (Universidad de Columbia) subraya que el conflicto tiene carácter colonial y que la principal característica es la desigualdad de derechos: “5 millones de palestinos viven bajo régimen militar en los Territorios Ocupados sin derechos, mientras medio millón de colonos israelíes gozan plenamente de ellos”.

A pesar de sus diferentes orígenes, “hoy viven dos pueblos en Palestina”.

El conflicto, dice Khalidi, no podrá ser resuelto “en la medida que su existencia nacional sea negada por la otra parte”.

La aceptación del otro sólo se logrará a partir de “una completa igualdad de derechos, incluyendo los derechos nacionales”, concluye el experto.


EL CONTEXTO DEL CONFLICTO

La sociedad palestina se encuentra fragmentada físicamente entre la población (2.16 millones) que vive en los territorios ocupados por Israel en Cisjordania, en 167 zonas separadas entre sí, y otros 2 millones que habitan la aislada franja de Gaza.

También hay 5 millones de refugiados de las guerras de 1948 y 1967 distribuidos en diversos campos en la región.

Vista de la ciudad de Jerusalén.

Getty Images
Jerusalén siempre ha sido uno de los principales puntos de discordia.

Cisjordania está gobernada por el deslegitimado gobierno de Mahmoud Abbas, dependiente de Israel y de la ayuda internacional, y Gaza está regida por el grupo político-militar Hamas, con apoyos de Qatar, Turquía e Irán.

Israel ocupó Cisjordania (incluyendo Jerusalén Este), los Altos del Golán y la Franja de Gaza en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Pese a una serie de resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenando la toma de territorio a través de la fuerza, Israel sólo se ha retirado de Gaza de forma unilateral en 2005.

Además, los ha poblado con 463,353 colonos (la mayoría nacionalistas religiosos) en ciudades conectadas entre sí al tiempo que controla las tierras cultivables y fuentes de agua, y mantiene una fuerte presencia militar, y otros 300,000 colonos judíos ocupan Jerusalén Este.

El Acuerdo de Oslo de 1993 (y el Acuerdo Interino de 1995) permitió a los palestinos contar con una Autoridad de Autogobierno sobre fragmentos de Cisjordania y Gaza.

A partir de esa situación se suponía que las partes avanzarían hasta alcanzar un estatus permanente que podría conducir al establecimiento de un Estado Palestino en el 22% de lo que era el territorio palestino bajo mandato británico hasta 1948.

Pero, según analistas críticos de Israel, casi todos los gobiernos de este país pusieron obstáculos a las demandas palestinas de tal forma que los intentos de negociaciones post-Oslo fracasaron.

Estas demandas son el derecho al retorno de los refugiados de las guerras de 1948 y 1967, la soberanía sobre Jerusalén Este y sus sitios sagrados, las fronteras que tendría el Estado palestino, el cese de la colonización de Cisjordania y Gaza mientras se negociaba, y contar con un sistema de defensa.

Una bandera israelí ondea en Jerusalén.

AFP
Israel ocupó Cisjordania (incluyendo Jerusalén Este), los Altos del Golán y la Franja de Gaza en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Desde la perspectiva oficial israelí los palestinos hicieron demandas excesivas e irreales, nunca tuvieron una posición política común entre sus facciones, y una serie de organizaciones practicaron el terrorismo.

La colonización

Por otra parte, la vaguedad del objetivo final del Acuerdo de Oslo (que no incluye ninguna referencia a la creación de un nuevo Estado), y que Estados Unidos, el principal valedor externo, fuese siempre favorable a las posiciones israelíes generaron más trabas. El Estado palestino nunca se concretó.

Entre tanto, Israel promovió la colonización de los territorios ocupados generando “hechos en el terreno”.

Esto ha ido unido a una interpretación bíblica del derecho de los judíos a habitar en esa tierra supuestamente prometida por Dios.

Desde 2013, el primer ministro israelí ha indicado que una “condición necesaria para obtener una verdadera solución [al conflicto israelí-palestino] fue y sigue siendo clara como el sol: poner fin a la negativa a reconocer el derecho de los judíos a una patria propia en [toda] la tierra de sus padres”.

Mientras que la creación de dos estados parece imposible, Israel se está transformando en un Estado con una mayoría de población judía (el 74% de sus 9,227,700 habitantes), 1.93 millones de árabes y 454,000 cristianos no árabes y miembros de otros credos.

Además, tiene el control último sobre los 2.16 millones de palestinos que viven en Cisjordania.

En el curso de 2020 Benjamín Netanyahu anunció que anexaría un tercio de Cisjordania, medida que ha retrasado, con motivo, aparentemente, de la cadena de reconocimientos del Estado de Israel por parte de países árabes.

Actualmente la seguridad de una parte de las áreas palestinas de esta zona está a cargo de fuerzas de la Autoridad Palestina en coordinación con Israel (y Estados Unidos).

Si Israel lleva a cabo la anexión tendrá que hacerse cargo de la seguridad y otros servicios públicos que ahora presta la Autoridad Palestina.

La ayuda internacional a los palestinos que provee la ONU, la Unión Europea, la Agencia de Estados Unidos de Ayuda al Desarrollo y otros donantes posiblemente se suspendería.

Los riesgos de la anexión

Si Israel anexara Cisjordania aumentaría considerablemente el número de población palestina en su nuevo territorio.

El paso siguiente sería conceder o no la ciudadanía, y derecho a voto, a todos los palestinos.

Si lo hiciera, les daría un fuerte peso electoral. Si no la concede, entonces no sería un Estado democrático.

La idea de los fundadores de Israel fue crear un Estado judío y democrático. Con los palestinos sin derechos, o derechos limitados, sería un Estado con discriminación racial, al estilo del Apartheid sudafricano.

Para algunos analistas, Israel avanza en esta dirección.

Yousef Munayyer, director ejecutivo de la U.S. Campaign for Palestinian Rights considera que en la medida que la colonización y el sometimiento de la población palestina es un hecho irreversible, la cuestión no es si debería haber un solo estado, sino constatar que ya existe de hecho.

Por lo tanto, la pregunta es si será un régimen de Apartheid o uno que reconozca la igualdad de los palestinos ante la Ley.

Una serie de encuestas de opinión realizadas en 2019 mostraron que por lo menos la mitad de la ciudadanía israelí está de acuerdo con la anexión, y entre ellos el 63% de los votantes de la derecha.

Sin embargo, la mayoría se opone a que los palestinos tengan los mismos derechos. Un tercio de los encuestados considera, además, que se les debería “transferir” a otro sitio.

El rabino Rabbi Aryeh Meir afirmó en 2019 que la solución de los dos Estados, aunque imperfecta, aseguraría que Israel sea judía, democrática y segura.

“La anexión llevará, en última instancia, a un estado binacional, un estado de Apartheid, que supondría la destrucción del sueño sionista de un Estado judío”.

* Mariano Aguirre es analista de cuestiones internacionales. Miembro asociado de Chatham House (Londres).


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